Los Estados Fracasados!
Por: Carlos R. Alvarado Grimán
Fuente: Hispanos Report - Miami
Fuente: Hispanos Report - Miami
"La descomposición del Estado comienza por la decadencia de los principio sobre los cuales fue fundado". Montesquieu
Cuando analizamos el fenómeno del mal llamado socialismo del siglo XXI, es muy difícil dadas las similitudes, no hacer abstracción sobre el ascenso al poder del nacional socialismo en Alemania y el estado en que se encontraban sus instituciones, luego de la primera Guerra Mundial y durante la República de Weimar, que allanaron el camino para el ascenso de Hitler al poder.
Hitler y los nazis alcanzaron el poder cabalgando sobre una crisis política y económica sin precedentes e instituciones sumamente debilitadas, incapaces de dar respuestas oportunas al pueblo Alemán. Estas condiciones fueron campos fértiles para que los nazis impusieran sus políticas, leyes criminales y al unisonó esparcieran las semillas del odio que germinaron en el pueblo hambriento y desesperanzado de entonces.
Los países latinoamericanos como Bolivia, Ecuador Nicaragua y Venezuela también fueron presa fácil del socialismo del siglo XXI, debido a que sus instituciones estaban fracturadas y quebradas moralmente, permitiendo que individuos con pasados oscuros o delictuosos, se valieran de mecanismos democráticos, para demoler esas mismas instituciones permisivas y endebles que les abrieron las puertas al poder.
En el caso Venezolano, por ejemplo, la debilidad institucional era tal, que órganos tan fundamentales como la Corte Suprema de Justicia y el Congreso Nacional se autoliquidaron, cediendo a presiones indebidas del militarismo chavista.
Es de destacarse que, en países con instituciones sólidas como Honduras, Perú, Colombia e incluso en Brasil, todos los intentos de los aspirantes a autócratas que copian el bodrio socialista del siglo XXI, han sido truncados, debido a que las instituciones han funcionado responsablemente y a tiempo.
Las circunstancias analizadas permiten concluir que las crisis políticas, generadas por el Foro de Sao Paulo que azotan nuestra región, sólo son posible enfrentarlas con constituciones blindadas, poderes independientes, así como incluyentes. Los pueblos felices, como dijo Moliere, no tienen sociología, tienen costumbres, instituciones y leyes sólidas.
Las élites intelectuales, esa minoría selecta aborrecida por la kakistocracia socialista del siglo XXI, tienen un rol vital para hacer viables las democracias en nuestro hemisferio, edificar instituciones a prueba de conspiradores, contribuir al progreso de las masas y evitar el fracaso de los Estados.
Cuando analizamos el fenómeno del mal llamado socialismo del siglo XXI, es muy difícil dadas las similitudes, no hacer abstracción sobre el ascenso al poder del nacional socialismo en Alemania y el estado en que se encontraban sus instituciones, luego de la primera Guerra Mundial y durante la República de Weimar, que allanaron el camino para el ascenso de Hitler al poder.
Hitler y los nazis alcanzaron el poder cabalgando sobre una crisis política y económica sin precedentes e instituciones sumamente debilitadas, incapaces de dar respuestas oportunas al pueblo Alemán. Estas condiciones fueron campos fértiles para que los nazis impusieran sus políticas, leyes criminales y al unisonó esparcieran las semillas del odio que germinaron en el pueblo hambriento y desesperanzado de entonces.
Los países latinoamericanos como Bolivia, Ecuador Nicaragua y Venezuela también fueron presa fácil del socialismo del siglo XXI, debido a que sus instituciones estaban fracturadas y quebradas moralmente, permitiendo que individuos con pasados oscuros o delictuosos, se valieran de mecanismos democráticos, para demoler esas mismas instituciones permisivas y endebles que les abrieron las puertas al poder.
En el caso Venezolano, por ejemplo, la debilidad institucional era tal, que órganos tan fundamentales como la Corte Suprema de Justicia y el Congreso Nacional se autoliquidaron, cediendo a presiones indebidas del militarismo chavista.
Es de destacarse que, en países con instituciones sólidas como Honduras, Perú, Colombia e incluso en Brasil, todos los intentos de los aspirantes a autócratas que copian el bodrio socialista del siglo XXI, han sido truncados, debido a que las instituciones han funcionado responsablemente y a tiempo.
Las circunstancias analizadas permiten concluir que las crisis políticas, generadas por el Foro de Sao Paulo que azotan nuestra región, sólo son posible enfrentarlas con constituciones blindadas, poderes independientes, así como incluyentes. Los pueblos felices, como dijo Moliere, no tienen sociología, tienen costumbres, instituciones y leyes sólidas.
Las élites intelectuales, esa minoría selecta aborrecida por la kakistocracia socialista del siglo XXI, tienen un rol vital para hacer viables las democracias en nuestro hemisferio, edificar instituciones a prueba de conspiradores, contribuir al progreso de las masas y evitar el fracaso de los Estados.
Etiquetas: Estado Fallido
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