Revolución bastarda
La mal llamada revolución bolivariana se ha reducido a un proyecto autoritario militarizado, a la imposición de políticas reguladoras por parte del Estado, y a la puesta en acción de un asistencialismo estatal de corte caritativo para las capas más pobres de la sociedad. Estos “programas sociales”, lejos de romper con el circulo vicioso de la pobreza, sólo buscan institucionalizar un control político de los ciudadanos, comprometiéndolos electoralmente con las propuestas oficialistas. Igualmente, este socialismo felón persigue la instauración de un capitalismo de Estado explotador (estatizaciones de algunas empresas), medidas que no pueden ser interpretadas como tendientes a la supresión del capitalismo.
Esta política oficial no ha favorecido, ni favorece, el establecimiento de un proyecto socialista, que pasa necesariamente por la socialización (no estatización) de los medios de producción en manos de la burguesía. Lo que si ha impulsado es el desarrollo de una facción burguesa emergente enriquecida aceleradamente al calor del negocio petrolero, las inversiones estatales y el manirroto gasto público social.
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La inclusión del termino "socialismo" en la retórica de este proyecto perverso, responde a la necesidad de contar con el apoyo de los trabajadores y de los más necesitados, a fin de mantenerse y perpetuarse en el poder. Lo que si contempla este proyecto farisaico es la imposición de un pensamiento único, la conculcación de las conquistas laborales, la criminalización de la disidencia por pequeña que esta sea, el fortalecimiento de la jerarquía burocrática del Estado, así como la consolidación de una estructura militar y paramilitar (milicias) con fines represivos. Además, pretende convertir a los venezolanos en sujetos acríticos, alienados por un hiperlíder, a quien se le debe rendir un incuestionable culto a su persona, y profesar una ciega fidelidad, todo ello alimentado por un fanatismo de corte religioso. Ya lo decían los fascistas en su tiempo: “Il Duce sempre ha ragione”, es decir, el caudillo siempre tiene la razón, es infalible.
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El futuro de esta revolución bastarda está agotado. Todo indica que el social-militarismo de Chávez y su grupete ha entrado en una fase decadente, donde solo la represión le garantiza su permanencia en el poder. Lo que fue una ilusión, una esperanza para muchos venezolanos, se ha reducido a un movimiento político fascista nutrido con proclamas demagógicas, que se ha limitado a rejuvenecer con nuevos actores al proyecto de dominación que ha imperado en el país.
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La mal llamada revolución bonita, esta acabando en una perversa maquinaria burocrático-militar putrefacta, dispuesta a imponer mediante la bota un opresivo proyecto explotador a los venezolanos.
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Lamentablemente este abyecto modelo de gobierno ha contado con la solidaridad de un rebaño de renegados ideológicos y lambebotas de oficio, quienes con un falso ropaje de izquierda, siguen hablando y escribiendo sobre los beneficios, logros y triunfos de esta supuesta revolución. Son los arribistas que, desde siempre, pero más en estas épocas, se prestan para avalar falsos discursos radicales, fogosas intervenciones llenas de “revolución” con lo que pretenden embaucar a los más necesitados.
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El que no conoce la verdad es simplemente un ignorante. Pero el que la conoce y la llama mentira, ¡ese es un criminal!
Bertolt Brecht
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