El renacer de los dinosaurios…
Por: Lorenzo García Tamayo
Fuente: Frente Libertad
En el campo de la competitividad global de las naciones, hace tiempo que las materias primas como fuente de riquezas, quedaron relegadas a un segundo plano. Como claro ejemplo vemos países como Israel, Taiwan y Singapur, escasos en materias primas, que son poseedores de economías altamente desarrolladas.
Es el talento y la educación, con una perspectiva generada desde la Investigación más Desarrollo en Ciencia y Tecnología, lo que ha marcado y seguirá marcando, la impronta del desarrollo sustentable en las naciones competitivas del futuro.
Desde hace varias décadas los países en desarrollo pusieron en práctica programas energéticos alternos, que les permitieron de manera gradual, ir sustituyendo con tecnologías alternas, el consumo de petróleo como fuente principal de energía. Se han estado preparando para el futuro.
Un Estado Petrolero como Venezuela, requiere de una política de Estado con visión de futuro. Planes que le permitan alcanzar la sustentabilidad energética indispensable en el largo plazo. Una transición innovadora de transformaciones en materia energética, que inserten al país en el concierto competitivo de las naciones.
Continuar aferrados a la idea de crecer y crear prosperidad por la vía de producir petróleo, solo demuestra la corta visión que durante décadas mantuvo y sigue manteniendo el Estado venezolano en materia de desarrollo económico sustentable, como vía segura para cambiar el rumbo atrasado en su modelo de economía petrolera.
Me preocupa sobremanera que el reciente libro escrito supuestamente desde Ramo Verde por Leopoldo López, “Venezuela energética”, aborde el tema petrolero, bajo el mismo esquema equivocado sobre el sentido exacto de la frase “sembrar el petróleo”, que los venezolanos nunca entendimos. López parte de la concepción errática de abordar el tema petrolero sobre la base de los picos (peack oil-peack demand) en la producción y en la demanda de petróleo. Que en esencia es el concepto de país rico, abundante en dólares petroleros, que todo lo importa y nada produce.
Porque el tema no es que aún exista para ésta y algunas más generaciones por venir, posibilidades de riqueza petrolera derivadas de un esquema productivo de “picos” en la demanda y en la explotación, sino saber y estar conscientes, que el petróleo se acabará en cien años.
No asumir las responsabilidades y el compromiso con las generaciones del futuro, en materia de transición energética, denota supina ignorancia. Agravada en este caso, por la importancia que evidentemente tiene en la opinión pública, no solo quien la escribe, sino quien la prologa (Moisés Naim), y quienes le han dado difusión (José Toro Hardy, Lilian Tintori).
Una Venezuela energética que no contemple la transición hacia estados de producción de energía sustentable, es por decir lo menos, paradójico.
Por citar solo dos ejemplos importantes, las energías renovables y la industria de fuentes energéticas no contaminantes, (como las del Hidrógeno y Automotriz Limpia), que no solo son insustituibles, sino extremadamente urgentes por la rémora y atraso que como país tenemos hacia ellas, tienen que llamarnos a una reflexión profunda sobre el futuro de nuestro país. Si no se planifica en contrario a lo que ha sido siempre la política petrolera de país rico dolarizado, el futuro será aún mucho más grave, de lo que nos hemos empeñado en mantener.
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