La Variedad Sediciosa
Por: Argelia Ríos
Por: Argelia Ríos
El César está convencido de que cualquier disidencia representa un acto insurreccional.
El presidente Chávez ha comenzado a condenar a sus viejos aliados por el mismo "delito" que los antiguos comunistas soviéticos y chinos imputaban a los revolucionarios disidentes. Los "socialtraidores" venezolanos, como el mandatario llama ahora a las figuras de Podemos y del PPT, vienen a ser todos aquellos que se atrevan a postular criterios autónomos alrededor de temas medulares... Es cierto que en este "affaire" hay mucho de oportunismo burocrático, según lo ha denunciado el mandatario, quien, sin embargo, aprovecha la ocasión para revelar su nueva obsesión: impedir que surja, desde las entrañas del "proceso", una oposición "leal" al sistema, cuyo nexo con éste y con su fundación permita la canalización de la crítica popular.
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No es relevante dilucidar si los vinotintos y azules poseen condiciones y atributos para su progreso como alternativas de liderazgo. La verdad sea dicha, nadie destaca allí por sus cualidades y talentos especiales. Lo crucial es que el jefe del Estado está adelantándose a los acontecimientos, moviendo sus piezas para moler de antemano la posibilidad de que evolucione un "tercer" sector, capaz de diferenciarse de Chávez y de lo que, en este contexto, vendría a ser la oposición "levantisca" frente al régimen: ésa que se mantiene resistida a aceptar el modelo socialista, tanto en su esquema económico, como en su planteo político...
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El asunto sugiere un drama grueso para los "bolivarianos pluralistas" (¿?), que hoy -bastante tarde- observan con alarma lo que el país opositor ha denunciado desde antes el ascenso del presidente al poder. La vocación autoritaria que tantos omitieron -porque las expresiones e iniciativas del mandante sólo correspondían a un "estilo" y no a una desviación- , es lo que constituye en realidad el principal obstáculo para que los venezolanos de esta generación conozcan los beneficios del diálogo y de la convivencia política.
El asunto sugiere un drama grueso para los "bolivarianos pluralistas" (¿?), que hoy -bastante tarde- observan con alarma lo que el país opositor ha denunciado desde antes el ascenso del presidente al poder. La vocación autoritaria que tantos omitieron -porque las expresiones e iniciativas del mandante sólo correspondían a un "estilo" y no a una desviación- , es lo que constituye en realidad el principal obstáculo para que los venezolanos de esta generación conozcan los beneficios del diálogo y de la convivencia política.
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La calidad de la oposición -argumento trillado interna y externamente- no justifica los desarrollos que Chávez le ha dado a la política nacional, cuyos derroteros los tiene escritos desde siempre el dueño absoluto del poder. Su decisión es inexorable y nada tiene que ver con el "aventurerismo". El César está convencido de que cualquier modalidad de disidencia representa un acto insurreccional. Para reelegirse indefinidamente necesita rematar todos los escenarios desde donde pueda surgir una opción emergente. Por eso será clausurada la descentralización, que nació para garantizarle al país una cantera de líderes potenciales. Por eso no habrá el debate al que Rangel llama con afán. Porque la discusión civilizada -en la calle, en las instituciones o donde sea- es el espacio donde el hombre político se transforma en competidor atractivo... Y es que, la variedad es sediciosa, aunque se presente moderada, leal o partidaria.
La calidad de la oposición -argumento trillado interna y externamente- no justifica los desarrollos que Chávez le ha dado a la política nacional, cuyos derroteros los tiene escritos desde siempre el dueño absoluto del poder. Su decisión es inexorable y nada tiene que ver con el "aventurerismo". El César está convencido de que cualquier modalidad de disidencia representa un acto insurreccional. Para reelegirse indefinidamente necesita rematar todos los escenarios desde donde pueda surgir una opción emergente. Por eso será clausurada la descentralización, que nació para garantizarle al país una cantera de líderes potenciales. Por eso no habrá el debate al que Rangel llama con afán. Porque la discusión civilizada -en la calle, en las instituciones o donde sea- es el espacio donde el hombre político se transforma en competidor atractivo... Y es que, la variedad es sediciosa, aunque se presente moderada, leal o partidaria.
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