Se ha acabado la fiesta para el régimen venezolano
Por: Roger Noriega
Fuente: IASW
De acuerdo con una fuente en el Banco Central de Venezuela, las reservas internacionales del país se han reducido a $21 mil millones (menos de la mitad de las reservas con las que cuenta Colombia, una economía del mismo tamaño), de los cuales $12 mil millones son reservas de oro reclamadas por China como garantía por los más de $30 mil millones en préstamos realizados en los últimos años. Debido a que Venezuela no está al día con las entregas de petróleo para dar servicio a la deuda que ha contraído con China, el oro no puede ser tocado por el gobierno venezolano.
De acuerdo a fuentes dentro del Banco Central, aproximadamente $7,500 millones de las reservas son bonos emitidos por los gobiernos aliados, como Argentina, Bolivia, Cuba y Nicaragua. Al parecer, en el pasado el Banco Central guardaba esa cantidad en bonos del tesoro de Estados Unidos, pero fueron cambiados por bonos inútiles emitidos por algunos de los países más insolventes de la región. Lo que es peor, es que estos bonos no pueden ser liquidados en efectivo, ya que fueron adquiridos con un descuento y valen menos que su valor nominal, por lo que su venta es ilegal bajo la ley venezolana. Lo que queda en el banco, entonces, es menos de medio billón de dólares – lo que no cubriría el costo de más de dos semanas de importaciones. Lo que implica que en las próximas semanas aumentará la escasez.
Después de dos décadas de mal manejo y corrupción, la vacilante producción de petróleo – provocada por más de una década de mala gestión y corrupción – ya está sobre-suscrita, comprometida con el consumo interno, China y regalos internacionales a Cuba, el partido de izquierda en El Salvador, y el Caribe. Las fuentes indican que el presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, tendrá que ponerle un fin a estas donaciones. También continuará defraudando a China con el fin de generar ingresos mediante la maximización de las ventas de petróleo a Estados Unidos. Sin embargo, esta lucha por el dinero en efectivo es a la vez inadecuada e insostenible para satisfacer las necesidades de Venezuela.
Así, la historia registrará que una revolución dedicada al “socialismo del siglo 21″ se desintegró por la falta de billetes verdes de Estados Unidos.
La segunda gran crisis de Maduro implica la pérdida de apoyo dentro de las fuerzas armadas del país. Hugo Chávez comandaba el respeto o el miedo de los servicios uniformados, porque era un veterano militar, y consolidó su lealtad, dándoles puestos lucrativos e incitando su participación en el narcotráfico y otros tipos de corrupción. Por supuesto, algunos de los militares -incluyendo jubilados respetados- se alejaron de la corrupción, pero se mantuvieron fieles a su comandante en jefe.
Ese pilar militar del régimen se ha desmoronando desde la muerte de Chávez en marzo del año pasado. Maduro ha ganado poco respeto dentro de las filas de las fuerzas armadas. Aquellos que se han reunido en torno a él son los que ha cooptado con nuevos puestos y los narcomilitares altamente corruptos – notablemente el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello – quienes tienen la esperanza de aferrarse a sus fortunas ilícitas mediante la preservación del régimen criminal e irresponsable.
Al ala nacionalista de las fuerzas armadas, le irrita el enorme papel que ocupa el régimen cubano en la administración de Maduro. Un confidente de Chávez se quejó en privado: “Hoy, en Venezuela no existe un gobierno ‘chavista’ – en su lugar existe un gobierno cubano”. Las imágenes de guardias nacionales mal entrenados y de matones vestidos de civiles – disparando, golpeando y deteniendo a los estudiantes en protesta ha alienado aún más a la mayor parte del cuerpo de oficiales del Ejército de Maduro y a su grupo de generales corruptos. Según una fuente de liderazgo, si Maduro proclama una orden al Ejército para desplegar las armas pesadas y las tropas para reprimir las manifestaciones, probablemente se le pondría un fin a su desafortunado mandato.
Si las demostraciones y las muertes aumentan, los líderes a los que les preocupaba cruzar al voluntarioso Chávez en el pasado no guardarán silencio cuando el tambaleante régimen de Maduro desate las balas contra las multitudes pacíficas.
Los Estados Unidos emitió una tímida declaración pidiendo al régimen despótico que respetase los derechos humanos y la libertad de expresión y que entrara en un diálogo con la oposición. El domingo, Maduro expulsó a tres diplomáticos en vano en un esfuerzo por culpar al “imperio” por sus errores; pero esta táctica solo atrajo mayor atención internacional a la convulsión en el país y al hecho de que el régimen está perdiendo la batalla por su supervivencia.
Lo que Hugo Chávez denominaba como la “revolución bolivariana” solo le sobrevivió por un año, dejando atrás un legado tóxico. La comunidad internacional puede ayudar al perseguir a Maduro y a los narcomilitares por sus crímenes, y sus bienes mal habidos deben ser restituidos al pueblo venezolano para apoyar la reconstrucción de un país que ha sido sometido a un infierno.
El autor fue embajador de EE.UU. ante la OEA y Subsecretario de Estado durante la administración de George W. Bush. Es un investigador visitante en el American Enterprise Institute y director de Visión Américas LLC, que representa a clientes estadounidenses y extranjeros.
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