Del estoicismo, a la legítima defensa…
Por: Lorenzo Gacía Tamayo
Estos dos meses de protestas han demostrado muchas cosas que hasta hace poco eran impensables para el grueso de la población opositora. Por ejemplo, han servido para que el País constatara como el Gobierno y los Colaboracionistas de la MUD, se necesitan entre sí para oxigenarse a como dé lugar. Pero no para defender los intereses de La Patria, sino para mantenerse los unos en el poder, y los otros para conservar sus privilegios, mientras el País se cae a pedazos.
Las protestas patrióticas de los estudiantes con el apoyo de la sociedad civil, han sido el verdadero detonante que ha obligado a las dos partes, a “pedir cacao”. Esa es la verdadera razón de todo ese aparataje montado con la mediación de los vividores del Sur y los incautos de buena fe que nunca faltan, para que el Gobierno y los Colaboracionistas, estén intentando frenar con el circo del diálogo y la paz, la única fórmula efectiva que los ha puesto a temblar.
Las protestas en todo el País han servido para que el mundo entero se haya enterado del talante totalitario del régimen, cuya brutal represión ha dejado tras sí una estela de sangre, dolor y desolación. SON IGUALITOS. Tumbarles la careta a los dos bandos, ha servido para mucho. El País ha visto estupefacto como han sido capaces durante largas horas en un ejercicio retórico frente a la teleaudiencia, sin que alguno de ellos haya tocado aunque fuera de soslayo, el tema sobre la intromisión Cubana; la partida de nacimiento de Maduro; la estrecha relación de Unasur con el Foro de Sao Paulo; la ideologización de todo el sistema educativo; el inconstitucional Plan de La Patria; y la complacencia inusitada de sentar en el mismo podio a uno de los jefes más emblemáticos, mafioso criminal de oficio, de los grupos civiles armados.
Algo ha quedado en evidencia, Leopoldo López, María Corina, Antonio Ledezma, Los Estudiantes, un amplio sector de La Sociedad Civil, y los Alcaldes Ceballos y Scarano, se han desmarcado de los Colaboracionistas. No estamos dispuestos a “calarnos” más la imposición dictatorial de un sistema comunista. Seremos pacíficos, pero no pendejos. La calle sigue. Candelita que se apague, candelita que se prende. La libertad no se negocia.
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