La soberanía y el populismo
Por : Orlando Ochoa
La soberanía de un estado se puede definir como su libertad legal y política para tomar decisiones sin estar sometido al control externo de otro estado. La defensa de la soberanía nacional inspira solidaridad entre los ciudadanos cuando se percibe la amenaza real de una potencia extranjera. Sin embargo, la manipulación política inescrupulosa de este sentimiento ha llevado a tragedias. En nombre del presunto resguardo de la soberanía, la historia recoge muchos ejemplos de gobernantes que recurren a crímenes, guerras, así como al expediente de acusar por traición a la patria a los opositores. En el caso de un gobernante populista como Hugo Chávez, la asignación de culpas a los imperialistas se ha vuelto un recurso cotidiano para eludir responsabilidades.
Investigaciones sobre la “mentalidad populista” han encontrado que ésta – al igual que ocurrió en el origen de movimientos fascistas o extremistas socialistas/comunistas - se identifica con una reacción instintiva contra los cambios en la forma de vida tradicional (el caso en nuestro país de la idealización del conuco versus el latifundio), donde se encuentran fuerzas ocultas nacionales o extranjeras que conspiran contra lo bueno y tradicional. El profesor Ghita Ionescu indica que la mentalidad del populismo consiste en un profundo complejo de inferioridad y de manía persecutoria, sublimizado en una aspiración absoluta de hermandad en justicia, participación y pureza.
Los populistas casi siempre desconfían de las instituciones de la democracia representativa y tienden a favorecer los instrumentos de “democracia directa”. Cuando el pueblo haya destruido los centros de conspiración del capitalismo, los politiqueros, los medios de comunicación manipuladores y los banqueros (aunque los lideres revolucionarios chavista ha hecho una excepción con estos últimos y los han convertido en sus socios), entonces el pueblo se manejará por si mismo y todos participaran en las decisiones. No hay una nación en el mundo que se haya desarrollado en forma autónoma bajo el populismo de izquierda o de derecha. De continuar prevaleciendo el populismo en Venezuela, el estancamiento nos mantendrá como una nación subdesarrollada y corrupta cuya soberanía puede llegar a ser vulnerable ante el rápido avance económico y la modernización de nuestros países vecinos.
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