TERRORISMO: El caso Nisman y Caracas.

EXPEDIENTE

La muerte de un fiscal en Argentina ha filtrado grabaciones telefónicas de una investigación judicial, en la que los involucrados mencionan a un contacto establecido en territorio venezolano. 

Por Joseph Poliszuk

EL UNIVERSAL

El caso Nisman rebota en Venezuela. El fiscal argentino Alberto Nisman -el mismo que apareció muerto el 18 de enero en su apartamento de Buenos Aires- había incluido a funcionarios venezolanos dentro de un juego de poder que, según su acusación formal, buscó encubrir a los responsables de uno de los atentados terroristas más grandes que se hayan visto en Argentina.

En las casi 300 páginas de la acusación que presentó antes de morir, Nisman mencionó ocho veces el nombre de Venezuela y junto a ella, remachó el de su embajador Roger Capella, a quien incluyó dentro de una serie de hechos y actores que participaron en una cruzada por exculpar a los ciudadanos iraníes señalados en la explosión que en 1994 sufrió la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).

Nisman denunció arreglos entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y Teherán, a cambio de privilegiar alianzas políticas y relaciones comerciales. Y entre varios de los alegatos de su denuncia, incluyó al embajador venezolano como uno de los organizadores de una manifestación que nueve años atrás condenó una sentencia que entonces ordenaba la captura de siete ex funcionarios iraníes y otro ciudadano de nacionalidad libanesa.

"Capella fue quien en noviembre de 2006 incitó a Luis D'Elía a realizar la protesta en contra de la justicia argentina por el caso AMIA, que le costó su espacio en el gobierno de Kirchner", apuntó Nisman en la denuncia fiscal que formalizaría precisamente al día siguiente de su muerte.

"La protesta en repudio a la decisión de la justicia argentina, llevada a cabo en la Embajada de Irán y liderada por D'Elía -con participación del referente de Irán en Argentina, Jorge Alejandro "Yussuf' Khalil- había sido incitada por el entonces Embajador de Venezuela en Buenos Aires, Roger Capella", reiteró.

Si bien el Gobierno venezolano no ha dicho nada al respecto, en diciembre de 2006 quedó claro que Capella levantó las alarmas de la política argentina. Fue el propio Hugo Chávez quien lo reconoció. En su primera rueda de prensa como mandatario reelecto para el período 2007-2013, un Chávez victorioso con casi 63% de respaldo, dijo entre sus primeros anuncios que cambiaría a su embajador en Argentina luego de que sus actividades causaran "malestar" en el gobierno de Néstor Kirchner. 

Y fue más allá: confirmó que su homólogo argentino lo había llamado "preocupado" por los movimientos de su representante en el cono sur. "El embajador Capella no regresa a Buenos Aires", afirmó a tono con los medios argentinos que, citando fuentes de la Casa Rosada, daban por hecho la remoción del venezolano.

En silencio

El escándalo empezó justo después de la manifestación a las puertas de la embajada de Irán en Argentina. Kirchner le puso la queja a Chávez y, en su cancha, exigió la renuncia de su subsecretario de Vivienda y Hábitat, Luis D'Elía, cuyo nombre figura más de 250 veces en una serie de hechos y grabaciones telefónicas que Nisman incluyó en su acusación contra el gobierno de Cristina Kirchner.

Nueve años después, Capella no ha vuelto a hablar sobre el asunto y esta semana no fue la excepción. A pesar de que atendió el teléfono, advirtió que no se referiría al tema. "Hasta allí llega la conversación", dijo, y acto seguido terminó la llamada.

Apartado de cargos públicos, en estos momentos se mantiene en el mismo consultorio de la ciudad de Valencia en el que -antes de ejercer primero como ministro de Salud y Desarrollo Social y luego como embajador en Argentina- atendía a pacientes con várices y otras dilataciones de las venas.

El compromiso de Capella con el chavismo igual no ha mermado, y así se lee en las columnas que publica en sitios digitales como Misionverdad.com y Aporrea.org . "En dos ocasiones he sido revocado de cargos de libre nombramiento y remoción y nadie conoce una línea escrita por mi, independientemente de la opinión que tuviese de lo ocurrido", recordó el 30 de junio del año pasado reprochando la carta que publicó el hasta entonces ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani.

Diplomacia a la bolivariana

La carrera política de Capella comenzó en la juventud comunista y siguió en el Movimiento al Socialismo, la Causa R y finalmente Patria Para Todos, donde el dirigente político Pablo Medina lo recuerda en el grupo de los que no apoyaron la primera candidatura de Chávez. "Después me llamó la atención que teniendo posiciones muy duras contra Chávez fuera ministro y embajador de su gobierno", dice.

En 2003 se estrenó al frente del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, desde donde fue criticado por las referencias que el 20 de marzo de ese año hizo en público sobre la llamada lista Tascón: "Quienes hayan firmado contra el presidente Chávez serán despedidos, porque se trata de un acto de terrorismo".

Dos años más tarde llegó a la Argentina en calidad de diplomático, donde se le vio en charlas junto a universitarios y reuniones de movimientos sociales. "Uno de esos encuentros se hizo en (la ciudad de) Tandil el 13 de septiembre", expuso el diario La Nación de Argentina en su edición del 16 de noviembre de 2006. "Frente a un auditorio formado por dirigentes de cooperativas, el embajador Capella resumió en una frase el estilo de su gestión: 'La diplomacia venezolana se está transformando de su manera tradicional a una militancia activa'".

Esa diplomacia, a la bolivariana, retumba nueve años después en las esferas de la política argentina. "Es un hecho más profundo que una injerencia política", advierte desde Buenos Aires la diputada Patricia Bullrich, quien preside la Comisión de Legislación Penal, el organismo del poder legislativo al que el propio Nisman asistiría la mañana siguiente a la noche del domingo en que lo encontraron muerto en el baño de su apartamento.

"Es, tal como dijo el Fiscal Nisman, una confabulación criminal, para no incriminar a Irán de la responsabilidad del atentado de AMIA y los ocho funcionarios acusados", añade la parlamentaria argentina. "D'Elía ejerció una diplomacia paralela con el objetivo de constituir una hipótesis distinta a la que la justicia argentina había arribado".

En la misma onda pero desde Venezuela, el diputado por Acción Democrática, Williams Dávila, anuncia que pedirá una investigación sobre el caso. La próxima sesión de la Comisión de Política Exterior, Soberanía e Integración de la Asamblea Nacional, planteará a sus homólogos abordar el alcance de las noticias que en Argentina empiezan a relacionar a Venezuela y su embajador en 2006 con el caso Nisman.

"Eso no es ingenuidad política, forma parte de una estrategia que se repite en el resto de los embajadas", concluye. "En la medida que un gobierno se relaciona con movimientos antisistema puede terminar a la larga apoyando causas terroristas".

"Show político"

A contracorriente de las versiones que piden cuentas sobre aquel episodio de Capella en el año 2006, en el Partido Socialista Unido de Venezuela creen que esas lecturas son exageradas. "Es un show político", concluye el diputado Saúl Ortega, vicepresidente de la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional. "Se ve que esas especulaciones están articuladas con el sionismo en Argentina; yo estoy seguro que aquí no hay ningún tipo de injerencia, porque conozco al embajador Capella y se que de ninguna manera se involucraría en los asuntos internos de otro país".

Para Ortega, si alguien ha sido serio en este caso es el mismo gobierno argentino que, a su juicio, es el primer interesado en que se sepa la verdad. "Lo cierto es que el fiscal nunca formalizó su denuncia", dice. "Si en 10 años no lo hizo... ".

Pero como en esta historia hay más preguntas que respuestas, la diputada argentina por el opositor partido Propuesta Republicana, Patricia Bullrrich, teme que el gobierno nacional tenga sus manos metidas en el caso. 

Si bien destaca que el estado venezolano nada tuvo que ver con el carro bomba, que el 18 de julio de 1994 provocó la muerte de 85 de las personas reunidas en uno de las instalaciones de la comunidad judía de Buenos Aires, no descarta que el ex presidente Hugo Chávez participara en el polémico acuerdo de entendimiento que hace dos años firmaron Buenos Aires y Teherán, y del que se desprendían las acusaciones del fiscal Nisman.

No en vano, esta semana en Argentina volvieron a señalar actores involucrados en territorio venezolano. El asesinato del fiscal hizo que aparecieran en los medios nuevas grabaciones telefónicas y en una de ellas, dos de los señalados hablan de un contacto que se encontraba precisamente en el territorio nacional.

"Lástima que no viniste: estaba con la persona esta, el iraní que te tengo que presentar, el que anda en Venezuela, el que hace todo allá", dijo el secretario general de la mezquita At-Tauhid de Argentina, Jorge Alejandro "Yussuf' Khalil, en una conversación telefónica que sostuvo con el ex subsecretario y dirigente de los llamados movimientos piqueteros argentinos, Luis D'Elía. 

"Nosotros creemos que el memorándum con Irán es producto de un acuerdo geopolítico e ideológico", dice Bullrich. "Irán fue introducido a América Latina de la mano de Chávez, el objetivo siempre fue crear un polo de poder. El caso es que Argentina para poder participar de este polo de poder debía resolver el caso AMIA, ya que este era incompatible con un acuerdo ideológico con Irán. Esto constituyó el memorándum, alinearse al eje Venezuela-Irán y es la razón por la cual el gobierno kirchnerista debió cambiar radicalmente la hipótesis de la justicia sobre la responsabilidad de Irán".

jpoliszuk@eluniversal.com

No es la primera vez que la diplomacia bolivariana levanta resentimientos en la política interna de otros países de la región. El internacionalista Kenneth Ramírez, presidente del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales, recuerda que el propio primer mandatario nacional, Nicolás Maduro -cuando era canciller de la República- fue declarado persona non grata hace tres años en Paraguay, luego de que lo acusaran de reunirse con generales de ese país.

También menciona el caso de la expulsión del personal de la Embajada venezolana en Honduras en 2009; las denuncias de intervencionismo en Bolivia en 2006 contra el embajador de entonces, Julio Montes, y los señalamientos de un caballo de Troya que denunciaron en Perú a través de ayudas y programas sociales como el de las llamadas Casas del ALBA.

En el caso argentino, Ramírez prefiere ser cauto. Si bien un embajador venezolano aparece en la acusación del fiscal que encontraron fallecido, ni siquiera se sabe por qué murió. "Lo que tenemos es una conexión indirecta, en algún momento puntual -a través de Capella- y de resto circunstancial y sin mayor evidencia, de Venezuela en todo este asunto", concluye. "No obstante, debemos señalar que todo esto afecta nuevamente nuestra imagen a nivel internacional, y coloca nuevamente en entredicho la sensibilidad de los gobiernos socialistas venezolanos respecto a las comunidades judías".

El problema, a juicio de Ramírez, es que Venezuela dejó de tener una política exterior de Estado, en términos clásicos, y pasó a delinear una estrategia internacional para defender intereses y preferencias ideológicas de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.