Venezuela: La tesis de la transición se impone
Por: Alberto Franceschi
Solo hay dos maneras
absolutamente inevitables de asumir el envión hacia el otro extremo del péndulo
del espectro político, que deberá recorrer Venezuela, Si ó Si, para desmontar
el régimen que construyó Chávez a la medida de su hampa político-militar.
La polaridad extrema de la cual
nadie se devuelve políticamente si se es generador y usufructuario de los
atrabiliarios recursos del poder, entre ellos los de hacer billonarios a
familiares y compinches, obliga y seguramente obligará, a la claque militarista
a acompañar la agonía del régimen y a ejecutar manotazos violentos nunca antes
vistos, en sus estertores de muerte política.
Frente a ellos el pinochetismo
asomará sus garras, desde el entorno mismo del pre-difunto a quien juran
lealtad eterna. El manoseo colonial cubano castrista, ya es la maldición que
llevará a la perdición al Chávez... de ñapa moribundo. Lo dije y lo sostengo
por análisis político: "en el entorno íntimo del déspota anida un
Pinochet."
Fue para evitarse este cimbronazo
mayor al ocurrido, que el alto mando "chavista" , cuando se fundía
como cúpula militar, al calor de la movilización democrática multitudinaria,
aquel 11 de abril 2002, prefirieron aborrecer su juramento ante Carmona y 48
horas más tarde, traer de La Orchilla a quien preferían, antes de ver
confiscado su poder por un grupo de Marinos y de civiles, sin apoyo político
suficiente y marcados en la frente por el hierro candente del engreimiento y la
estupidez reconocible a leguas.
La otra manera de realizar el
cambio, que será por supuesto drástico, nos conviene a todos que se haga pisando
el acelerador de la democracia. Y contra toda la prédica tonta, debemos asumir
reformas urgentes de la Constitución, o la convocatoria a una Constituyente.
"Eso es un proceso
complicado y largo", se nos dice, desde la tribuna que rechaza lo
propuesto por la sencilla razón que no se le ocurrió a él.
Hay 10 maneras de resolver en
días unas cuestiones y en muy pocas semanas y meses otras, por vía expedita,
que conduzcan a una garantizada reconstrucción del marco jurídico, para
desmantelar este régimen de oprobio y constituir uno nuevo, de plenas garantías
personales y sociales en orden y ley.
Esas formas expeditas son las que
hay que estudiar y no aferrarse a lo que pueda ser salvado del tinglado
jurídico tramposo de este régimen desahuciado.
La Asamblea Nacional debe ser
disuelta y convocar, con otro régimen electoral dictado por un mismo
referéndum, una nueva Asamblea Nacional, que además de designar los nuevos
poderes, a los que se otorga toda la independencia necesaria que dicten las
circunstancias, asuma como lo hizo el Congreso Nacional electo en 1959, poderes
constituyentes, para sanear a fondo nuestras leyes de la peste castrista. Y eso
puede hacerse en tres meses.
Una nueva Asamblea Nacional, con
poderes constituyentes, puede ir votando leyes de rango constitucional, con el
voto de dos tercios necesarios de los asambleístas, para implementarse de
inmediato. Los dos tercios evitarían que las propuestas del gobierno puedan ser
puestas en minoría y que toda ley fundamental sea fruto de grandes consensos.
Los ingenuos que crean que con la
cúpula militar chavista pueden entenderse, mandándoles saluditos, se caerían de
un coco.
Las FAN hay que depurarlas y
rehaciendo su institucionalidad re-determinar su misión. Para eso si sobran
atribuciones en la actual Constitución ultra presidencialista.
Hay que reorientar las FAN al
cumplimiento del papel fundamental, de combatir, hasta liquidar o neutralizar,
a enemigos interiores del pleno ejercicio democrático, para lo cual son
indispensables.
Hay que desmantelar milicias,
guerrillas, redes delincuenciales de las FARC y de grandes mafias y cuerpos
invasores cubanos, de los famosos anillos de seguridad y su red de agentes en
los cuarteles.
Los detractores de estas
posiciones se solazan en descalificarlas como inviables, porque prefieren
guiños de ojos al "establishment" chavista, creyendo que estos
amolados de siete suelas le preferirán a su "comandante" y a sus
compinches cubanos.
Quien llegue creyendo que puede
ser Presidente que discipline a esos sujetos, sencillamente se convertirá en su
rehén y el país seguirá siendo su víctima.
Escuché a María Corina, en medio
de una impecable exposición, una frase muy densa, que ojalá guie también sus
pasos, en la misma dirección que lo hace Diego Arria.
Dijo MCM. "A Hugo Chávez,
antes de derrotársele electoralmente debe ser derrotado políticamente"
Antes del 7 de Octubre o en las
horas inmediatas a la elección de esa noche, el presidente y su pandilla
deberán conocer que la voluntad nacional es irreversible, en su decisión de
hacerles abandonar totalmente el poder y que si quisieran mantenerse en el,
espuriamente, deben entonces acometer matanzas en gran escala y correrán con
las consecuencias: Solo se le hará un agregado de más nombres a la acusación,
que ya cursa en La Haya, para que se pudran en la cárcel después de liquidarles
sus haberes mal habidos y también los de sus testaferros.
Ese es el dilema DE ELLOS. No
nuestro. Entre la derrota política y la derrota electoral pueden mediar solo
minutos. Pero si el que llega lo hace tirando flores desde años antes, no podrá
hacer otra cosa distinta a quedar rodeado de delincuentes, que le harán burlar
sus mejores intenciones.
Hablamos de política no de personas.
Las personas escogen la política
que les hace grandes o los intereses que le mancillan su nombre y hunden aún
más a su país, si es que les tocara dirigirlo.
Diego Arria escogió plantear la
transición como su tesis ductora. No veo ideas contendientes solo oigo insultos
nacidos de la incomprensión.
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