Traidores y espías en tiempos bolivarianos
Por: Orlando Ochoa Terán
Fuente: Semanario Quinto Día / Soberanía.org
La historia ha enseñado que los
que hoy se erigen en jueces de esos “traidores”, probablemente terminen como
reos del mismo delito, pero juzgados por los “traidores” de ayer.
Mayor (Ej.) Milton Revilla Soto
En su afán por encubrir una cruda represión política
gobiernos autócratas y dictaduras acuden
al expediente de acusar a disidentes de traidores y espías. La
aplicación de este método se concentra con particular sevicia en los miembros
de las fuerzas armadas. En las instituciones castrenses la obediencia y la
línea de mando conspiran en contra del principio constitucional de la defensa.
Sólo hay una fuerza armada en cada país con el monopolio del desempeño de los
profesionales que allí se forman. Para los hombres de uniforme no existe otra
corporación competidora que los reciba con los créditos acumulados profesionalmente en su componente
militar. Esto los hace más vulnerables a las injusticias.
Bajo este predicamento se ha llegado a extremos bizarros. En
la ocasión de la expulsión del agregado militar de la Embajada de EE UU, John
Correa, fue acusado de espionaje por haber reclutado unos 25 agentes de la
Armada de Venezuela. Los marinos espías venezolanos habrían entregado detalles
técnicos de los patrulleros marinos CN-235 y de transporte CN-295 que Venezuela
intentaba adquirir a España. Que los “espías” hubieran proporcionado al
Pentágono especificaciones técnicas de los aviones en cuya fabricación
participan corporaciones americanas o están a su disposición en la Otan, no
pareció preocuparle al entonces director del DIM, general Hugo Carvajal.
Los vulnerables
En abril de 2008 el ministro El Aissami dio cuenta de la
detención de 8 colombianos propietarios
de la heladería MakyHelados, ubicada en la Calle 3 con Carrera 7 de la
“estratégica” población de Barinitas. Colombia aseguró que el total de
detenidos se elevaba a 19. El Aissami aseguró tener en su poder “indicios muy
graves” tales como fotografías de las “secretas” antenas parabólicas de
Camatagua de 65 metros de altura y 32 metros de diámetro. The Guardian de
Londres citó al presidente Chávez quien habría asegurado que los “agentes
secretos” portaban “carnets que los identificaban como espías” del ejército
colombiano.
Otro órgano de contrainteligencia del gobierno, encubierto
como un programa de TV, al mando de Mario Silva, presentó un audio editado y
montado con fotografías donde aparecían los rostros de oficiales de las Fuerzas
Armadas que supuestamente habrían conspirado para asesinar al Presidente. La
complicidad civil incluía a Alberto Federico Ravel, Miguel Henrique Otero,
Diego Arria, Manuel Rosales, José Manuel González, Nelson Mezherane, Rafael
Poleo y Marcel Granier. Todos, según Mario Silva, eran miembros de “la élite
mediática” del país. No obstante, los verdaderos chivos expiatorios de ese
arrebato patriótico fueron los más vulnerables: oficiales de la FAN.
Mayor (Ej) Milton Revilla Soto
La imputación de traición, un delito que implica una
comprobada deslealtad a la soberanía de una nación, es algo que países con
cierto desarrollo toman muy en serio. De acuerdo al Defense Personnel Security
Research Center (PERSEREC) durante las décadas de los cincuenta, sesenta y
setenta, en pleno clímax de la Guerra Fría, en EE UU sólo se procesaron 18
personas por espionaje que no siempre resultaron con sentencias condenatorias.
Comparar con los centenares de “espías”, “traidores”, “apátridas” y “vende patrias”
que la revolución ha procesado, resulta deplorable. Ignoran que la historia ha
enseñado que los que hoy se erigen en jueces de esos “traidores”, probablemente
terminen como reos del mismo delito, pero juzgados por los “traidores” de ayer.
El último ejemplo de este expediente de traición y espionaje
para reprimir la disidencia es el del mayor (r) Milton Revilla Soto, detenido
por agentes del DIM en Maiquetía cuando se aprestaba a abordar un avión a Lima.
Revilla fue sometido a un juicio militar en el cual, después de imputarle los
delitos de “traición a la patria” y “espionaje contra la seguridad de la
Nación” lo condenaron a seis años y 4 meses de prisión. En los interrogatorios
conducidos por el general (Ej) Freddy Ramírez Espósito, entonces director de
Apoyo a las Investigaciones del DIM, con la complicidad de Andrés Izarra y una
periodista de Telesur, se le amenazó para que involucrara públicamente a
Patricia Poleo y a quien suscribe esta crónica, como agentes de inteligencia de
EE UU. Milton no se doblegó. En mi caso, los supuestos de una conspiración con
Patricia Poleo son erráticos. No tengo relación alguna con ella, jamás hemos
cruzado palabra y no he asistido a reunión donde ella estuviera presente,
dentro o fuera de Venezuela. La información que alguna vez resultó de mi
relación con Revilla Soto, fue publicada en este espacio y jamás fue
cuestionada.
El mayor Milton Revilla Soto es un oficial cuya baja forzada
de la FAN no lo amilanó. Estudios de posgrado y una capacidad analítica poco
común le abrieron paso como profesor universitario y consultor en estrategias
de negocios. Un perfil subversivo para algunos capitostes como los generales
Ramírez Esposito o Carvajal Barrios, con una mentalidad como la de Martin
Borman, jefe del Estado Mayor de Hitler, quien solía decir: “Toda persona
educada es un futuro enemigo”.
Etiquetas: Milton Revilla, narcotrafico, Presos Políticos, terrorismo
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