Los orígenes del Liberalismo (III)
Por: Jorge Cebrian
Aunque las ideas de Locke poco a poco se iban abriendo paso en la mentalidad de los estamentos privilegiados europeos gracias al movimiento de la Ilustración, el mundo en general no era consciente de los nuevos acontecimientos que se iban a producir en tan poco espacio de tiempo.
En 1783 y tras una guerra contra Inglaterra, nace la primera nación concebida como una comunidad de ciudadanos libres que se gobiernan así mismos: los Estados Unidos. El primer país plenamente libre del mundo y con un modelo democrático. Inglaterra reconocía la independencia de las 13 colonias, lo cual supuso un alivio para España, pero no por mucho tiempo. Mientras esto pasaba en Norte América ¿qué sucedía al otro lado del Atlántico?
Tras la muerte en 1788 de uno de los monarcas más ilustres de nuestra historia, Carlos III, (teniendo en cuenta los que van a venir después) España había comenzado a adquirir los perfiles actuales de la nación, como los símbolos, incluso la bandera e himnos. Muchas nuevas figuras surgían en lo que quedaba de aquel Imperio donde, según Felipe II: “Nunca se ponía el Sol”. Una de ellas fue el hombre con el nombre de los tres reyes que según la Biblia visitaron a Jesús en su nacimiento: Baltasar Gaspar Melchor de Jovellanos.
Conservador en las costumbres, este asturiano conocía el pensamiento de los más celebres ilustrados europeos como Montesquieu, Voltaire y por supuesto Locke. Su objetivo fue la reforma de la sociedad española, pero no su revolución. En economía, bajo el nuevo rey Carlos IV (al que yo llamo el Luis XVI español, tanto por personalidad como por su falta de iniciativa), quería mejorar la vida del campo, perfeccionando los cultivos y por qué no, reducir el número de tierras en manos de la Iglesia. Pero como escribió Cervantes en su obra El Quijote “Con la Iglesia hemos topado amigo Sancho”. Además se preocupó por la minería, que ahora tan de actualidad por desgracia sabemos que está, redactando informes a la Corte sobre la situación en Asturias, Cantabria y el País Vasco.
España a finales del XVIII, seguía siendo un país atrasado en todos los sentidos. La educación seguía en manos de Iglesia, el número de habitantes estaba por debajo del resto de Europa, las infraestructuras eran deprimentes y así podríamos continuar. Todo esto Jovellanos quería cambiarlo y reformarlo, pero para infortunio de la Ilustración española, se va a producir en Francia en 1789, un acontecimiento que echará abajo todos estos planes de reforma en España: La Revolución francesa.
De nuevo y para su desgracia, entraría en la vida de los ilustrados españoles “la policía secreta de la Iglesia”: La Inquisición.
Etiquetas: Liberalismo
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