Makled y el problema de su extradición
Por: José Obdulio Gaviria
Hegel dijo que los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen dos veces. Marx, burletero (pensando en el segundo Bonaparte), remató: “una vez como tragedia y otra vez como farsa”. Pues sí. El comunismo del siglo XIX, fundado por Marx, fue una tragedia. El comunismo del siglo XXI, fundado por el chocarrero Chávez, es una tragicomedia.
La Cancillería colombiana no debe llamarse a engaños. Aquel supuesto daño del avión de Chávez que frustró la cumbre con el Presidente Santos en Cartagena fue una burda patraña. Realmente, Chávez quería presionar para que le despacharan, ese mismo día, a Makled; como Colombia no se plegó a sus deseos, enrumbó sus aviones hacia Caracas. Chávez sabe bien lo que quiere. ¿Nosotros, también?
Puede que a la canciller Holguín le fastidie tener que fundamentar su argumentación para enviar a Makled a Estados Unidos en la doctrina de la Seguridad Democrática; doctrina que, como sabemos, supo resolver adecuadamente ese falso dilema que solía plantearse antes del 2002: como en Venezuela impera el viejo comunismo marxista, ¿qué hacer?, ¿fortalecemos el comercio y nos olvidamos de enfrentar al terrorismo? Uribe demostró que se podían hacer ambas cosas.
Ahora, si la Cancillería no quiere apoyarse en experiencias y textos de Uribe, bien pudiera tomar como fuente un libro que aboca otro falso dilema universal: las memorias de Donald Rumsfeld, el ex secretario de Defensa, quien hubo de lidiar en el 2001 la mayor amenaza terrorista conocida.
Cuenta cómo Reagan tomó por los cuernos el toro de la Unión Soviética: “Por años, antes de que Reagan llegara a la presidencia, la arquitectura del gobierno federal y el establecimiento de la política exterior fueron construidos a partir de la noción de la coexistencia pacífica, o détente, con los soviéticos”.
Rumsfeld nos recuerda que no era bien visto aproximarse a la Guerra Fría “como una situación de gana-pierde, porque la Unión Soviética era considerada un hecho infortunado de la vida”. Reagan, en cambio, simplificó así el problema con la URSS: “mi idea de la política americana es simple: nosotros ganamos y ellos pierden”. Los críticos “se burlaron como si se tratara de una simple bravuconada; pero la verdad es que esta era una gran idea, clara y transformadora”.
Reagan, sigue diciendo Rumsfeld, sabía que grandes cambios podían ser hechos por un presidente que hubiera pensado bastante en el asunto, que estuviera determinado a redirigir la política y que tuviera un equipo de funcionarios experimentados listos para implementar su visión. Es evidente que la sabiduría de Reagan acerca del problema soviético era total. Por eso cumplió lo que se propuso hacer.
La Cancillería debería dar por sentado: 1) que Chávez está en el meollo del terrorismo mundial (las denuncias del libro El palestino nunca han sido rectificadas por Venezuela); 2) que la droga es el combustible que mueve al terrorismo; 3) que Makled debe ser un instrumento para acelerar la caída del dictador y darle el golpe de gracia a la financiación del terrorismo.
El interés de Colombia es que Makled comparezca ante la justicia norteamericana. Hagamos, entonces, lo que nos corresponde hacer.
Etiquetas: narcoestado
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