Cámbialos...
Por: Robin Rodríguez
Ofrecieron una revolución que combatiría la corrupción, la dependencia de nuestra economía y que garantizaría una democracia para todos los venezolanos; pero en estos diez años hemos visto el incremento cada vez mas descarado del clientelismo político (practica que lesiona la dignidad de los seres humanos), donde los ciudadanos son obligados exhibir el emblema del partido de gobierno para acceder a ciertos derechos contemplados en la constitución que estos falsos revolucionarios halagaban como la mejor del mundo. A pesar del “discurso encendido” del presidente contra el imperialismo y las transnacionales; durante su mandato, han convertido a las corporaciones petroleras en socios de la explotación de nuestro petróleo (quienes representan a su vez, los monopolios automotriz y energéticos del planeta), a la vez de incrementar la importación de la mayoría de los rublos que consumimos y utilizamos, en detrimento de los productores nacionales y de la soberanía económica de la nación.
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La demagogia y manipulación del régimen ha llegado al descaro de ubicar una escuálida beca que reciben algunos venezolanos de los segmentos mas empobrecidos de la población, como una medida que encarna la transformación revolucionaria de la sociedad; cuando el progreso y el bienestar social esta asociado al incremento de la productividad del país y no en el capitalismo de Estado reinante en Venezuela con una economía sustentada en la monoproducción (venta de petróleo) y en la distribución demagógica y populista de los ingresos que genera dicha actividad. Realidad que ocultan con mucha habilidad y perversidad, puesto que utilizan el resentimiento de la población hacia las cúpulas del pasado y la falta de una propuesta de gobierno de carácter progresista por parte de la oposición, para vender la imagen de Chávez como redentor de los mas pobres, cuando en verdad, ha desarrollado las políticas entreguistas y neoliberales de las cúpulas que lo antecedieron el poder.
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Al cuadro descrito podemos agregar la gran incapacidad y el derroche de recursos en proyectos fracasados como los gallineros verticales, los cultivos organofonicos, los Fundo Zamoranos, los proyectos encógenos, la red de cooperativas y los ejes de desarrollo. Con el agravante de una grosera corrupción que ha contado con la complicidad del propio presidente, de la Asamblea Nacional, el TSJ y la Defensoría del Pueblo; situación que ha desatado el descontento en el seno de los sectores progresistas y verdaderamente revolucionarios que aun forman parte de las filas del oficialismo, dado al vacío de un referente político progresista, revolucionario y democrático. Entre los casos emblemáticos de encubrimiento ante serias denuncias de corrupción, se encuentran el caso de la familia presidencial en Barinas, el caso del maletín de Antonini Wilson, las denuncias del padre Palmar contra el ministro Rafael Ramírez y la reciente negación de la Asamblea Nacional de investigar las gestiones de Diosdado Cabello y Rangel Ávalos.
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El hecho que un connotado dirigente de los sectores progresistas y revolucionarios que aun conviven dentro del chavismo, como el periodista y constituyente Vladimir Villegas, tenga la gallardía de exigir un cese de la agresividad y la división entre los venezolanos, estimuladas desde la propia presidencia de la republica y que dirigentes como Douglas Bravo, Orlando Chirinos y Pastora Medina se agruparan en un frente contrario a esta falsa revolución; nos indica que debemos estimular el fortalecimiento de una corriente progresista y de izquierda, donde PODEMOS, el MAS, Vanguardia Popular, La Causa R, Radar de los Barrios, Paso a la Nueva Democracia, entre otros dirigentes, canalicemos el sentimiento de cambio de los venezolanos a la par de contener la embestida autoritaria del régimen.
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