Bolivia: un nuevo fracaso del nacional-populismo
Por: José Rafael López Padrino
Los trabajadores bolivianos han forzado al gobierno nacional-populista de Evo Morales a negociar y rectificar sus políticas económicas neoliberales, las cuales han conllevado a un aumento de la pobreza extrema y precariedad laboral. Durante varios días desarrollaron un paro nacional que obligaron a Morales a decretar un aumento salarial mayor (12%) que al ofertado originalmente. Ya en Diciembre (2010) los trabajadores y sectores populares habían protagonizado una explosiva protesta durante el famoso “gasolinazo”. El gobierno mediante el decreto 748, dispuso un incremento de los carburantes hasta en un 83%, a fin de financiar la falsa e insustentable prosperidad boliviana. Decreto que fue derogado por el propio Morales dada la magnitud de la protesta popular.
Después de 6 años de políticas neoliberales y populistas, amplios sectores de la sociedad boliviana, incluyendo a la Central Obrera Boliviana, que en un principio apoyaron el “proceso de cambio” de Morales, han comenzado a marcar distancia política. Se han convencido que el “proceso de cambio” no es más que una recolección de consignas sin contenido ideológico y de medidas populistas, en las cuales el vocablo “pueblo” -masa heterogénea desde el punto de vista clasista- ocupa un lugar mágico. Que a pesar de los diversos matices con que el populismo se presenta en Latinoamérica, todos ellos comparten el culto al líder carismático, la figura del “profeta predestinado por la providencia”, que resolverá de una buena vez y para siempre los problemas del pueblo, y que exige obediencia, disciplina a sus sumisos y vociferantes seguidores.
Morales pregona como buen populista, interpretar la “voz del pueblo boliviano”, la cual dice asumir como verdad oficial, y única. Sin embargo, cuando ese mismo pueblo (trabajadores, campesinos) salen a protestar por sus reivindicaciones sociales y por sus derechos laborales (como sucede en nuestro país con los trabajadores de Cemex, o los profesionales de la enfermería) son descalificados y sus protestas son criminalizadas. Consecuente con este maniqueísmo político, el “hermano Evo” calificó de “mentirosos y mezquinos” a los trabajadores movilizados, y tildó a la protesta de antipatriótica pues estaba siendo financiada por el imperialismo norteamericano. Discurso que nos es muy familiar y que le hemos escuchado al tte coronel cada vez que un sector de la vida nacional sale a protestar por sus derechos y reivindicaciones. En resumen, se atropella y se descalifica en nombre del pueblo.
Los gobiernos nacional-populistas, como el de Morales, imponen agendas económicas neoliberales (pago de la deuda externa, flexibilización laboral, trato preferencial al capital transnacional, impuestos regresivos, endeudamiento irresponsable, etc.) las cuales lejos de reducir la pobreza, generan más dependencia y mayor marginalidad social. Además, abominan la división de los poderes, lo cual consideran contrarios a la "voluntad popular", por lo que impulsan la concentración de los mismos bajo el puño represor, del "líder". Pero tal vez, lo más importante es que estos populismos domestican y conculcan la independencia de los trabajadores y de los movimientos sociales a fin de castrar sus reivindicaciones socio-económicas. Ejemplo de ello lo vemos en Ecuador, Bolivia y Venezuela.
El gobierno del “hermano Evo” se ha alimentado mayoritariamente de sectores sociales atrasados políticamente (indígenas), que acumulan profundos resentimientos sociales al haber sido ignorados históricamente. Al reivindicar el "Estado Plurinacional", Morales invoca un discurso con una fuerte carga emocional, que apela directamente a las masas indígenas, desconociendo el papel fundamental de la clase trabajadora en los procesos de transformación social.
No olvidemos que el nacional-populismo (civilista o militarista), no es una opción válida para los trabajadores y los explotados en general. Se trata de un anquilosado capitalismo de Estado (Estadolatría), que impulsa un tipo de política social asistencialista, de dádivas, alimentado por una falsa retórica socialista. Asistencialismo estatal que implica una obediencia incondicional de los beneficiados a la agenda política del proyecto dominante.
El fracaso del proyecto de Morales es una muestra de los límites ideológicos de los proyectos nacional-populistas que pululan en nuestra América, los cuales al perder el apoyo de las mayorías debe recurrir al chantaje, la coacción y la represión para eternizarse en el poder. Representan proyectos que apuntalan Capitalismos de Estado explotadores que pisotean las conquistas socio-económicas de los trabajadores. Que históricamente están destinado al fracaso por su orfandad ideológica, por sus prácticas clientelares, por sus abusos confiscatorios de la pluralidad política, por sus prácticas fascistas en contra de la disidencia política, por su rechazo práctico no teórico a la diversidad de pensamiento, por sus afanes militaristas y guerreristas. Son los fabricantes de falsas esperanzas e ilusiones entre los humildes del siglo XXI.
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