El que se cansa, pierde y el que se devuelve también
Por: Jesús Petit da Costa
Ya quedó claro que a “la salida es la calle” sólo falta completarla organizando urgentemente una vanguardia para transitar con éxito la ruta a otro 23 de enero, que es el objetivo
Los “colaboracionistas” se caracterizan porque: (1) Cohabitan con la tiranía comunista haciéndose parte del sistema a nivel de los estados y de los municipios (algunos han sido empleados públicos durante los 15 años), a pesar de que saben que colaboran así, como funcionarios, con un gobierno títere de Cuba, incurso por tanto en traición a la patria, y al hacerlo colaboran con la implantación del comunismo en Venezuela facilitándole una careta democrática; (2) Legitiman la tiranía comunista participando incondicionalmente en elecciones fraudulentas, cuyos resultados reconocen sin cuestionarlos o simulando que lo cuestionan mediante recursos judiciales que sirven a la tiranía al colaborar en darle la apariencia de separación de poderes ante la comunidad internacional; y, (3) Renuncian a toda otra forma de lucha distinta a la electoral allanándole así el camino al comunismo al asegurarle a la tiranía la pasividad de la población. El pretexto de los colaboracionistas es que en las otras formas de lucha, u “oposición de calle”, hay el riesgo de perder la vida. Hasta en meterle miedo a la gente colaboran los colaboracionistas.
El instrumento de los “colaboracionistas” es la MUD. Si la hubiera inventado el difunto, no le habría prestado mejor servicio. Fue constituida para legitimar las elecciones fraudulentas. Y cumplió, sin duda, su objeto. Ahora pretende continuar prestando el mismo servicio pero el colapso general del país, no sólo económico, por la inviabilidad del comunismo y por la carga insoportable de sostener a Cuba y financiar a la Internacional Comunista (Foro de Sao Paulo), empobrece constante e irremediablemente a los venezolanos, por lo cual se hace imperativo y urgente buscarle una salida cuanto antes a la situación, distinta a la electoral, ya que esto no puede esperar. Cobra así vigencia la “oposición de calle” con el objetivo claro de otro 23 de enero (alianza cívico-militar). Para alcanzarlo no sólo es inútil la MUD, sino que se ha convertido en el obstáculo principal.
Consciente de que crece el clamor por una “oposición de calle” que conduzca a otro 23 de enero, única salida viable con antecedente de éxito, López la asumió separándose del colaboracionismo del cual participaba. La respuesta de la tiranía fue inmediata: represión criminal contra los manifestantes y prisión del disidente del “colaboracionismo.” La tiranía comunista no acepta disidencia del “colaboracionismo”, porque la disidencia atenta contra su estabilidad. Los “colaboracionistas” son su sostén. Ahora López está sometido a la prueba de fuego: demostrar que efectivamente es un disidente convencido de que la salida está en la calle y no que se trata de una postura oportunista para arrebatarle la candidatura a Capriles, lo que evidentemente ya consiguió. Capriles perdió candidatura y jefatura, por cierto bastante disminuida. De hecho López tiene ambas en este momento, pero por un plazo breve. Puesto que no hay elección presidencial este año ser candidato natural no le sirve de nada. Sólo le queda consolidarse como jefe de la oposición (entiéndase popular o de masas), pero sí es sincero y consecuente en la disidencia resumida en la frase: “la salida es la calle”, a lo cual agregaremos: “el objetivo es otro 23 de enero.” Si López se devuelve o titubea perderá la jefatura que ha tomado. Será jefe por ocho días. Entenderemos entonces que su intención no fue romper con el colaboracionismo sino erigirse en su jefe sustituyendo a Capriles con una maniobra oportunista.
Demostrado que “la salida está en la calle” por ser el sentimiento mayoritario, ya las cosas no serán igual que antes aunque López se quede en el camino. La “oposición de calle” es un sentimiento colectivo que sólo necesita intérpretes para convertirse en rebelión popular. López lo ha puesto en evidencia, como también que sólo falta organizar una vanguardia para que se convierta en la fuerza decisiva. Supongamos que López no dé el paso definitivo, que apenas ha dado el primero, se abrirá de nuevo el vacío de liderazgo. Hay dos que se asoman, pero no se atreven a romper las ataduras que los unen al colaboracionismo. No importa. Vendrán otros, porque el espacio para el liderazgo que conduzca a otro 23 de enero se irá ampliando en la medida en que el colapso se vaya profundizando, porque lo peor no ha llegado. Está en camino.
Como no hay mal que por bien no venga, quedó clara la ruta a otro 23 de enero. No importa el baqueano. El que se cansa, pierde. Y el que se devuelve también.
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