Vivir en la Mentira
Por: Alberto Barrera Tyszka
Chávez no vio a Juan Carlos. No lo oyó. Chávez sólo nos defendió de los ataques de la monarquía española las apariencias engañan. Lo importante no fue la pregunta del rey JuanCarlos. Lo importante fue lo que pasó después: Chávez se pasmó. No supo cómoreaccionar. Quedó demudado, con el alma boquiabierta, fuera de tiesto. Loimportante fue lo que pasó después del después: "Yo no oí al rey. Esa es laverdad", dijo el Presidente.
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Yo prefiero suponer que está mintiendo. Porque si en realidad no lo vio nilo oyó, nuestros problemas son más graves de lo que pensamos. Era imposibleno verlo, no oírlo. El rey estaba ahí, se inclinó, se le metió delante delos ojos, se dirigió a él... Juan Carlos de Borbón se le puso enfrente, enplan de "¡Coño, pana! ¡Déjalo hablar!", "¡Dale un chancesito a los demás!",pero al estilo español, por supuesto, seco y sin diminutivos. No fue,obviamente, la forma más saludable de diplomacia, pero el presidente Chávezdebería comprenderlo. También a él le gusta jugar rugby en las canchas debádminton.
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Pero, insisto, la pregunta del rey es, en el fondo, el detalle menor de todala secuencia.
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Mi amiga M también, a veces, se pone en cuclillas frente al televisor y ledice cosas al Presidente. Ella siempre lleva puesta una exasperación. Tieneun grito despierto, sentado sobre la vesícula, alerta. Cuando lo escuchadecir que los estudiantes son unos "niñitos ricos", "oligarcas", "jóvenes dederecha" o "infiltrados" a mi amiga le tiembla la mandíbula. "¡Eso es unembuste!", masculla. Si lo oye hablar del golpe de 2002 y narrar, con hondodramatismo, que "lo iban a fusilar", M alza los brazos y tirita deimpotencia: "¡Mentira!". Si lo escucha enumerar las bondades de su gobiernoy asegurar que ha "disminuido drásticamente la pobreza", mi amiga casisalta, llena de indignación, y espeta al televisor: "¿Cómo puedes decir eso?¡Es falso!".
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Chávez no está acostumbrado a que lo confronten tan de cerca, a tres metrosde distancia. La pregunta del rey lo dejó paralizado. Intuyo que esto fue loque más le molestó al Presidente. Y quizás pasó las siguientes horasmasticando el típico monólogo del arrepentido: "He debido pararme y decirleen ese mismo momento: ¡cállate tú, españoleto!", "¡Me hubiera puesto a echarchistes de gallegos!", "¡Aunque sea me hubiera metido con la revista Hola!","¡Cómo ni siquiera se me ocurrió cantarle con dinero o sin dinero, sigosiendo el rey!"...
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Nunca dijo nada. Más bien refirió, en una de sus versiones del cuento, quese había enterado de lo ocurrido en la noche, al llegar el hotel. En otromomento también dijo que, gracias a la amabilidad de la primera dama deNicaragua, pudo saber qué había pasado. En ambos casos, lo obvio es despedira Nicolás Maduro y a todo el grupete que lo acompañó en Santiago de Chile.¿Qué clase de equipo es ése? Terminó la cumbre, Chávez se despidió, salió,fue a un estadio, saludó, habló, cantó, regresó al hotel sin que nadie de suentorno fuera capaz de susurrarle: "Epa, pichón, qué buena vaina con eserey, ¿no?".
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Sin duda, yo prefiero pensar que Chávez tal vez miente. Que quizás oyó aJuan Carlos con puntual nitidez y se quedó con la pregunta en las manos, sinsaber qué hacer. Después, sí. Después, volvió a ser el mismo Chávez desiempre, el que todos conocemos. El Chávez que, con aires de inocencia, depronto casualmente sospecha que Juan Carlos de Borbón fue cómplice en elintento del golpe de Estado de 2002. El Chávez que, sin parpadear, se ofrececomo una víctima de 500 años del abuso criminal conquistador. El Chávez quetrabuca su boca en metáfora de los oprimidos de la tierra. El Chávezprofundamente militar, que respira en la confrontación, que entiende ladiferencia como una radical enemistad. Mi amiga M mastica su vesícula frenteal televisor.
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En su análisis sobre el postotalitarismo, Vlacav Havel afirma que "el poderes prisionero de sus propias mentiras y, por tanto, tiene que estar diciendocontinuamente falsedades. Falsedades sobre el pasado. Falsedades sobre elpresente y sobre el futuro. Falsifica los datos estadísticos. Da a entenderque no existe un aparato policíaco omnipotente y capaz de todo. Mientecuando dice que respeta los derechos humanos. Miente cuando dice que nopersigue a nadie. Miente cuando dice que no tiene miedo. Miente cuando diceque no miente".
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Havel señala que, en este tipo de sociedades, los individuos no estánobligados a creer en todas estas mentiras, pero sí deben comportarse como silas creyeran.
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Deben, entonces, "vivir en la mentira".
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Chávez no vio a Juan Carlos. No lo oyó. Chávez sólo nos defendió de losataques de la monarquía española, aliada ahora con los gringos. Chávez nosama y Borbón nos desprecia. Gracias a Dios, ya muy pronto ningún imperio nosamenazará. Con la reforma, Chávez será nuestro rey.
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