Venezuela es un territorio ocupado por organizaciones criminales. ¿Cómo recuperarla?
Por Antonella Marty
Nicolás Maduro con militares este jueves (REUTERS)
Hace ya varias décadas que intelectuales, políticos y académicos vienen advirtiendo sobre el rol que ha cumplido el régimen cubano en nuestro hemisferio. Aquella dictadura que lleva más de sesenta años (sí, más de medio siglo) aferrada al poder y sin celebrar elecciones libres, con represión y violencia, es la gran responsable de los problemas que aquejan a la Venezuela de hoy.
Fueron los Castro quienes forjaron la fuerza de Hugo Chávez, el principal caballo de batalla de aquella dictadura, y lo posicionaron como la cabeza del famoso socialismo del siglo XXI, algo que podemos describir como una asociación ilícita de los gobiernos más corruptos y populistas que ha conocido América Latina, quienes llegaron al poder haciendo promesas irrealizables y tomaron las instituciones democráticas para hacerse del poder y de allí enriquecerse.
Pero ahora vayamos al caso venezolano. Este país se encuentra tomado hoy por las peores mafias y las mayores organizaciones criminales que existen en nuestro mundo. Este Estado criminal que se conformó en Venezuela desde el surgimiento del chavismo se encuentra penetrado por distintos actores que se unieron para tomar el país, saquearlo y hacer de las tierras venezolanas (otrora las más ricas de nuestra región) un lugar fértil para la corrupción, el crimen, la violencia y el narcotráfico.
La urgencia de Venezuela es real. Los venezolanos de bien, aquellos que abrazan los valores de la libertad, resistieron solos durante veinte largos años. Venezuela estuvo sola durante veinte años, así como los cubanos de bien siguen estando solos desde hace sesenta años, con una América Latina que, tristemente, ha mirado hacia otro lado y se ha acostumbrado a convivir con esa cruda dictadura muy cerca de todos nosotros.
Hoy es más visible que nunca la presencia de Cuba en el territorio venezolano, las decisiones y los mandatos que baja el régimen castrista desde La Habana hacia los rojos de Caracas. También es visible la presencia de China, de Irán, de Rusia, países que tienen abundantes intereses y negocios en el territorio venezolano.
En Venezuela está declarada la guerra, una guerra que el régimen chavista le declaró al pueblo venezolano, una guerra asimétrica donde son tantos los componentes y los planos en los que se opera, siendo esta una de las maneras en las que han tomado tan crudamente las instituciones del país, a partir del largo proceso por el que destruyó el país Hugo Chávez. Hoy la guerra es contra los ciudadanos.
Venezuela tiene que ser recuperada, y para eso necesita de los aliados del mundo libre, sola ya no puede. Esos jóvenes que luchan en las calles y lo arriesgan todo para enfrentar a una dictadura en la que han vivido prácticamente toda su vida pasan días enteros sin electricidad, han visto morir a familiares por faltas de medicinas, a otros partir en el exilio y probablemente llevan días sin comer o sin beber agua potable. Esas son las condiciones de los valientes héroes venezolanos que hoy le hacen frente a la peor mafia criminal que tenemos en la región.
Es por este motivo que Venezuela necesita que ayuda urgente, necesita que la recuperen de los rehenes mafiosos que la tienen secuestrada. En Venezuela ya hay una ocupación por parte de las guerrillas colombianas como las FARC o el ELN, cárteles de droga, grupos terroristas islámicos, gobiernos como Rusia, China o Irán, toda una toma avalada por el mismísimo régimen narcocriminal de Nicolás Maduro y sus secuaces.
Es por esto que resulta de extrema importancia comprender a qué se están enfrentando los venezolanos hoy y cuál debe ser el proceso para desarticular a este Estado criminal: la fuerza es requerida más que nunca. Ninguna de estas mafias va a irse voluntariamente, no está en su naturaleza y tampoco en sus intereses económicos.
Es importante continuar con la ruta de las protestas, donde se continúe apoyando al presidente encargado, Juan Guaidó, en este proceso de transición en el que, además, un importante número de militares se va sumando a su lado. Pero con esto no alcanza. El mundo tiene que entender que hoy, más que nunca, se requiere una intervención humanitaria y hay que hacerlo con fuerza. No puede seguir permitiéndose que permanezca este sistema criminal que además tiene metas de expansión a lo largo de la región.
¿Cómo? Activando a través de la Asamblea el artículo 187.11, que es la norma interna de Venezuela, y lo que abriría el campo para que el país y la gente de bien que necesita libertad pueda recibir apoyo internacional y quitar a esas mafias que no se irán jamás por las buenas. Además, es fundamental en este marco el principio de responsabilidad de proteger (R2P) de la ONU para reforzar y acompañar la salida de esta grave situación que aqueja a Venezuela.
Ya son más de cuatro millones los venezolanos que han tenido que irse del país; el éxodo venezolano es mayor al de Siria y conforma la crisis humanitaria más grave que ha padecido nuestra región.
Mientras tanto, ya van más de 53 personas fallecidas en protestas en lo que va de este año y cada hora es crucial en este desenlace. Jóvenes asesinados, periodistas agredidos, medios de comunicación censurados y tomados por el régimen, una hiperinflación que se estima que escalará a más de 10.000.000% en 2019, la falta de alimentos y bienes básicos, la inexistencia de medicinas, la falta de agua potable y de electricidad.
Una vez recuperada Venezuela, el país deberá poner en el poder a líderes con coraje, líderes que siempre hayan llamado a las cosas por su nombre, líderes que se hayan enfrentado al mal desde el primer día y que sepan que la libertad, el Estado de derecho, el libre mercado y la propiedad privada son las bases para reconstruir a Venezuela y hacer de ella un territorio próspero, rico y de reencuentros, y ya no de despedidas.
La autora es directora asociada del Center for Latin America de Atlas Network, Washington D.C.
Etiquetas: ELN. FARC, Invasión Cubana, narcotrafico
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