NORIEGA: La inseguridad de Centro América intensifica la crisis en la frontera sur de Estados Unidos
Por: Roger Noriega
Fuente: IASW
La oleada de inmigrantes ilegales en la frontera suroeste de los Estados Unidos, hizo sonar la alarma para el Presidente y el Congreso e impulsar una misión de rescate internacional para enfrentar a criminales, narcotraficantes y pandilleros que amenazan la seguridad de EE.UU., junto con las vidas y sustento de millones de centroamericanos.
El presidente Obama ha solicitado $3.7 mil millones en fondos de emergencia para hacer frente a la afluencia de inmigrantes ilegales a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México. A pesar de que la suma es considerable, es evidente que los programas que están siendo ejecutados y planificados por la administración son medidas provisionales. Estas medidas no hacen nada para hacer frente al causante del problema a largo plazo: la creciente criminalidad y la corrupción en Centroamérica, que en su mayoría son alimentadas por el tráfico ilegal de drogas provocado por la demanda de los Estados Unidos. Esta demanda socava instituciones democráticas, el Estado de Derecho, las oportunidades económicas y la seguridad.
La tarea inmediata consiste en detener la actual explosión de cruces ilegales- incluyendo la de miles de menores no acompañados. Aunque el aumento en la violencia en sus países de origen contribuye a problemas económicos y al miedo, ambigüedades sobre una política más permisiva de inmigración estadounidense han contribuido significativamente al aumento de cruces ilegales. Los “coyotes” han visto sus negocios crecer y se aprovechan de la situación al anunciar por radio que a las personas que lleguen a territorio de los EE.UU. se les permitirá quedarse. Hasta que tales distorsiones sean refutadas con la deportación rápida y constante de inmigrantes ilegales, miles mas se atreverán a iniciar la peligrosa caminata de mil kilómetros hacia el norte.
Para hacer frente a esta extraordinaria crisis humanitaria, el Sr. Obama debería permitir a los agentes de la patrulla fronteriza y de inmigración estadounidense que usen su experiencia y discreción legal para evaluar los casos con el fin de facilitar la repatriación urgente de los inmigrantes ilegales. En la mayoría de los casos, la organización de la repatriación voluntaria inmediata ayudaría a disuadir las migraciones peligrosas y socavar el modelo de negocio de los contrabandistas. Aunque esta política puede ser adoptada sin cambiar la ley existente, si el acto bipartidista HUMANE es aprobado, ayudaría a acelerar las debidas garantías procesales para los menores con posible refugiado o reclamaciones de asilo.
Los gobiernos centroamericanos deben invitar a las Naciones Unidas y los organismos de socorro privados a establecer centros en sus países que puedan recibir a los migrantes que regresan; sopesar las solicitudes de asilo; y, en caso de ser necesario, organizar el reasentamiento de estas personas en otro país. La ONU, EE.UU. y otros países deben considerar la necesidad de un programa de “salida ordenada” para permitir el procesamiento en el país de las personas que buscan asilo; en las últimas décadas, se establecieron estos programas para dar cabida a los inmigrantes haitianos, cubanos y vietnamitas.
La oleada actual es una crisis internacional, no sólo un problema de EE.UU. y es más que una crisis migratoria. Para hacer frente a los problemas crónicos de seguridad, hace falta una iniciativa multinacional, liderada por Estados Unidos, para equipar de mejor manera a los gobiernos centroamericanos y poder enfrentar a organizaciones criminales que trafican con drogas y personas.
La ONU informa que Centroamérica tiene una tasa de homicidios cuatro veces más alta que el promedio mundial. Los incidentes reportados de robos, extorsiones, secuestros y trata de personas están a la alza-lo que hace a la seguridad personal una preocupación generalizada. La mayor parte de la violencia se puede atribuir al tráfico de drogas que ha migrado allí desde Colombia y México, que son países que han tomado medidas enérgicas contra los cárteles locales en los últimos 15 años. El Departamento de Estado calcula que casi el 90 por ciento de la cocaína que entra a los EE.UU. transita por el corredor México-Centroamérica.
El aumento de la delincuencia y la violencia ha tenido costos muy elevados para la economía. Un informe del Programa de Desarrollo de la ONU indica que la violencia ha provocado la perdida de 2.5 por ciento del producto interno bruto de Costa Rica y una pérdida de más del 10 por ciento en Honduras. La pérdida de inversión nacional y extranjera por motivos de seguridad tiene un impacto drástico.
Los gobiernos locales, plagados de instituciones débiles y policías mal entrenados, han demostrado que no pueden competir con organizaciones criminales internacionales muy bien financiadas-que además recibe ayuda de maras locales. Obama debería trabajar con sus contrapartes en Centroamérica con los cuales se reunirá en Washington el viernes para convocar a una cumbre internacional que incluye a representantes de los gobiernos regionales, a el Banco Interamericano de Desarrollo, las Naciones Unidas y otras agencias internacionales de desarrollo para hacer frente a la crisis de seguridad.
Líderes centroamericanos deberían solicitar una misión de seguridad de la ONU para movilizar a agentes de policía internacionales que asesoren y supervisen a las fuerzas de seguridad locales. Esto sería de suma importancia para hacer frente a las organizaciones criminales transnacionales, pandillas y traficantes de drogas y personas. Una tarea clave de esta misión sería profesionalizar a las corporaciones policiacas, transparentarlas y hacer hincapié al respeto a los derechos humanos.
El actual aumento de la inmigración ilegal es un síntoma de un problema más grande. Hasta que nos ocupamos más eficazmente de la inseguridad y de los problemas económicos América Central, los costos de la inmigración ilegal seguirán creciendo.
Roger F. Noriega, un ex alto funcionario del Departamento de Estado de EE.UU., es investigador visitante del American Enterprise Institute y director ejecutivo de Visión Américas LLC.
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