¿Resultado "no vinculante"?
Por: Argelia Ríos
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La buena estrella se le acaba de extinguir. Los resultados y su respuesta ante el revés le han dejado al desnudo. La relación con sus bastiones populares ya no es la misma. Está preñada de desencanto crítico. Su gran temor de hoy es que el pueblo sólo desea verle gobernar. Las revoluciones no llevan ese propósito. "Su" país le está advirtiendo seriamente que abandone la hiperpolítica para dedicarse, no a los asuntos del poder, sino a los de la cotidianidad. El vínculo con sus operadores también ha cambiado. Este hombre que hoy tienen ellos enfrente es la deriva de otro que, poco a poco, se está transformando en pasado. Necesita restablecer el orden y sólo sabe apelar a la amenaza. Pero el instrumento ya no es tan útil. El fracaso variará los grados de lealtad que sus adláteres le han proferido durante nueve largos años. "Podemos" constituye un ejemplo: demostró que se puede hacer política desde las esquinas críticas de la propia revolución.
La buena estrella se le acaba de extinguir. Los resultados y su respuesta ante el revés le han dejado al desnudo. La relación con sus bastiones populares ya no es la misma. Está preñada de desencanto crítico. Su gran temor de hoy es que el pueblo sólo desea verle gobernar. Las revoluciones no llevan ese propósito. "Su" país le está advirtiendo seriamente que abandone la hiperpolítica para dedicarse, no a los asuntos del poder, sino a los de la cotidianidad. El vínculo con sus operadores también ha cambiado. Este hombre que hoy tienen ellos enfrente es la deriva de otro que, poco a poco, se está transformando en pasado. Necesita restablecer el orden y sólo sabe apelar a la amenaza. Pero el instrumento ya no es tan útil. El fracaso variará los grados de lealtad que sus adláteres le han proferido durante nueve largos años. "Podemos" constituye un ejemplo: demostró que se puede hacer política desde las esquinas críticas de la propia revolución.
El Presidente teme a los efectos de liberación prolongada que, con certeza, tendrá el 2D. Cada intervención suya es una prueba de las gruesas consecuencias inevitables del evento y, por tanto, de la profundidad de su herida. El Chávez de hoy es diferente al del 4-F o al del 11-A: en ambas oportunidades exhibió frialdad. Ahora está mostrando otra esencia. Se siente desplomado: sabe que perdió algo más que unos votos y que la jornada del domingo representa una evidencia clara de que no estará por siempre en el poder. Con máquinas y maquinaria -además del poder del Estado- no le fue posible imponer su reelección indefinida¿ El 2D -cuya lección todavía se niega a aprender- quedará impreso siempre en su memoria: cuando llega el desencanto no basta con tenerlo todo a favor. Adicionalmente, la arrogancia con que está actuando no colabora con la superación del traspié.
Antes del domingo Chávez era un mandatario popular que sometió a consideración una propuesta impopular, pero no tomó la previsión de diseñar un guión para la derrota. Lo que está haciendo trasladará los rechazos directamente hacia su figura. Ha aceptado los números del CNE, aunque no sus efectos vinculantes. Si insiste en tomar atajos verá crecer ese 52 por ciento hasta niveles que su agitación no le permite visualizar. Una nueva reforma, estimulada por "iniciativa popular" abultará ese porcentaje: muchos "SÍ" del pasado domingo, al igual que muchos abstencionistas, se sumarán al "NO"¿ Desconocer los alcances del veredicto del soberano le elevará el costo natural del revés. Chávez ha proporcionado el mejor argumento para volver a decirle "NO" si fuere necesario. Con la reelección indefinida, no es verdad que el pueblo decidiría hasta cuándo se queda el mandatario.
El pueblo le ha dicho "NO" a la reforma, y él está desconociendo la sentencia. No hay más nada qué agregar: no merecía el cheque en rojo que buscaba.
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