La nueva izquierda América Latina y su antisemitismo
Por: Daniel Liberman *
Fuente: Aurora Israel
La izquierda llegó tarde a nuestros países; es un ejercicio de nostalgia cincuentón que en nada se parece al idealismo puro de los veinteañeros revolucionarios de los años setenta que lamentablemente en muchos casos ya no están entre nosotros para desmentir la fantochada.
¿Por qué aparece en esta época tardía tanto gobierno que se adscribe de una forma u otra a una pretendida ideología de izquierda? Una respuesta puede ser porque estas formas de gobierno, más o menos reales o imaginarias, ya no representan más una amenaza estratégica para el mundo occidental. O al menos, no en el sentido urgente que este tipo de alineamientos implicaba décadas atrás, en tiempos de la Guerra Fría.
Sin embargo, existen nuevas formas de alineamiento que preocupan a los Estados Unidos, como el eje Caracas-Teherán, con ramificaciones hacia Bolivia, Ecuador y Brasil entre otros posibles.
En esto hay que recordar el nuevo rol que una Europa, cada vez más difícil de mantener unida, está tratando de encontrar en la repartición mundial del poder político y estratégico. Europa favoreció siempre a la Cuba de Castro, cuando lo pudo hacer y ahora, más que nunca, juega con la ambigüedad de favorecer o no a países cuyos gobiernos son abiertamente antinorteamericanos. ¿Ser antinorteamericano en la era postsoviética es acaso sinónimo de ser izquierdista o socialista? La fórmula del enemigo de mi enemigo como socio se ajusta solo muy artificialmente a este ingenuo planteo ideológico.
Por lo menos, entendiendo al socialismo del modo como se definió históricamente: como una fuerza progresista. El gobierno de Teherán no encaja en esta definición ya que su postura es teocrática y no socialista ni "bolivariana”, en tal caso. Pero, volvamos al continente sudamericano en su conjunto: actualmente existen gobiernos en manos de ex comunistas, ex revolucionarios de izquierda, ex sindicalistas y sin embargo, nada de esto se ha traducido en un cambio estructural o una reforma económica radical en ninguno de estos países.
Es como si el sueño del Che Guevara se hubiese hecho realidad pero con revolucionarios envejecidos y aburguesados que solo pretenden autoengañarse a sí mismos y a sus respectivos votantes con un relato acerca de lo mucho que se encuentra “a la izquierda” su gobierno. ¿A la izquierda de qué? En el siglo XXl el capitalismo ya no es un asunto en cuestión. La cuestión es qué clase de capitalismo se va adoptando en cada uno de estos países, si es que tienen la opción de elegirlo.
Ni Teherán ni Beijing han encontrado recetas económicas que los desvinculen del capitalismo mundial, mucho menos pueden intentarlo los países latinoamericanos. Para ejemplos, alcanza con mirar el atraso imperante en Cuba fuera de los ámbitos de salud y educación, la brecha tecnológica con el resto del mundo es evidente, con o sin bloqueo. Y entonces ¿Cuál es el atractivo que despierta tanto autoengaño pseudosocialista? La melancolía por un sueño juvenil devenido en éxito. ¿El “éxito” de unos pocos bolsillos llenos entre muchas cabezas vacías?
Acerca del Progreso
Y esto nos devuelve a la pregunta: ¿Qué es una ideología progresista en la actualidad? El término “progreso” se usó mucho y de muy variadas formas desde la Revolución Francesa en adelante: los historiadores del siglo XlX encontraron conveniente hablar de “Edades” para describir los progresos de la humanidad a lo largo del tiempo desde una perspectiva europea y con un eje explicativo mezcla de “evolución biológica” y “causalidad moralista” para explicar el así llamado, “mejoramiento social”. En la actualidad, este término está pasado de moda, quizás, por el tardío reconocimiento a las limitaciones que ha encontrado el progreso humano en la posmodernidad. La vieja izquierda se sintió por mucho tiempo muy cómoda subida a la cabalgadura de este concepto tan optimista como naif y no se dio cuenta en los últimos años que anda dando brincos en un corcel demasiado viejo como para seguir ostentando el jovial nombre de “Progreso”.
¿Pueden acaso defender sin ruborizarse a los regímenes imperantes en ciertos países en que se oprimen a las mujeres y a las minorías o que son gobernados por fanáticos religiosos que suprimen con violencia todo disenso? ¿Qué progreso puede ostentar un mundo que, habiendo pasado por la revolución hippie, el posmodernismo y la globalización sigue condenando a la marginación a amplios sectores sociales, llámense negros, latinos o inmigrantes? ¿La judeofobia que encuentra cada vez más aceptación en los círculos de izquierda en Latinoamérica y el mundo, es acaso progresista? ¿Qué quedó de aquellos viejos ideales de libertad, igualdad y confraternidad? Y finalmente, ¿qué le queda a la izquierda de izquierda?
* Antropólogo, Buenos Aires.
Etiquetas: antisemitismo, Progresismo
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