¿Por qué votar NO?
Por: Manuel Isidro Molina
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El mejor regalo navideño que recibiría el presidente Hugo Chávez Frías, en su empeño por lograr esa monstruosa ultra concentración de poder unipersonal mediante la reforma constitucional, es que un significativo porcentaje de los electores y electoras se abstuviera en el referendo, cantando fraude adelantado.
El mejor regalo navideño que recibiría el presidente Hugo Chávez Frías, en su empeño por lograr esa monstruosa ultra concentración de poder unipersonal mediante la reforma constitucional, es que un significativo porcentaje de los electores y electoras se abstuviera en el referendo, cantando fraude adelantado.
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La mayoría está en contra de aumentar el período presidencial de seis a siete años. La mayoría está en desacuerdo con la reelección presidencial indefinida. La mayoría rechaza la pretensión presidencial de manejar las divisas de la nación y la política monetaria. La mayoría no quiere que el presidente se meta hasta en la sopa: mando unipersonal en la Fuerza Armada Nacional, con injerencia hasta el nivel de unidades y los ascensos de oficiales subalternos; creación de vicepresidencias sin ningún control, como se le vaya ocurriendo; ratificación personal de acuerdos internacionales; creación personal de municipios, distritos y otros entes político administrativos en detrimento de la descentralización institucional de la República y de las competencias de gobernaciones, consejos legislativos, alcaldías, concejos municipales y juntas parroquiales; promoción autocrática de un “Poder Popular” que dependerá directamente de la Presidencia de la República,vicepresidencias y ministerios.
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Esa mayoría plural, incluidos vastos sectores del chavismo, comprende que se han incluido anzuelos “sociales” como la reducción de la jornada laboral de ocho a seis horas (36 semanales) y la seguridad social para trabajadores y trabajadoras por su cuenta, que debieron ser implantados institucionalmente mediante leyes y reglamentos que el gobierno no asumió en este turbulento período de casi ocho que viene desde el 15 de diciembre de 1999, cuando fue aprobada la actual Constitución.
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Ahora, surgió la novedad de reducir la edad para el derecho al voto, de 18 a 16 años, cuya conveniencia o no deberá ser analizada muy seriamente por especialistas; sería una nueva irresponsabilidad aprobarla a la carrera y por motivación afectiva o demagógica, como vulgar azuelo para esa porción de adolescentes cuya madurez para tal responsabilidad política no está probada ni recomendada en la inmensa mayoría de los países.
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¿CUÁL ABSTENCIÓN?La abstención, como política de factores que se oponen al proyecto de reforma chavista, es inmovilizadora, y en el colofón del referendo constitucional resultará favorable a los planes gubernamentales.
¿CUÁL ABSTENCIÓN?La abstención, como política de factores que se oponen al proyecto de reforma chavista, es inmovilizadora, y en el colofón del referendo constitucional resultará favorable a los planes gubernamentales.
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La abstención hay que verla como un instrumento expresivo o de lucha de ciudadanos y ciudadanas. Mas no, como un dogma. En los estudios internacionales comparados se ha establecido que ella es expresión de muy variados factores de la sociedad y obedece a múltiples razones; desde quienes no concurren a los actos de votación por desinterés político (“si no trabajo no como”, “la política es sucia y no me interesa”, “será igual, gane quien gane”, etc.), hasta quienes se abstienen como forma de protesta contra un gobierno-sistema o acto militante contrario a toda dominación estatal.
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Dada esa diversidad, no es posible considerar “la abstención” como un fenómeno unitario, simple, unívoco, por lo que nadie en particular podrá, nunca, atribuirse la paternidad política de ese complejo fenómeno. De hecho, la abstención es uno de los componentes de toda elección nacional, regional o local, siendo las más concurridas las presidenciales, y los de menos participación los eventos municipales y referendos.
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Salvo en casos espectaculares como las elecciones parlamentarias venezolanas del 4 de diciembre de 2005, que arrojaron 75% de abstención y un 7% de votos nulos, se considera “normal” un grado de abstención de hasta un 45-48%, más si se trata de elecciones municipales o referendos. En 2005 tuvimos una verdadera hecatombe política, de la cual emergió el más débil y lastimoso parlamento venezolano, sumiso, servil ante su amo, y sin estatura política real, pues no representa más que un 18% de la voluntad electoral.
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Si vemos la curva de abstención (www.cne.gov.ve) en las más recientes elecciones presidenciales venezolanas, ésta se mueve entre 25,94 en 2006 (Chávez III) y 43,69% en 2000 (Chávez II), con registros de 36,55% en 1998 (Chávez I) y 39,84% en 1993 (Caldera II). Sin embargo, en el referendo aprobatorio de la Constitución, el 15 de diciembre de 1999, la abstención fue de 55,63%; es decir, votó menos de la mitad de las y los electores, por lo que la carta política fundamental vigente recibió una aprobación minoritaria si se toma el conjunto del padrón electoral. Pero, en el referendo revocatorio presidencial del 15 de agosto de 2004, el ausentismo llegó al 30,08%, lo que demuestra que independientemente de los niveles de confianza en el ente electoral (CNE) el atractivo del nivel presidencial de los eventos es de máxima potencia. En 1999, había amplia expectativa por el incipiente proceso transformador iniciado con el triunfo electoral presidencial de diciembre de 1998. Los factores de oposición se plantaron negativamente ante la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente y cargaron con las consecuencias de haber promovido el sistema electoral mayoritario, que desestima la representación proporcional de la pluralidad política.
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En la actualidad, la tensión política está por coronar su cenit en torno a la reforma constitucional, por lo que la participación podría alcanzar niveles históricos, en cuanto a referendos se refiere. En esa eventualidad, el triunfalismo gubernamental podría entrar en pánico.
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EL PROBLEMA “CNE”No hay dudas en cuanto al sesgo pro oficialista del ochenta por ciento de los miembros del directorio del CNE (4-1), ni en el desequilibrio político entre los altos, medios y bajos funcionarios del ente comicial.
EL PROBLEMA “CNE”No hay dudas en cuanto al sesgo pro oficialista del ochenta por ciento de los miembros del directorio del CNE (4-1), ni en el desequilibrio político entre los altos, medios y bajos funcionarios del ente comicial.
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Ese es su talón de Aquiles: la gente del gobierno está muy satisfecha con el Consejo Nacional Electoral actual, mientras los opositores más obstinados no le dan ningún crédito; entre ambos extremos hay una gran gama de ciudadanos y ciudadanas que o bien critican los abusos y errores gubernamentales desde posiciones democráticas influenciadas por organizaciones políticas viejas y nuevas, o se oponen a las políticas gubernamentales desde ópticas independientes; ambas corrientes critican los sesgos en el CNE, pero son conscientes de la realidad política que exige enfrentar esas limitaciones sin dejar de castigar eficazmente al gobierno: votar “NO” en el referendo de diciembre próximo, es el arma.
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El fraude gubernamental está montado sobre la base del abuso de poder y el manejo ventajista de los recursos públicos, y no en el sistema electoral mismo, independientemente de las dudas que genera el control computarizado de las votaciones. La supervisión nacional e internacional de los comicios y el cotejo de comprobantes de votación y resultados electrónicos en más de la mitad de las mesas de votación es un mecanismo de verificación suficiente, como ocurrió en las elecciones presidenciales de 2006.
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VOTAR “NO”El gobierno no tiene intención de dar marcha atrás. La Asamblea Nacional que tiene a su disposición, va viento en popa hacia el referendo, previa aprobación del proyecto de reforma a finales de octubre próximo. Están en lo suyo, a las órdenes de Chávez. ¡Ah, caricatura de parlamento!
VOTAR “NO”El gobierno no tiene intención de dar marcha atrás. La Asamblea Nacional que tiene a su disposición, va viento en popa hacia el referendo, previa aprobación del proyecto de reforma a finales de octubre próximo. Están en lo suyo, a las órdenes de Chávez. ¡Ah, caricatura de parlamento!
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No hay vuelta. La mayoría se expresará; y puede ser en contra, si se produce una avalancha de votos negativos, como es previsible. El mejor negocio para Chávez, es la abstención de los potenciales votantes del “NO”, estimulando las argumentaciones sobre la desconfianza ante el CNE. Si la mayoría de la población electoral está realmente dispuesta a cerrarle el paso a las pretensiones autoritaristas y autocráticas de Chávez, éste puede sufrir su primera gran derrota política.
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