Desmemoria y cuenta de un autoritario

Por: José Rafael López Padrino

Doce años es tiempo más que suficiente para valorar los resultados de una gestión de gobierno y determinar el rumbo de un proceso político. La comparecencia de Chávez ante la Asamblea Nacional, en ocasión de la presentación de la “desmemoria y cuenta” de su gestión de gobierno (2010), demostró, una vez más el gran fracaso de su gobierno, a pesar de la maquinaria propagandística gobbeliana al servicio inquilino de Miraflores.

Su fracasada política económica neoliberal nos ha conducido a una severa recesión (-1,9 del PIB), a un endeudamiento irresponsable, a una galopante inflación de un 27,2%, mientras que países como Brasil finalizaron con una inflación anual de 5,3%; Bolivia con 7,2%; Colombia con 3,17%; Ecuador con 3,33% y Chile con 2,9%, entre otros). Ello acompañado a una reciente maxi-devaluación, maquillada con el término de “unificación cambiaria”. Esta devaluación es de mucha mayor gravedad que la experimentada el viernes negro en 1983, cuando se pasó de un tipo de cambio de 4,30 bolívares a 6 bolívares por dólar para importaciones no esenciales. Hoy en día más del 70% de los productos (alimentos, medicinas, insumos industriales, etc.) se verán afectados por un dólar a 4,30 bolívares. Devaluación que ocurre al ser insuficientes los recursos de las fuentes fiscales (impuestos regresivos), de los endeudamientos externo e interno y de la renta petrolera para financiar el gasto fiscal, el cual será este año mucho mayor que en los años anteriores por ser un año pre-electoral. Sin embargo, esta nueva devaluación ha sido justificada cínicamente por el tte coronel y por los voceros de su régimen, con el sofisma de que se trata de una medida destinada a simplificar la política cambiaria y que sirve para estimular la producción nacional.¿Cuál producción nacional? Esta es inexistente ya que el parque agro-industrial ha sido destruida por el propio gobierno.

Pero a pesar de la bonanza petrolera y del endeudamiento irresponsable del Estado venezolano, la pobreza y la exclusión social no han mejorado. Todos los publicitados planes sociales (misiones), que supuestamente servirían para resolver la situación de pobreza en la que se encuentran sumidos millones de venezolanos, han resultado un total fracaso, pues son improvisaciones demagógicas de corte electoral. Constituyen fraudulentas ilusiones, amañadas esperanzas alimentadas perversamente por la propaganda oficial a fin de preservar un electorado ingenuo y aún creyente. A doce años de desgobierno nueve millones de venezolanos están en situación de pobreza y de ellos, tres millones en pobreza crítica.

El talante antiobrero, autoritario del régimen ha quedado más que evidenciado en estos años. Ha reprimido a los trabajadores por discrepar de sus políticas neoliberales y ha enviado a prisión a luchadores sociales (caso de Rubén González, Secretario General del Sindicato de Ferrominera) por oponerse a las políticas del régimen. Además, ha conculcado los derechos de los trabajadores al reducir el papel de los sindicatos, y al penalizar el derecho a la protesta y a la huelga. Su negativa a firmar las nuevas contrataciones colectivas ha quedado más que demostrado y los pocos que se han logrado firmar han implicado desmejoras laborales importantes para los trabajadores. Adicionalmente, el famoso control obrero de las empresas básicas de Guayana, se ha convertido en un dique de contención para desconocer e ignorar los reclamos reivindicativos socio-económicos de los trabajadores. Este es el régimen más antisindical y antiobrero de los últimos tiempos en Venezuela.

Las lluvias han dejado al descubierto el más grande fraude que gobierno alguno haya cometido al pueblo, en materia de vivienda. De las 650.000 soluciones habitacionales anunciadas por el gobierno nacional, apenas se han entregado un poco más de 100.000 unidades, el resto está sin comenzar o los proyectos permanecen paralizados. Las contaminantes e incomodas Petrocasas, han sido un total fiasco. Como parte de su campaña populista con miras al 2012, el tte coronel ha salido a ofrecer viviendas a todo el mundo, prometiendo construir en cuanto terreno encuentre a su paso, sin que ello vaya precedido de los estudios de factibilidad necesarios en estos casos. Como si no existiera la tecnología y la mano de obra calificada en nuestro país, anuncia convenios con China, Bielorrusia, e Irán para construir viviendas. Todo una farsa montada sobre la tragedia que afecta a miles de damnificados que pululan en busca de un refugio decente y digno.

El gobierno ha sido incapaz de garantizar la seguridad ciudadana. El 2010 cerró con 17.600 homicidios, lo que equivale a 48 homicidios por día. Ante esta tragedia nacional al inquilino de Miraflores no se le ha ocurrido algo más original sino afirmar que la delincuencia que azota al país, es “financiada por la burguesía”. Obviamente, el monarca de Miraflores prefiere mentir cínicamente, en lugar de asumir su responsabilidad como Jefe de Estado garante de la seguridad de los venezolanos.

El estilo histriónico de su perorata y las aparentes concesiones de respeto y consideración hacia la oposición política que hace vida en la Asamblea Nacional, constituyen parte de su táctica electoral a fin de mejorar su imagen y recuperar los espacios perdidos. Es la cara bonita de su estrategia de "triturar a la oposición”.

La revolución socialfascista bolivariana no es más que una gran farsa, controlada por el cinismo de un caudillo uniformado, que manipula las necesidades de los venezolanos sumidos en la pobreza y la desesperanza. Un perverso proyecto mesiánico, adornado con una retórica socialista, que en estos doce años ha profundizado la pobreza, la corrupción, la destrucción sistemática de la base económica, industrial y agroindustrial del país y ha impuesto una militarización de la sociedad.