La claridad:¿Qué pasó con los campamentos de las FARC?
Paloma Valencia Laserna
Fuente: Diario del Huila.com
¿Qué pasó con los campamentos de las FARC?
Las denuncias que hizo el gobierno de Colombia sobre la presencia de campamentos guerrilleros en Venezuela son muy graves. La solicitud de una comisión internacional para verificarlas era sensata y necesaria. Por ello, sorprende que después de la reunión entre el nuevo presidente Santos y el mandatario venezolano, la nueva Canciller Holguín anunciara que ya no era necesaria la comisión de verificación.
En el discurso en Santa Marta, Chávez repitió que no había tales campamentos en Venezuela. Santos eludió el asunto con generalidades. Luego nuestra canciller habló de la confianza en entre los dos gobiernos; alabó creación de comisiones binacionales para solucionar los problemas de seguridad en la frontera y la recuperación de los más de 800 millones de dólares que le deben a los empresarios colombianos; y anunció que no habrá comisión internacional de verificación.
Este resultado puede significar dos cosas: el expresidente Uribe, su administración y la inteligencia colombiana estaban equivocados y los campamentos no existen; o el nuevo gobierno considera que si hay o no tales campamentos es un tema secundario. En cualquier caso el país debe saberlo.
Lo que pasó es un misterio. La reunión a puerta cerrada y la información parca que se dio nos dejó sumidos en la perplejidad. Las frases huecas que anuncian la nueva etapa de las relaciones colombo-venezolanas guardan un silencio inapropiado sobre lo que es fundamental para Colombia, a saber, los campamentos guerrilleros. Si a alguno se le olvidó que tipo de enemigo es el narcoterrorismo de las FARC, ahí están la bomba en Bogotá, los bloqueos de carreteras y enfrentamientos en el Cauca, para refrescar la memoria. Los narcoterroristas tenían sitiada a Colombia y aún podría volver a suceder. Es una lucha sobre la que no podemos ceder.
Hay evidentemente un cambio de estilo de gobierno. Reuniones a puerta cerrada, que destacó la canciller Holguín al decir que todo fluye mejor “sin medios de comunicación de por medio”. Un pleonasmo para alejar la capacidad de los pueblos de saber qué y cómo deciden sus representantes. Una canciller más preocupada por los asuntos monetarios que por la seguridad nacional. Cambiamos comisiones internacionales visibles, por comisiones insulsas que dilatan problemas graves. Renunciamos ante la comunidad internacional a una petición legítima y perdimos credibilidad. Tenemos un Chávez que puede venir a Colombia y llamar mentirosa a la institucionalidad en frente del presidente, hacer manifestaciones públicas y recibir aplausos. Un país que tiene que ignorar lo que sabe.
Un buen líder encarna la ideología de las mayorías. No se trata de un embeleco con la persona, sino de una empatía ideológica. Ese es el caso de Uribe; su manera de entender el país y priorizar los problemas corresponde a la de la generalidad. Pueden hacérsele muchas criticas, pero en el juego democrático la mayoría decide. Así que si Santos se aparta de la visión de Uribe, se aleja del querer del grueso de los colombianos.
Ni países ni organismos internacionales realizarán tareas de verificación respecto a las denuncias sobre supuesta presencia de las Farc en Venezuela. Así lo afirmó la canciller María Ángela Holguín, quien liderará la consolidación de la nueva era binacional. Además destacó la confianza generada entre los presidentes Juan Manuel Santos y Hugo Chávez, como clave para lograr el restablecimiento pleno de las relaciones.
Las denuncias que hizo el gobierno de Colombia sobre la presencia de campamentos guerrilleros en Venezuela son muy graves. La solicitud de una comisión internacional para verificarlas era sensata y necesaria. Por ello, sorprende que después de la reunión entre el nuevo presidente Santos y el mandatario venezolano, la nueva Canciller Holguín anunciara que ya no era necesaria la comisión de verificación.
En el discurso en Santa Marta, Chávez repitió que no había tales campamentos en Venezuela. Santos eludió el asunto con generalidades. Luego nuestra canciller habló de la confianza en entre los dos gobiernos; alabó creación de comisiones binacionales para solucionar los problemas de seguridad en la frontera y la recuperación de los más de 800 millones de dólares que le deben a los empresarios colombianos; y anunció que no habrá comisión internacional de verificación.
Este resultado puede significar dos cosas: el expresidente Uribe, su administración y la inteligencia colombiana estaban equivocados y los campamentos no existen; o el nuevo gobierno considera que si hay o no tales campamentos es un tema secundario. En cualquier caso el país debe saberlo.
Lo que pasó es un misterio. La reunión a puerta cerrada y la información parca que se dio nos dejó sumidos en la perplejidad. Las frases huecas que anuncian la nueva etapa de las relaciones colombo-venezolanas guardan un silencio inapropiado sobre lo que es fundamental para Colombia, a saber, los campamentos guerrilleros. Si a alguno se le olvidó que tipo de enemigo es el narcoterrorismo de las FARC, ahí están la bomba en Bogotá, los bloqueos de carreteras y enfrentamientos en el Cauca, para refrescar la memoria. Los narcoterroristas tenían sitiada a Colombia y aún podría volver a suceder. Es una lucha sobre la que no podemos ceder.
Hay evidentemente un cambio de estilo de gobierno. Reuniones a puerta cerrada, que destacó la canciller Holguín al decir que todo fluye mejor “sin medios de comunicación de por medio”. Un pleonasmo para alejar la capacidad de los pueblos de saber qué y cómo deciden sus representantes. Una canciller más preocupada por los asuntos monetarios que por la seguridad nacional. Cambiamos comisiones internacionales visibles, por comisiones insulsas que dilatan problemas graves. Renunciamos ante la comunidad internacional a una petición legítima y perdimos credibilidad. Tenemos un Chávez que puede venir a Colombia y llamar mentirosa a la institucionalidad en frente del presidente, hacer manifestaciones públicas y recibir aplausos. Un país que tiene que ignorar lo que sabe.
Un buen líder encarna la ideología de las mayorías. No se trata de un embeleco con la persona, sino de una empatía ideológica. Ese es el caso de Uribe; su manera de entender el país y priorizar los problemas corresponde a la de la generalidad. Pueden hacérsele muchas criticas, pero en el juego democrático la mayoría decide. Así que si Santos se aparta de la visión de Uribe, se aleja del querer del grueso de los colombianos.
Ni países ni organismos internacionales realizarán tareas de verificación respecto a las denuncias sobre supuesta presencia de las Farc en Venezuela. Así lo afirmó la canciller María Ángela Holguín, quien liderará la consolidación de la nueva era binacional. Además destacó la confianza generada entre los presidentes Juan Manuel Santos y Hugo Chávez, como clave para lograr el restablecimiento pleno de las relaciones.
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