En Busca de la Ideología Perdida
Por: Carlos R. Alvarado Grimán
Fecha: 25/07/06
A lo largo del proceso de construcción del movimiento que lidera Hugo Chávez, se ha intentado acoger un marco teórico ideológico que lo identifique o sustente. Al inicio se adoptó sin aditamentos el ideal bolivariano, pero luego se han incorporado elementos que van desde romanticismos de la épica nacional; sincretismos mágico religiosos; las líneas de pensamiento de Ceresole y Tony Blair, hasta finalmente adoptar ideas y matices de corte marxista leninista. En fin un verdadero enredo de principios ideológicos contradictorios entre sí.
En ausencia de un marco ideológico definido, el movimiento “revolucionario”, ha tenido que echar mano al uso de las emociones negativas como una herramienta para mantener el control de las masas. En principio fueron dirigidas contra los partidos de la conchupancia adeco-copeyana con resultados efectivos. Derrotados éstos, se han usado contra otras victimas propiciatorias como: oligarcas locales; disidencia política; medios de comunicación y las maquinaciones imperialistas. Hitler solía afirmar que “el odio y el rencor son las únicas emociones estables capaces de unir a las masas”… Pero ¿se podrá abusar eternamente de este recurso sin consecuencias negativas para el país?
Las discusiones sobre la materia ideológica y los planes para el país, han sido pospuestas al parecer indefinidamente, privando el inmediatismo y el oportunismo, mientras la sociedad y sus instituciones se desintegran en manos de dirigentes inescrupulosos, que sólo velan por sus intereses exclusivos en nombre de la revolución.
Edifiquemos un movimiento de gente consciente, donde promovamos y fortalezcamos valores positivos como: la responsabilidad, el esfuerzo, el trabajo, la productividad, la eficiencia y la solidaridad. Construyamos una línea definida de pensamiento, que nos indique el sendero que seguiremos. Utilizar la razón para explicar el futuro que soñamos para las nuevas generaciones, sin exigirnos “fe ciega”.
Detengámonos a reflexionar sobre el país que queremos y con mesura reiniciemos de ser necesario, el camino en busca de la ideología perdida.
A lo largo del proceso de construcción del movimiento que lidera Hugo Chávez, se ha intentado acoger un marco teórico ideológico que lo identifique o sustente. Al inicio se adoptó sin aditamentos el ideal bolivariano, pero luego se han incorporado elementos que van desde romanticismos de la épica nacional; sincretismos mágico religiosos; las líneas de pensamiento de Ceresole y Tony Blair, hasta finalmente adoptar ideas y matices de corte marxista leninista. En fin un verdadero enredo de principios ideológicos contradictorios entre sí.
En ausencia de un marco ideológico definido, el movimiento “revolucionario”, ha tenido que echar mano al uso de las emociones negativas como una herramienta para mantener el control de las masas. En principio fueron dirigidas contra los partidos de la conchupancia adeco-copeyana con resultados efectivos. Derrotados éstos, se han usado contra otras victimas propiciatorias como: oligarcas locales; disidencia política; medios de comunicación y las maquinaciones imperialistas. Hitler solía afirmar que “el odio y el rencor son las únicas emociones estables capaces de unir a las masas”… Pero ¿se podrá abusar eternamente de este recurso sin consecuencias negativas para el país?
Las discusiones sobre la materia ideológica y los planes para el país, han sido pospuestas al parecer indefinidamente, privando el inmediatismo y el oportunismo, mientras la sociedad y sus instituciones se desintegran en manos de dirigentes inescrupulosos, que sólo velan por sus intereses exclusivos en nombre de la revolución.
Edifiquemos un movimiento de gente consciente, donde promovamos y fortalezcamos valores positivos como: la responsabilidad, el esfuerzo, el trabajo, la productividad, la eficiencia y la solidaridad. Construyamos una línea definida de pensamiento, que nos indique el sendero que seguiremos. Utilizar la razón para explicar el futuro que soñamos para las nuevas generaciones, sin exigirnos “fe ciega”.
Detengámonos a reflexionar sobre el país que queremos y con mesura reiniciemos de ser necesario, el camino en busca de la ideología perdida.
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