Fábula Cooperativista
Por: Carlos R. Alvarado Grimán
Insistentemente escuchamos decir a los funcionarios del alto gobierno, que el cooperativismo es una de las palancas para el desarrollo económico del país. Pero la cruda realidad por el contrario nos muestra, el enorme fracaso al cual va enrumbado este importante proyecto de la “revolución”, debido justamente al escaso interés en impulsar la economía social.
El apoyo técnico y profesional así como la fiscalización y supervisión a las cooperativas son deficientes o inexistentes. La gran mayoría de las cooperativas registradas están inactivas, sus integrantes frustrados y dispersos deambulan por los portones de las empresas privadas y públicas, en busca de oportunidades de trabajo que les garanticen la seguridad social necesaria que las cooperativas no les provee.
La Superintendencia de Cooperativas (SUNACOOP) por su parte alega no contar con el personal calificado suficiente para apoyar a los “emprendedores” y que el presupuesto asignado por el gobierno nacional prácticamente se esfuma en gastos burocráticos. Según SUNACOOP, hasta lo que va del año únicamente han sido fiscalizadas 3.020 de las 84.000 cooperativas registradas.
Mientras las fiscalizaciones avanzan a pasos de morrocoy, miles de cooperativistas ven como sus sueños de convertirse en empresarios, se desvanecen en medio de los desastres administrativos y canibalismos que las acogotan. Los cooperativistas muchos de ellos ignorantes de los principios nobles que motivan esta alternativa empresarial, luchan ferozmente por beneficiarse individualmente de los fondos otorgados por el Estado. Los peces gordos y los más aptos se comen a los más débiles. Únicamente 300 de las 3.600 solicitudes para la obtención de los llamados “Certificados de Cumplimiento” han pasado la prueba, lo cual indica el desorden generalizado que padecen las cooperativas.
En relación al financiamiento de los proyectos cooperativistas, los “emprendedores” denuncian que los órganos crediticios del Estado están extremadamente politizados; los recursos son represados en los bancos para el enriquecimiento y auto-promoción política de los jerarcas de la revolución y como un medio para la obtención de ventajas políticas para los autoproclamados partidos del cambio.
La economía social patrocinada por el gobierno “revolucionario” es una gran tramoya surrealista montada sobre un escenario de utilería, donde el pueblo juega un simple rol de espectador, que sueña con su inalcanzable fábula cooperativista.
Insistentemente escuchamos decir a los funcionarios del alto gobierno, que el cooperativismo es una de las palancas para el desarrollo económico del país. Pero la cruda realidad por el contrario nos muestra, el enorme fracaso al cual va enrumbado este importante proyecto de la “revolución”, debido justamente al escaso interés en impulsar la economía social.
El apoyo técnico y profesional así como la fiscalización y supervisión a las cooperativas son deficientes o inexistentes. La gran mayoría de las cooperativas registradas están inactivas, sus integrantes frustrados y dispersos deambulan por los portones de las empresas privadas y públicas, en busca de oportunidades de trabajo que les garanticen la seguridad social necesaria que las cooperativas no les provee.
La Superintendencia de Cooperativas (SUNACOOP) por su parte alega no contar con el personal calificado suficiente para apoyar a los “emprendedores” y que el presupuesto asignado por el gobierno nacional prácticamente se esfuma en gastos burocráticos. Según SUNACOOP, hasta lo que va del año únicamente han sido fiscalizadas 3.020 de las 84.000 cooperativas registradas.
Mientras las fiscalizaciones avanzan a pasos de morrocoy, miles de cooperativistas ven como sus sueños de convertirse en empresarios, se desvanecen en medio de los desastres administrativos y canibalismos que las acogotan. Los cooperativistas muchos de ellos ignorantes de los principios nobles que motivan esta alternativa empresarial, luchan ferozmente por beneficiarse individualmente de los fondos otorgados por el Estado. Los peces gordos y los más aptos se comen a los más débiles. Únicamente 300 de las 3.600 solicitudes para la obtención de los llamados “Certificados de Cumplimiento” han pasado la prueba, lo cual indica el desorden generalizado que padecen las cooperativas.
En relación al financiamiento de los proyectos cooperativistas, los “emprendedores” denuncian que los órganos crediticios del Estado están extremadamente politizados; los recursos son represados en los bancos para el enriquecimiento y auto-promoción política de los jerarcas de la revolución y como un medio para la obtención de ventajas políticas para los autoproclamados partidos del cambio.
La economía social patrocinada por el gobierno “revolucionario” es una gran tramoya surrealista montada sobre un escenario de utilería, donde el pueblo juega un simple rol de espectador, que sueña con su inalcanzable fábula cooperativista.
Etiquetas: cooperativas
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