LOS CAMPOS DE LA MUERTE
Por: Carlos R. Alvarado Grimán
Nos explicaba un dirigente del “proceso” sobre la misión que se ha propuesto la revolución, en el área de formación del “nuevo profesional universitario”. Según éste personaje los egresados de las universidades tradicionales venezolanas, están formados bajo esquemas capitalistas neoliberales; sin sensibilidad social; arraigado individualismo y con profundas relaciones de amor con el imperio. De allí que es necesario su sustitución por profesionales ideológicamente comprometidos con la revolución, quienes provendrán de las recién fundadas Aldeas y Universidades Bolivarianas.
Mientras escuchábamos a este “revolucionario”, surgía en nosotros cierto temor, debido a que semejante despropósito lo hemos oído en boca de otros dirigentes de la “revolución”, y porque no son planteamientos originales de los advenedizos que dirigen el llamado “proceso” en Venezuela. Políticas de reeducación y cambio cultural se materializaron en sistemas sanguinarios, como en el del régimen genocida de Pol Pot en Camboya, que costó la vida a millones de inocentes.
Las crueldades cometidas por la gente del Khmer Rouge y del "Angkar Loeu" (La Alta Organización), en la refundación de la “nueva” Kampuchea Democrática fueron dantescas. A partir del denominado “Año Cero” se realizó una “limpieza” cultural sangrienta, desplazando a los habitantes de las ciudades al campo, para incorporarlos bajo condiciones penosas a las actividades agrícolas. Además se sancionó con la pena capital: hablar un segundo idioma; tener estudios superiores; ser intelectual e incluso usar anteojos. El libro de Sydney Schanberg “The Death and Life of Dith Pran”, en el cual se basó la película “Los Campos de la Muerte”, narra dramáticamente aquellos hechos.
No sabremos hasta su concreción, si los profesionales venezolanos correrán igual suerte que sus pares camboyanos, pero para las mentes de los sobones de los gobernantes, siempre son una solución los campos de la muerte.
Nos explicaba un dirigente del “proceso” sobre la misión que se ha propuesto la revolución, en el área de formación del “nuevo profesional universitario”. Según éste personaje los egresados de las universidades tradicionales venezolanas, están formados bajo esquemas capitalistas neoliberales; sin sensibilidad social; arraigado individualismo y con profundas relaciones de amor con el imperio. De allí que es necesario su sustitución por profesionales ideológicamente comprometidos con la revolución, quienes provendrán de las recién fundadas Aldeas y Universidades Bolivarianas.
Mientras escuchábamos a este “revolucionario”, surgía en nosotros cierto temor, debido a que semejante despropósito lo hemos oído en boca de otros dirigentes de la “revolución”, y porque no son planteamientos originales de los advenedizos que dirigen el llamado “proceso” en Venezuela. Políticas de reeducación y cambio cultural se materializaron en sistemas sanguinarios, como en el del régimen genocida de Pol Pot en Camboya, que costó la vida a millones de inocentes.
Las crueldades cometidas por la gente del Khmer Rouge y del "Angkar Loeu" (La Alta Organización), en la refundación de la “nueva” Kampuchea Democrática fueron dantescas. A partir del denominado “Año Cero” se realizó una “limpieza” cultural sangrienta, desplazando a los habitantes de las ciudades al campo, para incorporarlos bajo condiciones penosas a las actividades agrícolas. Además se sancionó con la pena capital: hablar un segundo idioma; tener estudios superiores; ser intelectual e incluso usar anteojos. El libro de Sydney Schanberg “The Death and Life of Dith Pran”, en el cual se basó la película “Los Campos de la Muerte”, narra dramáticamente aquellos hechos.
No sabremos hasta su concreción, si los profesionales venezolanos correrán igual suerte que sus pares camboyanos, pero para las mentes de los sobones de los gobernantes, siempre son una solución los campos de la muerte.
1 Comments:
Para los Jemeres Rojos la igualdad absoluta entre las personas tenía que materializarse porque era ésta la única forma de ponerle fin a la explotación, al individualismo, a la dominación imperialista y a la desigualdad social.
Para ello establecieron la cooperativa como la unidad básica de producción en el campo, área hacia donde se deportaron más de 2 millones de personas, ya que una de las primeras medidas implantadas por la revolución fue la abolición de las ciudades.
Se denominó Año Cero a la etapa inicial del "proceso", puesto que a la sociedad camboyana había que "purificarla" del capitalismo, la cultura occidental, la democracia burguesa y la religión.
Así era un enemigo del Estado quien hubiese trabajado en el gobierno antes del 17 de abril de 1975 y considerado sospechoso quien usara lentes, hablara un idioma extranjero o tuviese un título universitario.
A los sospechosos al ser declarados culpables se les asesinaba en compañía de su familia en los campos de exterminio. Se calcula el genocidio perpetrado por los Jemeres Rojos en cerca de 3 millones de víctimas, un 30% de la población.
Resulta espeluznante escuchar al presidente Hugo Chávez machacar que el fin de su revolución es la extinción del mercado. Un objetivo semejante al que tuvo el experimento totalitario polpotiano, realizado a través de la abolición del dinero y de todo tipo de propiedad privada. El experimento comunista en Venezuela se viene desarrollando camuflado como socialismo del siglo XXI. Tenemos que detenerlo, civiles y militares, antes de que sea demasiado tarde.
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