Chavez y el narcoterrorismo
Por: Eucario Bermúdez
Las reacciones han sido múltiples, han hablado personalidades de todos los calibres tanto de Venezuela como de Colombia, y la inmensa mayoría coinciden en que las denuncias formuladas ayer por la permanencia de la guerrilla de las FARC con la complacencia de Hugo Chávez en su país, han sido contundentes, irrebatibles, y presentadas magistralmente por el Embajador Luis Alfonso Hoyos, quien de paso demostró la gran capacidad, inteligencia y convicción de este digno representante ante la organización de estados americanos OEA. Y la respuesta de Chávez? Absurda, perversamente acompañada de un entrenador de futbol derrotado en el mundial, muy amigo suyo, de Fidel y de todos los “mamertos” del continente.
Solo atino a tomar una decisión exacerbada, acorralado por la contundencia de las pruebas, recurso del cual ya ha tomado mano en el pasado. Solo le falto que ordenara el inicio de una guerra, que de todas maneras dejo entrever entre líneas, en medio de sus consabidas diatribas insultantes, groseras, repugnantes contra el presidente Alvaro Uribe.
Colombia se limitó a presentar unas pruebas, a pedir al gobierno venezolano actuar para no permitir que los guerrilleros pasen a su territorio y se instalen allí con la protección oficial para preparar sus ataques contra el país; pidió a la OEA constituir una comisión de verificación para establecer la veracidad de las pruebas y luego actuar en consecuencia. A ello no dijo nada Chávez, no hizo la menor referencia a las graves acusaciones, no respondió, -no tenia como hacerlo-, se fue por la tangente y con el perro faldero que le acompañaba, tomaba la extrema decisión de romper relaciones con Colombia actitud que el mundo democrático condena esperando que haya tribunales internacionales capaces de actuar en derecho para defender a un país que se está viendo amenazado constantemente por subversivos tolerados y apoyados por un gobierno vecino.
Otro triste espectáculo de Chávez con su habitual histrionismo detestable, colocando sus emociones por encima de los intereses de dos países hermanos, que hoy más que nunca quisieran tener otro líder en el palacio de Miraflores.
Las reacciones han sido múltiples, han hablado personalidades de todos los calibres tanto de Venezuela como de Colombia, y la inmensa mayoría coinciden en que las denuncias formuladas ayer por la permanencia de la guerrilla de las FARC con la complacencia de Hugo Chávez en su país, han sido contundentes, irrebatibles, y presentadas magistralmente por el Embajador Luis Alfonso Hoyos, quien de paso demostró la gran capacidad, inteligencia y convicción de este digno representante ante la organización de estados americanos OEA. Y la respuesta de Chávez? Absurda, perversamente acompañada de un entrenador de futbol derrotado en el mundial, muy amigo suyo, de Fidel y de todos los “mamertos” del continente.
Solo atino a tomar una decisión exacerbada, acorralado por la contundencia de las pruebas, recurso del cual ya ha tomado mano en el pasado. Solo le falto que ordenara el inicio de una guerra, que de todas maneras dejo entrever entre líneas, en medio de sus consabidas diatribas insultantes, groseras, repugnantes contra el presidente Alvaro Uribe.
Colombia se limitó a presentar unas pruebas, a pedir al gobierno venezolano actuar para no permitir que los guerrilleros pasen a su territorio y se instalen allí con la protección oficial para preparar sus ataques contra el país; pidió a la OEA constituir una comisión de verificación para establecer la veracidad de las pruebas y luego actuar en consecuencia. A ello no dijo nada Chávez, no hizo la menor referencia a las graves acusaciones, no respondió, -no tenia como hacerlo-, se fue por la tangente y con el perro faldero que le acompañaba, tomaba la extrema decisión de romper relaciones con Colombia actitud que el mundo democrático condena esperando que haya tribunales internacionales capaces de actuar en derecho para defender a un país que se está viendo amenazado constantemente por subversivos tolerados y apoyados por un gobierno vecino.
Otro triste espectáculo de Chávez con su habitual histrionismo detestable, colocando sus emociones por encima de los intereses de dos países hermanos, que hoy más que nunca quisieran tener otro líder en el palacio de Miraflores.
Etiquetas: narcotrafico, terrorismo
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