SUITE DE LA MUERTE
Por: Raúl Rivero Castañeda
I
Acaban de avisarme que he muerto.
Por: Raúl Rivero Castañeda
I
Acaban de avisarme que he muerto.
Lo anunció entre líneas la prensa oficial.
Yo no esperaba morir este verano hermoso
de fin de siglo
pero los periódicos de mi país no mienten nunca
y por lo tanto es falso este latido del corazón
las pulsaciones, el aire que respiro.
Los recuerdos que tengo son, deben ser
el delirio final porque el Estado
no puede equivocarse en forma tan flagrante.
He muerto.
Yo mismo, que tengo sed y estoy triste
lo empiezo a comprender.
Y, que amo todavía y que me asombro y tengo miedo
estoy aprendiendo a morir por decreto.
Lento, obediente, con discreción, sin un solo gesto de rabia
comienzo a parecerme a mi cadáver.
Para cumplir la orden con rigor
y no turbar el regocijo de mis verdugos
apago con espíritu de contingente
los signos vitales que persisten
porque quien ha seguido como un carnero
el monorritmo de la campana
y la voz del pastor
tiene que disponerse a morir
con sólo el relumbre del cuchillo.
II
Mamá ya lo sabe
y viene enseguida a cortarme las uñas
a ponerme un pañuelo con colonia
a convencer a Humberto para que me recorte el pelo
demasiado largo, demasiado blanco
demasiado tranquilo.
III
Es tan ciega la fe
y tan sorda
es tan absoluta la credibilidad
que las personas que me ven no me saludan
los que me escuchan no vuelven la cabeza
porque ya saben la noticia
y a los que visitan mi familia
yo les brindo café
y no lo agradecen
ni una frase cortés, ni un elogio para el amargor
porque esta clase de fe
es, además, muy desabrida.
Como se hizo público mi funeral
y mis pecados, mis aberraciones, mis torvas alianzas
con el enemigo
mucha gente ha venido a mi casa para ver mis
despojos
y llevarse, si hubiere, la virtud o el amor.
Los he visto llegar a dar el pésame
mirando de reojo los muebles y el teléfono
añorando el abrigo, el calor de mi cama
de mendigos sentimentales
ayudando al Estado a clavar la tapa de mi ataúd.
He visto llorar a Cristina
estremecer el amor
y a Mariakarla feliz
segura de que era otra trampa mía.
Soy testigo del entierro que me están haciendo.
Estuve alerta en el velorio
y anoté cada gesto y cada comentario
Lo he visto todo claro desde mi muerte.
Los estoy esperando.
1 Comments:
que triste está vaina, pero está bueno el post, ojalá así fuera cuando uno muere que los puede ver a todos y mirar desde otra perspectiva lo que sucede.
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