Los terroristas legalizados
Por: Eduardo Quintana
Fuente: ABC Digital - Paraguay
Las distintas organizaciones de derechos humanos de Siria cifran el número de muertos entre 500 y 600 en las últimas semanas, por la dura represión de la dictadura de Bachar al Asad. El número de desplazados aumenta a la par de los enfrentamientos; cientos de ciudadanos esperan impacientes ingresar a Turquía o el Líbano, tratando de huir de la brutal masacre de las fuerzas públicas del régimen. El Consejo de DD.HH. de la ONU condenó el viernes el “uso de la fuerza letal” por parte de las autoridades y resolvió enviar un misión urgente al país asiático para interiorizarse sobre los últimos acontecimientos.
Poco después del 15 de marzo, cuando comenzaron las revueltas, el gobierno sostuvo que haría reformas políticas en el país petrolero y que las instituciones gubernamentales cambiarían radicalmente su política autoritaria. Lamentablemente, las transformaciones no llegaron y mientras las manifestaciones se agudizaban, el gobierno reforzó la represión.
El propio dictador al Asad indicó que las masacres que tuvieron lugar en las últimas semanas se cometieron contra “terroristas” y no contra ciudadanos civiles. Aunque, la realidad es muy distinta. La gente está hastiada del totalitarismo del Partido Baaz en las últimas décadas y por eso, en varias ciudades se realizaron marchas y manifestaciones pacíficas que fueron contestadas con bombas y balas por parte del estado.
En estos momentos, la localidad de Deraa, la principal urbe donde se iniciaron los primeras protestas este año, está asediada por el ejército, que no permite que nadie entre o salga sin autorización de los militares, no se puede encontrar alimentos y tampoco se puede enterrar a los caídos. Allí se realizó una matanza en los últimos días, donde intervinieron hasta tanques de las fuerzas armadas y armas semipesadas.
Los únicos dos países que aún apoyan al régimen sirio son la dictadura teocrática de Irán, que podría perder un aliado estratégico contra Israel, y Venezuela, dirigida por un líder mesiánico y con aires autoritarios. Desde que comenzaron las revueltas en el mundo árabe, Teherán apoyó oficialmente los cambios en Túnez y Egipto, halagándose incluso por ser, supuestamente, inspiradora con la revolución islámica de 1979.
Ahora, en cambio, además de enfrentar un crisis institucional interna entre el dictador Mahmud Ahmadinejad y los clérigos musulmanes, la teocracia desconoce las reivindicaciones de los ciudadanos sirios y apoya férreamente a sus colegas de Damasco.
La masacre sistematizada y organizada por el gobierno de al Asad es, desde todo punto de vista, indefendible y deberá cesar con las sanciones de la ONU y de las potencias internacionales. De lo contrario, esto fortalecerá las represiones en Arabia Saudita, Irán, Yemen y Bahréin, que soportan dictaduras igualmente primitivas.
Lo que la comunidad internacional omite, conscientemente o no, es el terrorismo estatal vigente en varios países del mundo, a pesar de los avances en materia de políticas a favor de los derechos humanos. De poco sirven las reglamentaciones globales en materia en respeto a derechos fundamentales si varios gobiernos siguen violando sistemáticamente la normativa.
La presión contra las últimas dictaduras del mundo sigue siendo escasa, alentada principalmente por una complicidad fruto de las relaciones comerciales y por el statu quo defendido por China y Rusia, que tienen distintos focos de problemas en varias partes de sus respectivos territorios.
El levantamiento de un grupo de individuos contra las arbitrariedades cometidas por los representantes del estatismo y del totalitarismo es peligroso únicamente para aquellos que defienden una filosofía del sometimiento y la muerte. Los gobiernos que pretenden sobreponer la idea del estado al individuo son los que tiemblan cuando las revueltas se esparcen como un virus por todo el globo.
equintana@abc.com.py
Etiquetas: Genocidas
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