¿Dónde están los políticos de la oposición?
La oposición democrática no ha logrado, hasta ahora, construir (y mucho menos vender) una visión creíble y viable de país que se contraponga al neo comunismo de Hugo Chávez.
Es cierto que los partidos políticos oposición han venido actuando de manera más constructiva en los últimos dos años. Se han obtenido algunos avances de unidad; se han recuperado espacios regionales y locales importantes y, sobre todo, han contribuido a que no mueran los valores de libertad y democracia, como lo hubiera querido Chávez.
Sin embargo, aunque estas conquistas son importantes aún son muy endebles ante la magnitud de la destrucción del país que ha ocurrido en esta década. Se requiere todavía de mucho más empeño para alcanzar el éxito en la tarea de reconstrucción que se tiene por delante.
En estos momentos, el Gobierno le ha dado a la oposición política una oportunidad de oro para definir una alternativa de país que promueva y defienda a la empresa y a la propiedad privada, a fin de reactivar el aparato productivo nacional y la creación de fuentes de trabajo.
No obstante, ni el acelerador que se le ha dado al neo comunismo en esta última semana ni la crisis económica parecieran que han hecho reaccionar a la oposición política. Lo que es peor, hoy luce anárquica y desorientada.
La dirigencia de la oposición no ha reaccionado ante la última ola de ilegalidades ni se ha alzado su voz ante la grave situación que mantiene al sector empresarial en jaque, bajo la amenaza del Gobierno de seguir expropiando a diestra y siniestra industrias y tierras.
No ha denunciado las resoluciones ministeriales que controlan la movilización y la producción de los alimentos, que a la larga terminarán por promover más escasez, inflación y desempleo.
Tampoco han dicho ni pío, salvo algunas honrosas excepciones, sobre la grave situación laboral de los trabajadores públicos (incluyendo los de PDVSA y las empresas de Guayana).
No han denunciado el desamparo en la protección social de los maestros y médicos de la administración pública. Menos aún han denunciado el irrespeto a los convenios de los contratos colectivos, como los del Metro de Caracas, o la violación de los derechos a sindicalizarse de la que han sido objeto los trabajadores del Metro de Valencia y del Canal i.
Igual de grave es el silencio de la supuesta dirigencia alternativa ante los cambios inconstitucionales que se están llevando a cabo en
Hugo Chávez, le ha servido la mesa a la dirigencia política de la oposición en bandeja de plata, para que ésta ofrezca su visión de país y su modelo económico de desarrollo que contraste con la destrucción que propone el Socialismo del Siglo XXI. ¡Ojalá no la desperdicien!
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