FARC, como ETA y a su paso
Fuente: República.com
Con una más que sospechosa sincronía con el nuevo
discurso etarra, en la gestión de su correspondiente derrota, el
narcoterrorismo colombiano de las FARC, tras del sucesivo
descabezamiento de sus principales dirigentes en los últimos tiempos –
durante la presidencia de Álvaro Uribe, siendo ministro de Defensa Juan Manuel Santos,
el actual jefe del Estado -, ha echado a volar un comunicado anunciando
el fin de los secuestros y la liberación de algunos de los rehenes que
mantienen en su poder; en su mayoría militares y policías, después del
fusilamiento de cuatro de ellos hace sólo unas semanas, y luego de que
el Gobierno de Santos preparase ya una nueva ofensiva contra las
bandas, que operan en el país desde 1964, al inicio de la presión
soviética, por la vía revolucionaria, en el hemisferio iberoamericano.
Llama poderosamente la atención que el tal comunicado se produzca en
paralelo cronológico con el que ETA anunció el fin de la “lucha armada”.
Aunque tampoco sin acompañar la noticia de la correspondiente al
propósito de su disolución; pero sí desde la compartida insistencia en
la negociación política para llegar por medio de ella al fin del
correspondiente “conflicto”.
El hecho de que el mundo etarra se haya reinstalado en las
instituciones desde la flexión política por parte de José Luís Rodríguez
Zapatero, auxiliado puntualísimamente por su entonces ministro del
Interior Alfredo Pérez Rubalcaba, parece haber sido el detonante de esta
maniobra de las FARC con
el objeto de volver al tiempo anterior del tiempo perdido y las
negociaciones baldías con el Gobierno de Bogotá. Todo tan inútil como
auspiciado desde Caracas por el mismo Hugo Chávez,
ahora nuevamente ingresado en un quirófano de La Habana para
intervenirle otra tumoración nuevamente aflorada, cuando aún no hace un
año que le intervinieron dos veces.
Como bien se sabe, hay más que sólo coincidencias – por las
convergencias – entre los dos terrorismos. La relación se sostiene en
las estrechas colaboraciones entre unos y otros bandidos dentro del
carrusel en que se encuentran articulados los etarras residentes en
distintos países suramericanos. Muy especialmente en el caso de
Venezuela, donde abundan los casos de relación simbiótica de los más de
ellos con el chavismo, cuyo porvenir han oscurecido tanto la grave
afección cancerosa que padece el jefe del Estado como la unificación
electoral – en el elegido Carriles – de todas las
fuerzas opositoras. Una cosa y la otra han quebrado por su misma base
las perspectivas de continuismo que compartían los chavistas de toda
condición y pasaporte, incluidos los castristas en su isla y los
instalados en la Venezuela de las arcas exhaustas (reservas de 5.586
millones de dólares y deuda externa de 130.000 millones de dólares),
como reconoció el propio caudillo bolivariano casi al pie del avión que
le llevó de nuevo al hospital de los hermanos Castro.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, como no podía ser de
otra manera, ha dicho al conocer el comunicado de las FARC que lo
anunciado va en la buena dirección pero que es insuficiente… De lo que
no se apean ni la guerrilla de allí ni los proetarras de aquí, ahora en
el Kursaal donostiarra ni en todo el discurso histórico
de los batasunos, es de esas claves semánticas, como lo del
“conflicto”, que son por sí mismas tanto como una petición de principio.
¿Qué conflicto? Unos y otros, los de las FARC y los de la ETA no tienen
otra ambición que la de que se les abran las puertas de las instituciones por el sólo hecho de dejar de matar. Sería tanto como que el Estado se aviniera a reconocer su derrota ante la barbarie.
Etiquetas: Banda Terrorista ETA, narcoterrorismo
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