Emplazar al títere: romper con Cuba o renunciar
Por: Jesús Antonio Petit da Costa
Es lo que debemos hacer los profesionales universitarios y los alcaldes imitando éstos a los cabildos de 1.810, para entrar en acción después de la valiente avanzada de la liberación nacional formada por los estudiantes.
La oposición de calle, o sea de protestas constantes, que fue convocada por López, Machado y Ledezma a partir del 12F, se convirtió de inmediato en revuelta a consecuencia de la represión brutal de las manifestaciones pacíficas. Esta revuelta estudiantil, próxima a cumplir un mes, ha obtenido una victoria política indudable. Primero: ante la opinión pública mundial desnudó a la tiranía que se había disfrazado con una máscara democrática prestada por los colaboracionistas. Segundo: puso en evidencia que se trata de una tiranía criminal (dictadura de los malandros) defendida por asesinos organizados como fuerza paramilitar motorizada, entrenada por Cuba y complementada por una Guardia Nacional convertida en cuerpo sanguinario e inhumano por su adoctrinamiento comunista.
A partir del “Manifiesto de Mérida”, fechado el 2 de marzo, la revuelta se ha transformado en resistencia activa (movimiento u organización de los habitantes de un país invadido para luchar contra el invasor). Los estudiantes son la avanzada de esta resistencia. Como tal han procedido a constituir la “Junta Patriótica Estudiantil y Popular”, que ha precisado sus objetivos calificando a la tiranía: 1) Es títere de Cuba y, en consecuencia, está planteada la liberación nacional: “exigimos como patriotas la retirada de toda fuerza de ocupación militar cubana. Queremos que salgan de nuestro territorio todos los funcionarios dentro de nuestras instituciones. Queremos una Nación soberana”. 2) Es una tiranía comunista, antítesis de la democracia: “no toleraremos a este régimen castro-comunista ni de ningún otro que atente contra los valores y principios de los venezolanos". 3) Democracia como objetivo: “Cualquier posibilidad de diálogo está condicionada imperativamente por un cambio de raíz del régimen. Vamos a conquistar nuestra libertad (en todas sus formas). Exigimos la disolución y desarme de los grupos paramilitares que protege y arma el régimen para infundir el miedo entre los venezolanos. Exigimos la liberación inmediata de todos los presos políticos, libertad plena de los detenidos y regreso de los exiliados.”
Después del manifiesto de los estudiantes, el Alcalde Mayor de Caracas Antonio Ledezma le dirigió una carta a Su Alteza, Raúl Castro, Regente del Reino de Cuba, que en calidad de tal ejerce mando sobre su protectorado Venezuela, en la cual le dijo: “Sabemos y nos avergüenza que las decisiones fundamentales de nuestra patria sean resueltas (por ustedes) por consideraciones ajenas a nuestra soberanía y que los intereses de Cuba estén primero que los más altos intereses de Venezuela. Ustedes (los cubanos) se han comportado como los dueños del país y son los responsables directos de la ruina del país.”
Estando claro entonces que del dominio de Cuba sobre Venezuela se derivan todos nuestros males, aparte de constituir la mayor afrenta a nuestro honor que nos avergüenza ante todas las naciones libres, y que sin la liberación nacional no nos libraremos del comunismo ni de la tiranía cuya imposición conlleva, y por tanto, sin independencia no habrá libertad ni democracia, lo que procede es que los mayores pasemos a la acción de dos maneras. Por una parte, Ledezma, en su calidad de Alcalde Mayor, debería convocar a gobernadores y alcaldes que se dicen de oposición para que, siguiendo el ejemplo de los Cabildos de 1.810, se dirijan, no a Raúl Castro sino a su títere, exigiéndole romper con Cuba, lo que significa: deportación de todos los comunistas cubanos, suspensión del subsidio y renuncia al proyecto de trasplante del modelo político-económico cubano, y en caso de negarse a ello, demandar su renuncia. Reconocido por usted, señor Alcalde, y por todos, que Cuba es el poder real en Venezuela, los que ejercen cargos públicos, incluyendo a los diputados, están en el deber patrIótico de poner a Maduro ante esta disyuntiva: rompa con Cuba o renuncie como Emparam.
Y, simultáneamente, los profesionales universitarios, a la cabeza rectores de las universidades y directivos de profesores y gremios, debemos constituir con la mayor urgencia la Junta Patriótica Universitaria y Popular, que nos organice y dirija hacia la liberación nacional partiendo de la misma exigencia al títere: romper con Cuba o renunciar.
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