El ‘avivamiento’ político y económico del pastor Bertucci
Por: ISABEL GUERRERO
Fuente: Armando.Info
Nicolás Maduro ha quedado solo pero no indefenso y todavía maniobra las cuotas de poder que le dio Hugo Chávez antes de morir. Mientras sus aliados dentro de Venezuela se reducen ha recurrido a grupos cristianos para demostrar que su proyecto político cuenta con respaldo, a pesar de la crisis humanitaria en la que sumió al país. Uno de ellos le dio su apoyo en la jornada de votación de 2018 y, el otro fue su oponente en unas elecciones sobre las que desconfía medio mundo. Se trata de Javier Bertucci, el pastor líder de la iglesia Maranatha en Venezuela, un hombre que ha probado, con algún éxito, hacer negocios y política a la sombra de la “revolución bolivariana”.
En las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018, Nicolás Maduro no parecía tenerlas todas consigo para ratificarse como presidente de Venezuela. La oposición, perseguida y desarticulada, no se presentó a una cita poco transparente y sin garantías. Buena parte de la comunidad internacional anunció que no reconocería los resultados de esas elecciones -convocadas contra viento y marea por la oficialista Asamblea Constituyente-, calificándolas de “espurias”.
Aún así, Nicolás Maduro fue proclamado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) al final de esa jornada dominical de votación para que permaneciera en la Presidencia de Venezuela durante el período 2019-2025.
Para maquillar la ilegitimidad del evento y de sus resultados, el oficialismo contó con la participación de otras candidaturas alternas a la de Maduro, más testimoniales que competitivas.
Entre ellas estuvo la de Esperanza por El Cambio (El Cambio), una organización política de inspiración evangélica que, con menos de dos años de creada, consiguió un puesto en el tarjetón.
No lo hizo mal con su candidato, el pastor Javier Bertucci. Según los resultados oficiales de la que fue la jornada electoral con la mayor abstención jamás registrada en Venezuela, Bertucci se alzó con el tercer lugar de los comicios, con 1.015.895 votos efectivos equivalentes a 10,82% de quienes participaron.
No era la primera aventura electoral de un partido confesional evangélico en Venezuela. Ni siquiera durante el chavismo. Ya en las elecciones presidenciales de abril de 2013, radicalmente polarizadas entre las opciones de Nicolás Maduro y Henrique Capriles Radonski, el pastor Eusebio Méndez, candidato del partido de corriente pentecostal Nueva Visión Para Mi País (Nuvipa), se coló en el tercer lugar de la carrera presidencial. Pero Nuvipa tuvo corta vida. Oficializado en 2012, el partido fue inhabilitado en 2018 por el CNE, en medio de una ola de ilegalizaciones que suprimió la participación de casi todos los partidos políticos de oposición.
Otra franquicia evangélica de más larga tradición en el sistema de partidos, la Organización Renovadora Auténtica (ORA), hizo parte en las presidenciales de 2018 de la coalición oficialista, el Gran Polo Patriótico, en apoyo a Maduro.
Pero los resultados de esas elecciones de mayo de 2018 significaron un espaldarazo para la irrupción de Javier Bertucci en el debate político; un poco más de un millón de personas se habían animado a votar por él.
Antes su figura se había hecho pública, primero, desde el púlpito en la estricta demarcación de su iglesia Maranatha y los espacios televisivos que compraba en canales comerciales a altas horas de la noche. Luego, en 2016, su nombre salió a relucir entre las revelaciones de los llamados Panama Papers.
Ahora las suyas son palabras mayores. Convertido también en columnista de prensa, sus aspiraciones se han inflado hasta el punto de proponer este 2019 la apertura de mil iglesias nuevas de su culto para, como reza en su sitio web, “convertirse en difusores con un mismo lenguaje, entendida la visión y propósito, desarrollando una labor de manera conjunta entre el ministerio Maranatha, El Evangelio Cambia y El Cambio (Esperanza por El Cambio), pues todas estas organizaciones trabajan por el mismo objetivo”.
La sombra del pasado
Además del pastorado y su recién estrenada faceta de político, Javier Bertucci sabe manejarse en las aguas empresariales, solo o con su familia, amparado en una premisa de las iglesias neopentecostales conocida como la “teología de la prosperidad”, aún cuando no la reconoce como tal.
Él está convencido –y la comunidad religiosa que lo rodea en la iglesia Maranatha– de que su libertad financiera y material es producto de su comunión con Dios y su compromiso con el otro como “buen samaritano”.
“Toda persona tiene derecho a prosperar como resultado del trabajo, de su esfuerzo y de su dedicación. No hay una ideología con respecto a esto dentro de nuestra fe”, dijo Bertucci sin matices ni explicaciones al responder por correo electrónico un cuestionario de Armando.Info.
Desde 2007 ha dejado huellas de su inclinación para los negocios, pues en el Registro Nacional de Contratistas (RNC) aparece como representante de la empresa Minería HG 2.8, que vendió diluyente para mezcla de hidrocarburos a la compañía Recicpetrol C.A. Esta es una empresa familiar incorporada en 2007, en Guacara (estado Carabobo, centro norte de Venezuela), y con sedes en Estados Unidos y Panamá, dedicada al ramo petroquímico, petrolero, metalmecánico y de construcción.
Esa rara comunión lo llevó a un protagonismo indeseado. Su nombre apareció en los Panama Papers, cuando tanteó la posibilidad de presidir la empresa Stockwin Enterprices Inc, creada en 2012 y con un capital de cinco millones de dólares, que se dedicaría a la compra-venta de todo tipo de insumos pero en especial, a la importación de materias primas del sector de alimentos.
La investigación liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) sobre los documentos filtrados del estudio jurídico panameño Mossack-Fonseca, dejó visibilizada la faceta más escondida del pastor. Su ambición por dirigir una offshore levantó sospechas, pues fue conformada durante el estricto control cambiario del gobierno de Chávez, con el declarado objetivo de ser usada para fines humanitarios. Sin embargo, tras las revelaciones de prensa, aseguró que la iniciativa “no se concretó” y que no cuenta con recursos para abrir empresas en paraísos fiscales.
“En cuanto a la empresa Stockwin Enterprises Inc., preciso mencionar que se consideró la participación en la misma para importar productos cárnicos a fin de poder velar por una gestión transparente y su correcta distribución en comunidades de escasos recursos de todo el país, a través de las Jornadas de Acción Social, desarrolladas por El Evangelio Cambia”, señaló en un comunicado oficial emitido después de la publicación.
Su entramado empresarial opera desde Panamá, República Dominicana, Estados Unidos y Venezuela, donde dirige compañías vinculadas con la importación y exportación de productos, como alimentos, medicinas e insumos médicos y de servicios energéticos.
Pero ese no es el único incidente corporativo en el que Bertucci apareció.
En el 2010, otra empresa propiedad de Bertucci, Tecnopetrol C.A., vendió 5.000 toneladas métricas de tecsol a una comercializadora de petroleo y derivados de nombre Carib Petroleum Inc, con sedes en Bahamas y Florida, cuyo propietario es un venezolano de nombre Carlos H. Gamboa. El cargamento sería trasladado desde Puerto Cabello, sobre la costa central de Venezuela, hasta República Dominicana por una tercera empresa, Eitzen Chemical, contratada por Gamboa.
En la operación de compra-venta y despacho en aduana, las autoridades venezolanas denunciaron que la carga no se trataba de tecsol (químico usado como base para la elaboración de desengrasantes y removedores de pintura) sino de diesel venezolano no declarado. Bertucci se encontraba en el lugar, supervisando la entrega a la que se había comprometido su empresa. Fue arrestado y sentenciado por contrabando agravado y asociación para delinquir, pero solo estuvo detenido tres días. Se le otorgó arresto domiciliario con permiso especial para predicar y, posteriormente, la condena fue sustituida por presentación periódica.
El caso siguió su curso fuera del país y, en 2011, Eitzen Chemical demandó a Carib Petroleum y Carlos H. Gamboa por recuperación de daños debido a los retrasos y los otros costos asociados a los contratos, de acuerdo al expediente que reposa en un tribunal de Florida, Estados Unidos. El demandante sostiene que el buque fue detenido como parte de una investigación contra Javier Bertucci, de Tecnopetrol, que “había suministrado el tecsol, bajo sospecha de intentar ilegalmente salir del país con contrabando de combustible diesel mal etiquetado”.
En su defensa, Gamboa presentó el testimonio de deposición de Javier Bertucci, quien declaró a la corte que “después de que la embarcación estaba medio cargada con tecsol, en Puerto Cabello, una ‘persona militar’ que supervisa todo el puerto exigió un soborno de 500.000 dólares. Cuando se negó, este militar detuvo la carga y el barco”. Hasta el 2018, el expediente se mantenía abierto en apelación, alegando la parte demandada que Tecnopetrol obtuvo todas las autorizaciones necesarias del gobierno para la venta y exportación del solvente a Carib Petroleum y que la detención del barco fue ilegal.
“Espero un cambio en el sistema judicial del país, y que tengan a bien, tomar decisión sobre este tema”, dice Bertucci sobre su caso que lleva casi diez años.
Otra empresa de Bertucci que no tuvo que ver con Mossack Fonseca levantó algunas sospechas. En 2013, un año después de su acercamiento al bufete panameño, se asoció en Biometrix-Med Equipment Corp con Nicolás Aular Parra, quien participaba en otras compañías inactivas y tenía un expediente por negociaciones dudosas relacionadas con la comercialización en territorio venezolano de vehículos importados. La sociedad de ambos, en Florida, Estados Unidos, se dedicaría a la compra-venta de bienes y servicios.
Tras la publicación del reportaje de Panama Papers, la empresa salió a relucir y Bertucci se defendió argumentando que se trató de una compañía con otra importación fallida que sería destinada a la donación.
Después de este episodio, Bertucci entró en una senda más discreta que implicó una campaña reputacional para limpiar su nombre y, a la postre, llevarlo a la carrera electoral. Lo que no quiere decir que haya detenido sus negocios.
El entramado de los pastores
En un viejo galpón, con la fachada desgastada y encerrado entre rejas grises, ubicado en la avenida 16A, entre las calles 46 y 47, de Maracaibo, estado Zulia, está la sede de la empresa Servicios Petroleros Hydrocore, C.A. En lo que parece la entrada principal se observa el letrero de El Evangelio Cambia y la Iglesia Maranatha, una de las más concurridas en el país.
La coincidencia de direcciones está lejos de ser una casualidad. Uno de los socios de Hydrocore es Gustavo Valbuena, quien ha sido pastor principal en esa comunidad durante al menos 17 años. Fue el jefe de campaña en los estados occidentales de Venezuela cuando Bertucci se lanzó a las presidenciales y, en la actualidad, es director regional de la Fundación El Evangelio Cambia. También se sumó a la carrera electoral como candidato al Consejo Legislativo del estado Zulia, el parlamento regional, aunque no resultó electo.
Su participación en Hydrocore es de 20%, al igual que la del pastor Bertucci. Otro 20% lo tiene el pastor Pedro Villalobos, relacionado con una organización religiosa o movimiento de avivamiento llamado Cueva de Adulam, que opera entre Colombia y Venezuela y que, entre otras cosas, apoya a los migrantes desplazados en la región del Cauca, suroeste de Colombia.
El avivamiento, esa práctica de alabar y buscar al Espíritu Santo entre gritos y oraciones a viva voz, entre movimientos y manos alzadas -algunas corrientes llevan el canto a nivel de espectáculo, con luces y cámaras para resaltar el frenesí- consigue así una inesperada conexión con el negocio petrolero.
El restante 40% está dividido equitativamente entre otros dos hombres, Paúl Davalillo y Andrés Guerrero, quienes con Villalobos comparten sociedad en otra empresa llamada Atlantic Energy, creada en 2011 y también conectada con el ramo petrolero. A esta última sociedad zuliana se incorporan otros dos participantes, Samuel Rojas y Daniel Farías.
Se vislumbra un paralelismo entre Hydrocore y Atlantic Energy. Ambas empresas se encuentran en el estado Zulia, donde el negocio petrolero, a pesar de entenario, sigue siendo pujante. Tienen un amplio objeto de la compañía, relacionado con todo tipo de trabajo exploratorio, manejo, tratamiento y mejoramiento de la producción de crudo y agua proveniente de pozos, así como de mantenimiento industrial y dotación. Tienen la misma cantidad de participantes y algunos nombres casi se repiten en ambas sociedades. Una muestra la presencia de tres pastores, dos de los cuales son de Maranatha, mientras que en la otra solo está Villalobos.
Aunque Farías no es socio de Atlantic Energy, es parte de su junta directiva como director de Asuntos Administrativos y parece moverse bien en los negocios como un operador. Está relacionado con al menos trece compañías, como gerente administrativo o consultor jurídico, y estas ofrecen todo tipo de servicios químicos, petroleros, médicos y de exportación, aunque suelen mantener muy bajo perfil, sin descripción pública o página web. En el caso de Atlantic Energy, esta tuvo arrendada la misma sede marabina que otra empresa petrolera, River Tajo Inc., domiciliada en Panamá y cuyos lazos internacionales llegan hasta Polonia, en una empresa de igual nombre y con un socio venezolano nacido en Zulia.
Sobre la actividad comercial de Hydrocore y su forma de operar es poco lo que se pudo averiguar para esta entrega. Aunque Bertucci admitió a Armando.Info su participación en la compañía, pese a las circunstancias del país y sus episodios anteriores con Tecnopetrol, no amplió sobre el objeto de la compañía y desconoce los paralelismos que comparte con Atlantic Energy.
“Es mi derecho de constituir legalmente cualquier empresa como ciudadano venezolano, no obstante se mantiene inactiva desde hace un largo tiempo, con la esperanza de activar sus operaciones en cuanto el sistema económico nacional permita su óptimo desarrollo”, puntualizó.
La agenda terrenal
La primera visita al templo Maranatha suele sorprender. Un ejército de colaboradores uniformados en la entrada y un río de personas caminando en los amplios pasillos. No hay imágenes en el gran salón y al fondo, diez escalones llevan al podio transparente sobre el que el pastor habla con un micrófono en la mano. En un extremo, un coro uniformado y del otro lado, músicos. El logo de Maranatha muy visible, al igual que una pantalla de proyección y arriba una parrilla de luces blancas que ilumina toda la escena.
“Este ha sido el éxito de esta iglesia, el hecho de que usted venza todos los obstáculos para venir a este lugar a orar o a escuchar una palabra y que sigamos teniendo esta manifestación de Dios en nuestras vidas, es porque hemos estado atendiendo la agenda y el deseo del cielo y no la nuestra. Y hemos estado luchando para que esta iglesia se mantenga. Y hemos estado luchando no porque seamos nosotros los que la mantenemos pero sí tenemos que cuidar la grey de Dios”.
Así comenzaron los primeros minutos de la prédica de Javier Bertucci, el 17 de marzo de 2019, frente a una multitud que aguardaba sentada en su sede de Valencia, 150 kilómetros al oeste de Caracas.
Este ha sido el centro de operaciones de la organización religiosa Maranatha y la asociación civil El Evangelio Cambia. Desde allí mantiene comunicación con sus filiales en distintas regiones y hasta con las células que se encuentran fuera del país, aunque estas operan de forma autónoma, según explicó vía telefónica una representante de la fundación.
Bertucci comentó sobre la delgada línea que separa las tres organizaciones que lidera como pastor, candidato político y presidente, “las tres son independientes, sin embargo, el punto de unidad es el trabajo social, la fe cristiana y el amor por un país”.
Agrega que “muchas personas que asisten a la Iglesia, según el ejercicio pleno de su ciudadanía y sus convicciones de fe, participan activamente en El Cambio, integrando filas de militantes junto a otros que tal vez no asisten a una iglesia pero que comulgan con la visión del partido político. Asimismo, el voluntariado de El Evangelio Cambia se integra principalmente por personas que asisten a distintas iglesias, no solo Maranatha, sino diferentes denominaciones, incluso católicos, junto a organizaciones, empresarios, profesionales independientes que fungen como colaboradores en la labor social que la organización realiza desde hace más de doce años”.
Durante los carnavales venezolanos de 2019, a principios de marzo, El Evangelio Cambia realizó una jornada de voluntariado en 28 países, a la que denominó Evangelismo Global. En Venezuela, desee luego, fue liderada por Javier Bertucci. Según explicó una vocera de la fundación, se trató de transmitir “un mensaje basado en valores y principios cristianos”, además de prestar asistencia social a los sectores más vulnerables. En el interior del país, los voluntarios fueron a playas, ríos, balnearios públicos y otros sitios de interés turístico, con actividades infantiles y musicales, mientras entregaban la esperada sopa en medio de prédicas y atención médica.
Este encuentro se desarrolló de manera conjunta en Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Granada, Honduras, Italia, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Reino Unido, República Dominicana, Rusia, Suecia, Uruguay y Venezuela.
La vocera señaló que se sostienen con donaciones, pero no dio detalles sobre los recursos que permitieron la compra de juguetes que reparten en eventos sociales y políticos, hechos en China.
Su padre espiritual, el fundador del Ministerio Universal Maranatha, Nahum Rosario –hoy radicado en Panamá– explica en su página de Facebook que “en muchos círculos cristianos, [Bertucci] ha sido visto con mucho recelo porque nunca se ha adherido a una teología ortodoxa, estrecha y denominacional”. Esto lo acerca al neopentecostalismo, que es la visión de una iglesia cristiana renovada y que no escatima en luces, cámara y corales, mientras recoge los diezmos.
Rosario se refiere al pastor venezolano como “el apóstol” que levantó una fortaleza en los últimos 18 años. Recuerda que lo visitó cuando los miembros de su iglesia no pasaban de 40 personas y hoy cuenta con más de 16.000 habituales.
Ahora es un emporio de la fe presidido por Bertucci en tres asociaciones: El Evangelio Cambia (de carácter civil, 2007), Esperanza por El Cambio (con fines políticos, 2017) y la Iglesia Maranatha (organización religiosa, 1999). Aunque la legislación es clara en los límites de actuación de cada institución y empresa, la realidad las cruza y sirve de contexto para muchos negocios.
Según los datos del Registro Nacional de Contratista (RNC), Constructora Bertucci C.A. –cuyo socio es el pastor Francisco Barrios Rodríguez, su cuñado y encargado de la Iglesia Maranatha en Valencia– le hacía trabajos a la Fundación Maranatha. De la misma forma, Agropecuaria Los Cedros C.A., también presidida por Bertucci y creada en 2017, le proveía carne de bovino a la asociación religiosa que dirigía en la capital carabobeña. Otras han sido empleadas para tramitar donaciones o insumos para su iglesia, como quedó expuesto en los Panama Papers. Todavía durante su campaña presidencial de 2018 hablaba de ingresar medicamentos en la atribulada Venezuela bajo la figura de “ayuda religiosa”.
Las importaciones y exportaciones es un área del comercio que a Bertucci no se le ha hecho complicada, si se exceptúa el episodio de Tecnopetrol. En 2014 y a título personal, trajo al país desde Estados Unidos productos que ingresaron por Puerto Cabello, en el estado Carabobo, por un valor de unos 30.000 dólares, según refleja Import Genius, base de datos especializada en el comercio internacional.
En la misma base de datos se encuentran rastros de otras importaciones, aunque no relacionadas directamente con el pastor. En 2012, la Iglesia Maranatha de Valencia hizo una importación de 4.000 dólares, casi nada si se compara con la que hicieron, entre 2010 y 2013, la Comercializadora Maranatha C.A., por 670.910 dólares, y Distribuidora Maranatha por 47.268 dólares. Estas últimas trajeron productos editoriales (biblias, estampados, diccionarios, enciclopedias, libros de registro, libros de contabilidad, talonarios, calendarios, entre otros), en cargamentos desde Estados Unidos a Maracaibo.
Otras compañías vinculadas con Bertucci son Health Suply Inc, Todo Salud Inc y Sky Suministros Inc (Panamá, 2009), en las que aparece como directivo. Tiene, además, la empresa Agropecuaria Los Cedros (República Dominicana, 2017), mientras que su hija Raquel Rebeca se desempeña en el mismo ramo empresarial de esta última empresa, como propietaria de Alimentos Los Llanos Corp (Estados Unidos, 2018).
Sopas y poder
Su sempiterno y elegante traje oscuro, usado durante las prédicas, contrasta con su atuendo típico en la campaña electoral: jeans y camisa blanca de manga larga, estampada con el logo del movimiento Esperanza por El Cambio, al igual que todos sus seguidores. En la espalda estaba bordado el lema: “Bertucci Esperanzador”.
Así recorrió buena parte del país, acompañado por jóvenes bailarines que eran teloneros en su mitin político. Al cierre de esos eventos los organizadores servían sopa a los asistentes, una costumbre que ya seguía en las congregaciones de la asociación civil El Evangelio Cambia, el brazo social del holding Bertucci. La sopa se convirtió en una especie de leitmotiv de su campaña en una Venezuela azotada por el hambre y la miseria.
Al formalizar su postulación ante el Consejo Nacional Electoral (CNE, controlado por el chavismo) no dejó claro ante la jerarquía evangélica si se separaba de sus funciones como pastor o no. El Consejo Evangélico de Venezuela (CEV) y la Federación Concilio General Asambleas de Dios Venezuela (ADV), las dos organizaciones evangélicas más grandes y antiguas del país, coincidieron en afirmar que la decisión de Bertucci fue personal. El Ministerio Maranatha no pertenece a ninguna de estas representaciones religiosas.
La directiva del CEV emitió un comunicado en abril de 2018 y señalaba que “la iglesia no responde a ninguna categorización política o ideológica, ni siquiera cuando ésta pretenda monopolizar la representatividad de los evangélicos”. Por su parte, ADV aclaró a sus ministros que si desean involucrarse en política “deberán renunciar a sus funciones pastorales (...) la mezcla de política y religión tergiversa los principios y la fe cristiana”.
Tres días después de conocerse los resultados oficiales del CNE, el 23 de mayo de 2018, Bertucci se reunió con Maduro en el Palacio de Miraflores, sede del Gobierno. El encuentro televisado mostró una cómoda visita, donde fue recibido con un apretón de manos por Jorge Rodríguez, ministro de Comunicación e Información, para acompañarlo hasta el despacho presidencial. Lo esperaban de pie y cerca de la puerta, Cilia Flores, Primera Dama, y Tareck El Aissami, entonces vicepresidente. Ese primer instante del encuentro entre Bertucci y Maduro terminó para el público cuando el presidente juntó las manos ante el pastor, quien parecía darle la bendición.
Ese saludo parecía sellar el pacto entre estos dos hombres. De nuevo cobró vida el rumor de su cercanía al poder central, lo que le habría permitido a Bertucci moverse con libertad económica y política en un marco de crecientes restricciones. A Maduro le convenía un candidato opositor pero, a la vez, aliado, que legitimara las elecciones presidenciales, convocadas por adelantado por la progubernamental Asamblea Constituyente y muy controvertidas.
“El otro punto que conversamos fue lo que fue siempre mi propuesta como candidato, abrir el canal humanitario. Aprobó de alguna forma o me sugirió que estaba dispuesto a que viniera la ayuda de afuera del país para atender a la población, en el área de alimentos y en el área de medicinas”, dijo Bertucci de Maduro tras la reunión. En esa época, Maduro no reconocía ningún tipo de crisis humanitaria en Venezuela, por lo que lucía como una osadía la de haberle sugerido la necesidad de abrir un canal de ayuda.
Bertucci siguió en la escena política y, ese mismo año, Esperanza por El Cambio decidió competir también en las elecciones municipales en coalición con otros partidos: Avanzada Progresista, Copei y Movimiento Al Socialismo (MAS). Estos partidos fueron de los pocos que no inhabilitó el CNE tras la razzia que ilegalizó a los principales partidos de la oposición.
Teniendo el pulso de la contienda presidencial, Bertucci y su movimiento lograron postular nada menos que 4.430 candidatos para los 335 municipios del país, algo muy fuera del alcance de muchos movimientos políticos en Venezuela.
El Cambio obtuvo algunos puestos claves, sobre todo en el municipio de Baruta, estado Miranda, un suburbio de clase media en el sureste de Caracas y hasta entonces tercamente opositor. También en las regiones de Bolívar, Táchira, Anzoátegui, Carabobo y Nueva Esparta, como lo confirmó en la rueda de prensa post electoral, en octubre de 2018.
Todos los candidatos de Esperanza por El Cambio eran movidos por una misma línea discursiva: el ingreso de medicinas y comida a Venezuela a través de un canal humanitario, sin precisar bien ni cómo, ni por dónde.
En la rueda de prensa de Bertucci sobre el balance luego de las elecciones municipales, la reportera de Armando.Info consultó a su jefe de comando de campaña y asesor, Carlos Jiménez, sobre los insumos prometidos; no precisó su procedencia. Además, señaló la inviabilidad de que se lograra ese ingreso prometido a través de la organización política, porque ellos no pueden tramitar ninguna ayuda ni donaciones. La vía podría ser, sugirió, a través de la Fundación El Evangelio Cambia.
Por su parte, Bertucci solo alcanzó a responder en su correo electrónico que “la ayuda gestionada vendrá con la figura de ayuda cristiana, distinta a ayuda religiosa. Esto implica que tanto organizaciones cristianas (iglesias, asociaciones civiles, fundaciones), así como creyentes cristianos, de forma independiente y voluntaria, han estado sumando esfuerzos y recursos para enviarla”. Pero tampoco brinda detalles al respecto.
Durante 2018 Bertucci aseguró en sus discursos haber hecho contacto con organizaciones cristianas del extranjero que habrían mostrado su disposición a colaborar para paliar la crisis en Venezuela. Entre ellas aludió a unas de Corea del Sur y otras “mormonas” de Suiza. Mencionó la idea de crear “farmacias de esperanza” que pudieran llegar a hospitales. Advirtió que era necesario el canal con el gobierno de Maduro para que se pudiera ejecutar esta acción; sin embargo, en el pasado el canal había sido rechazado por ser “humanitario” (y aceptaba la crisis) y, por lo tanto, esta vez sería denominado como de “ayuda cristiana”.
Para Maduro y su gobierno la emergencia humanitaria compleja terminó por ser inocultable, sobre todo este último año cuando el deterioro ha sido abismal. Necesitan de aliados porque los programas de gobierno no compensan el hambre ni silencian las muertes por falta de medicinas e insumos médicos. Tampoco pueden esconder la migración de casi cuatro millones de venezolanos que han huido del país.
La fundación sin fines de lucro que fue creada por Bertucci en 2007 es la encargada de la ayuda social directa y de la “siembra de valores”, lo que exige a los miembros de la organización la “fe activa”. Según una de sus representantes nacionales, tiene un “sentido amplio” y tocan distintos centros educativos, penitenciarios, comunidades, hospitales o cualquier otro espacio de vulnerabilidad. Ofrece alimentos y jornadas médicas, a comunidades de escasos recursos. Ahora, también es uno de los “ministerios” de la Iglesia Central Maranatha (Panamá), desde hace cuatro años.
Bertucci, parco en sus palabras, solo alcanza a escribir en su contacto con Armando.Info que continuará con la carrera política y su trabajo social.
Las cuotas de la fe
“Cada día que pase mientras enfrento pruebas, cada día seremos más fuertes, cada día soy más creyente, creo más en Dios y en la fuerza de Cristo porque él me acompaña, me abraza, me protege con su manto sagrado, él está conmigo, si Dios conmigo, quién contra nosotros”. No fue Bertucci, sino Nicolás Maduro el predicador de este discurso en la instalación del Congreso de Movimientos Cristianos, a finales de enero de 2019.
Para él, que se sienta en la silla presidencial sin el apoyo de al menos un centenar de países, la idea de construir una guerra contra el enemigo interno es la estrategia de permanencia en el poder, y una clásica de la impronta chavista. Contrario a eso, está la premisa neopentecostal de la “superación del mal encarnado” que promueve la liberación triunfal de esa guerra.
Maduro mantiene el apoyo de un sector cristiano evangélico y también sus votos. En el evento político de principios de año, los religiosos estuvieron representados principalmente por la Organización Renovadora Auténtica (ORA), una asociación con fines políticos aliada al Gran Polo Patriótico y que constituye uno de los dos partidos con orientación religiosa validados por la autoridad electoral. El otro es el de Bertucci.
De acuerdo a la información oficial hubo “respaldo absoluto” a Maduro en aquel congreso. El conteo incluyó a 120 delegados nacionales en representación de 17.000 iglesias evangélicas, ubicadas en 20 de los 23 estados del país. El vocero de la actividad –un representante de ORA que ha sido funcionario del gobierno madurista- aseguró que “más de ocho millones de evangélicos oran por el país”.
La alta jerarquía evangélica intentó desmentir ese respaldo. A los pocos días del evento cristiano que apoyó a Maduro, el presidente del Consejo Evangélico de Venezuela, Samuel Olson, rechazó cualquier actividad partidista que los vincule.
“El pueblo evangélico no es políticamente beligerante. Tenemos por principio fundamental la separación de la Iglesia y el Estado. No reconocemos las declaraciones de ningún representante religioso o movimiento religioso como si fuese la voz del pueblo evangélico en general”, aseguró.
A estas palabras se le sumaron otras de representantes de federaciones y confederaciones evangélicas venezolanas, con más de 45 años en el país. Dijeron que los 100 asistentes al congreso evangélico que apoyó a Maduro no los representaban y más bien son líderes de iglesias con poca influencia, donde sus participantes buscan que se les gestionen los prometidos proyectos productivos ofrecidos por la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez.
El voto evangélico es diverso y ha crecido en los últimos años. En la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), un suprapoder instalado por el chavismo bajo la excusa de redactar una nueva Constitución, no hay una comisión de cultos como sí existe en el parlamento regular. Sin embargo, las acciones que se ejecutan en esa materia provienen directamente del movimiento Somos Venezuela, fundado por Nicolás Maduro y su coordinadora nacional, Delcy Rodríguez. Este movimiento político es el encargado del “embellecimiento” de la ciudad.
Cuando la Constitución venezolana de 1999, promovida por Hugo Chávez, adoptó la libertad religiosa y de cultos en el sentido amplio, fracturó la relación que los gobiernos habían tenido con la iglesia católica romana, que pronto se convertiría en un crítico del proyecto chavista. Esto permitió a otras corrientes aspirar a ocupar los espacios que antes eran exclusivos de la iglesia de Roma, y vieron crecer sus templos en número de fieles, lo que les permitió, también, entrar en la escena política y económica.
En los últimos 20 años fue más evidente el impulso de políticas públicas relacionadas con la libertad religiosa y de culto. Se extendió por los sectores militares y civiles un liberalismo puritano con anuencia de altos representantes de ministerios y Poderes Públicos que simpatizaban con estos cambios y las doctrinas evangélicas.
En Venezuela, el protestantismo evangélico, los Testigos de Jehová y los mormones, que hasta 1998 representaban 18% de la población confesante, para 2006 llegaron a alcanzar un 29% y los católicos disminuyeron su influencia en la población de 75% a 70%. De acuerdo al Consejo Evangélico, el mayor crecimiento fue la doctrina pentecostal.
Es así como espacios de culto dentro de la Fuerza Armada Nacional (FAN), instituciones públicas del Estado, centros penitenciarios y hasta instituciones educativas, empezaron a hacer más visible su presencia. Tal fue el caso del general Gustavo Rangel Briceño, exministro de la Defensa; Ronald Blanco La Cruz, exgobernador del estado fronterizo de Táchira y exembajador de Venezuela en Cuba; el capitán Edgar Hernández Behrens, exsuperintendente de las instituciones del sector bancario (Sudeban), expresidente del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes) y expresidente de la extinta Cadivi.
En 2012, se propuso en la Asamblea Nacional, entonces dominada por el chavismo, un Anteproyecto de Ley de Cultos que venía rodando desde la comisión de Política Interior pero fue tomando forma con la creación de la Comisión Permanente de Cultos y Régimen Penitenciario. Sin admitirlo abiertamente, representaba el germen para la pretensión de romper con el Concordato Vaticano, algo que nunca se oficializó.
También se impulsó la legalización de organizaciones con fines religiosos por medio de la Dirección de Cultos del Ministerio de Interior, Justicia y Paz, que en 18 meses logró el registro de 6.000 iglesias, cuando en los 40 años anteriores solo había alcanzado unas 4.000. Hasta 2018, las iglesias evangélicas eran casi 17.000. Los estados con mayor crecimiento de las feligresías alternativas eran Aragua, Falcón, Zulia, Bolívar, Carabobo y Lara, de acuerdo a información oficial. En total había un registro de 19.700 asociaciones civiles con fines religiosos en el país.
La evangelización 2.0
La Iglesia Maranatha de Venezuela cuenta con 16.000 fieles en el país, según su página web. Aunque la migración también diezmó en 4.000 asistentes a los habituales, ese tropiezo lo busca superar la iglesia con mayor presencia en Internet y la televisión, como lo afirmó el mismo Javier Bertucci.
A pesar de que en redes sociales existen denuncias de corrupción, adoctrinamiento y lavado de dinero, la campaña reputacional es mayor en defensa del pastor, su familia y las instituciones que preside. Tiene espacio en todos los canales del ecosistema digital, como marca personal o imagen principal de la asociación civil El Evangelio Cambia y el movimiento Esperanza por El Cambio.
Esta es otra característica de las evangélicos neopentecostales, que en el mundo abarcan unos 300 millones de seguidores. Se trata de la presencia mediática y la evangelización en masa a través de las distintas plataformas, con las que ejercen una fuerte influencia en las decisiones públicas y políticas.
“Así que el llamado de este mensaje es hacia la evangelización masiva. Hemos hecho un gran esfuerzo para volver a la televisión nacional y empezamos a salir en la mañana como antes lo habíamos hecho”, anunció en mayo de este año Bertucci, quien comenzó joven su carrera religiosa en el estado central de Cojedes, en el pueblo de Tinaquillo. Es el mismo pueblo de donde es oriunda Cilia Flores, la esposa de Nicolás Maduro.
A pesar del anuncio, no hay programa del pastor en la televisión nacional venezolana, pero sí tiene un canal de YouTube con más de 64.000 suscriptores y su propia emisora de radio El Evangelio Cambia 96.3 FM. Su capacidad, y la de la iglesia Maranatha -con más de 700 sedes en decenas de países del mundo, incluyendo Europa y África- de monetizar los recursos es notoria y parte de un discurso que defiende constantemente. El canal de El Evangelio Cambia tiene más de 146.000 seguidores y el de la Maranatha Venezuela, más de 87.000.
Es el cierre del círculo del movimiento de Bertucci, ahora con peso político y representantes municipales, y un paso franco hacia los fondos, toda vez que una la resolución del sistema nacional de aduanas permite la exención de impuestos a las organizaciones con fines religiosos.
“Cuando alguien dice: ‘el pastor se roba los diezmos’, no me diga. Le invito a que usted mantenga esta iglesia un mes. Vamos. Ni hablar de dónde venimos y haber creído por cada cosa que hay aquí adentro y hemos hecho allá afuera. Pero si usted dice: ‘yo creo…’ Venga acá y pague todo lo que pagamos, incluyendo programa de televisión y todo eso (…) Eso es para los hermanos que se la pasan diciendo: ‘aquí falta algo’. No critique, póngalo. (…) Le he entregado el control de esto al pastor Paco, al pastor Giovanni, a la administración, porque yo no dependo de esto. Mi fuente y mi proveedor es Jesús”, clama Bertucci.
**Esta nota es parte del proyecto Transnacionales de la Fe, una colaboración de 16 medios latinoamericanos, bajo el liderazgo investigativo del Columbia Journalism Investigation de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia (Estados Unidos).
Los socios latinoamericanos son: Agencia Publica (Brasil); El País (Uruguay); Ciper (Chile); El Surtidor (Paraguay); La República (Perú); Armando.info (Venezuela); El Tiempo (Colombia); La Voz de Guanacaste y Semanario UNIVERSIDAD (Costa Rica); El Faro (El Salvador); Nómada y Plaza Pública (Guatemala); Contracorriente (Honduras); El Centro de Investigación de Puerto Rico; Mexicanos contra la Corrupción (México); y el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística, CLIP.
Etiquetas: CNE, corrupción, Javier Bertucci, lavado de dinero
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home