El Rostro Amargo del Fracaso
Por: José Rafael López Padrino
El fracaso del proceso electoral interno del PSUV para elegir los delegados al I Congreso Extraordinario ha sido demoledor. El mismo comenzó cuando las autoridades del partido impartieron instrucciones para formar las patrullas, y sólo 2.450.377 militantes, de un total de 7.200.000 (¿?), acataron la orden. De los 2.450.377 militantes aptos para participar en el proceso, el 74% se abstuvo y solo el 26% votó (según fuentes del CNE), es decir, 637.098 peseuvistas votaron y el resto, 1.813.278 personas no participaron, desconociendo el llamado del tte coronel, e ignorando el chantaje y la presión de la maquinaria partidista. De allí la medida desesperada de prorrogar la jornada de votación hasta las 7:00 p.m., con la esperanza de que aumentaría la participación. Esta bufonada electoral tuvo un costo aproximado de BsF 113 millones, monto que fue pagado con los recursos del erario público.
A fin de ocultar la magnitud de esta devastadora abstención, Vanesa Davies Coordinadora de Publicidad y Propaganda del PSUV declaró "No tienen por qué conocerse las cifras, la dirección nacional y el presidente Hugo Chávez se las reservan, porque se trata de un proceso interno”. Insigne militante roja-rojita cuya memoria histórica fue silenciada por la petrochequera de Miraflores. De denunciante de las desapariciones forzosas cometidas por efectivos de la FAN, durante el deslave del Estado Vargas (1999), se ha transformado en cómplice de los mismos con su silencio celestino. Por su parte la usurpadora del Distrito Capital, Jacqueline Faría, llegó a decir: "Nuestra fortaleza es que contamos con una militancia que acude cada vez que la llaman, a la hora y en el lugar que sea” (las cifras de una abstención del 74% demuestran lo contrario). Estas mujiquitas con franelas y boinas rojas saben como mentir, saben como distorsionar la verdad. Son las impostoras de turno de esta aventura cuartelaria basada en falsas promesas, infundadas esperanzas, y en el manejo maniqueo de las necesidades sociales (entiéndase el socialfascismo bolivariano).
Las elecciones del PSUV han sido una perfecta escenificación teatral de algo que se asemeja a los procesos democráticos, cuando en realidad se burla de ellos. Montaron un “show” preñado de elementos grotescos para hacerle creer al país que se procedería a escoger a los candidatos por la base, a través de un proceso democrático y participativo. El tte coronel, los Gobernadores y alcaldes rojo-rojitos se hicieron de sus kinos (voto entubado) y lograron armar una montonera de incondicionales (772 delegados), tomando como referencia el fanatismo y la lealtad incondicional con la “robolución”, ignorando la formación ideológica, y la honestidad de los aspirantes; por ello el Congreso acabará como un enjambre de sumisos, y disciplinados delegados dispuestos a complacer la voluntad del comandante asustadizo y correlón.
Sencillamente el proceso eleccionario ha sido catastrófico. La "robolución" ya no entusiasma ni a los que portan el carnet del partido que nació viejo y condenado al fracaso. Quienes depositaron en un momento su confianza en el tte coronel, atosigados por la inflación, la escasez de agua y de luz, el caos de los hospitales, la inseguridad personal, la corrupción, la creciente intolerancia hacia el pensamiento diverso, y la promoción de un culto a la personalidad, comienzan a descubrir la magnitud de la estafa social de la cual han sido víctimas en estos últimos 11 años. El discurso del Centauro de Sabaneta ya no despierta las pasiones y las emociones del pasado, mucho más ahora cuando el gasto público se ha contraído, y por ende el clientelismo político es insostenible.
Una vez más, se evidencia que el PSUV lejos de ser un partido en lo político, ideológico u organizativo, es más bien una empresa estatal dirigida por un autócrata uniformado, que se ocupa de la comercialización de las cuotas de poder a fin de satisfacer las apetencias de una “boliburguesía socialista” emergente, y de consolidar el proyecto de dominación neoliberal adecuado al desenvolvimiento del sistema capitalista actual (entrega de los recursos energéticos al capital transnacional -empresas mixtas-, pago de una deuda externa ilegítimamente contraída, flexibilización laboral y supresión de los sindicatos, eliminación de la doble tributación, etc.). Partido que no surgió al calor del debate histórico, de la discusión teórico-crítica que permitiese la creación de una referencia emancipadora, sino con la visión hegemónica del tte coronel para imponer un pensamiento único y la legitimación de su jerarquía al margen de la voluntad y el deseo de las bases. El PSUV encarna una mentira colectiva, aupada por una pandilla de abyectos y serviles que engrosan mayoritariamente sus filas. Marx dijo en cierta ocasión que detestaba el servilismo, esa personalidad típica de quien asume deliberada y gozosamente su destino de criado, de siervo, de rastrero que se humilla y se arrastra ante el poder, que carece que autoestima, orgullo y dignidad.
Mientras que los sainetes teatrales suelen tener un final feliz, las farsas sociales, como la quimera de la revolución bolivariana, terminan frustrando las esperanzas y anhelos de quienes fueron demagógicamente engañados y manipulados en nombre de un mal llamado y desconocido socialismo del siglo XXI.
Las elecciones del PSUV han sido una perfecta escenificación teatral de algo que se asemeja a los procesos democráticos, cuando en realidad se burla de ellos. Montaron un “show” preñado de elementos grotescos para hacerle creer al país que se procedería a escoger a los candidatos por la base, a través de un proceso democrático y participativo. El tte coronel, los Gobernadores y alcaldes rojo-rojitos se hicieron de sus kinos (voto entubado) y lograron armar una montonera de incondicionales (772 delegados), tomando como referencia el fanatismo y la lealtad incondicional con la “robolución”, ignorando la formación ideológica, y la honestidad de los aspirantes; por ello el Congreso acabará como un enjambre de sumisos, y disciplinados delegados dispuestos a complacer la voluntad del comandante asustadizo y correlón.
Sencillamente el proceso eleccionario ha sido catastrófico. La "robolución" ya no entusiasma ni a los que portan el carnet del partido que nació viejo y condenado al fracaso. Quienes depositaron en un momento su confianza en el tte coronel, atosigados por la inflación, la escasez de agua y de luz, el caos de los hospitales, la inseguridad personal, la corrupción, la creciente intolerancia hacia el pensamiento diverso, y la promoción de un culto a la personalidad, comienzan a descubrir la magnitud de la estafa social de la cual han sido víctimas en estos últimos 11 años. El discurso del Centauro de Sabaneta ya no despierta las pasiones y las emociones del pasado, mucho más ahora cuando el gasto público se ha contraído, y por ende el clientelismo político es insostenible.
Una vez más, se evidencia que el PSUV lejos de ser un partido en lo político, ideológico u organizativo, es más bien una empresa estatal dirigida por un autócrata uniformado, que se ocupa de la comercialización de las cuotas de poder a fin de satisfacer las apetencias de una “boliburguesía socialista” emergente, y de consolidar el proyecto de dominación neoliberal adecuado al desenvolvimiento del sistema capitalista actual (entrega de los recursos energéticos al capital transnacional -empresas mixtas-, pago de una deuda externa ilegítimamente contraída, flexibilización laboral y supresión de los sindicatos, eliminación de la doble tributación, etc.). Partido que no surgió al calor del debate histórico, de la discusión teórico-crítica que permitiese la creación de una referencia emancipadora, sino con la visión hegemónica del tte coronel para imponer un pensamiento único y la legitimación de su jerarquía al margen de la voluntad y el deseo de las bases. El PSUV encarna una mentira colectiva, aupada por una pandilla de abyectos y serviles que engrosan mayoritariamente sus filas. Marx dijo en cierta ocasión que detestaba el servilismo, esa personalidad típica de quien asume deliberada y gozosamente su destino de criado, de siervo, de rastrero que se humilla y se arrastra ante el poder, que carece que autoestima, orgullo y dignidad.
Mientras que los sainetes teatrales suelen tener un final feliz, las farsas sociales, como la quimera de la revolución bolivariana, terminan frustrando las esperanzas y anhelos de quienes fueron demagógicamente engañados y manipulados en nombre de un mal llamado y desconocido socialismo del siglo XXI.
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