Antisemitismo: La Agonía de la Francia
Famoso centro joyero de Venezuela
Por Valentina Lares Martiz
Tomado de: El Tiempo.com
Crónica de cómo en menos de una semana, este viejo edificio de 10 pisos, con 110 locales y más de 600 empleados directos, se convirtió en un cascarón solitario y triste.
Algunos arrendatarios y empleados de los locales todavía deambulan por el lugar -referencia para la compra y venta de accesorios de oro pues prácticamente no hay esposo caraqueño que no haya comprado sus anillos de matrimonio allí)-, como esperando despertar de la pesadilla que comenzó cuando poco antes de empezar formalmente uno de sus programas dominicales de radio y televisión, el presidente Hugo Chávez se quedó mirando el edificio -próximo a una de las esquinas de la Plaza Bolívar de Caracas- y pronunció sólo una palabra: "¡Exprópiese!".
El sustento de su decisión es que tanto esa construcción como las otras tres que hacen esquina con la Plaza Bolívar deberían recuperarse como casco histórico de la capital venezolana, dada la proximidad de la casa natal de Simón Bolívar y el significado de ese espacio en distintos episodios de la vida del Libertador. Sin embargo, no presentó algún plan sobre qué pasaría con los edificios. Ni un plano, ni una maqueta, nada.
Tampoco dijo qué pasaría con quienes trabajan en ellos, o con su mercancía, que por ser metales y piedras preciosas fueron retirados inmediatamente por sus dueños ante una posible ocupación de la Guardia Nacional.
Alberto Mann, de 30 años, no podía creer lo que pasaba, pero luego decidió seguir el ejemplo de sus colegas comerciantes. "Lo saco todo antes de que venga la Guardia y diga 'esto es mío y ya se verá cuándo te pagamos'. No sé qué voy a hacer ahora porque ni pienso montar otro local... ¿para qué? ¿Para que también vengan y me lo quiten?", comentó a EL TIEMPO mientras otro comerciante dirigía a un grupo que montaba una enorme caja fuerte en un camión.
Mann sólo tenía un año con su tienda, pero su padre debió cerrar la suya, con 45 años en el negocio, y su abuelo, quien llevó las riendas de otro local por 51 años.
Un viejo orfebre, de 70 años -y 53 trabajando en uno de los muchos talleres de La Francia- se percataba de la presencia periodística y se lamentaba en voz baja: "¿Y usted cree que a mí a esta edad alguien me va a dar trabajo?".
El toque antisemita
A diferencia de los locales de los otros tres edificios que deben ser expropiados (Gradillas, José Mendoza y Hotel Catedral), sobre los que no se hizo referencia explícita sobre su fecha de salida, la alcaldía del municipio Libertador anunció que este martes tomaría las instalaciones de La Francia, edificio que además pertenece a la Universidad de Oriente (UDO), institución pública que recibía cada mes ganancias equivalentes a 500 millones de bolívares (unos 193 mil dólares) por el cobro del alquiler de los locales.
"Mi primera reacción fue ir a la fundación de la UDO para preguntar si sabían algo y me dijeron que no. Sólo me recomendaron que sacara mis cosas, porque ni ellos sabían qué va a pasar", explicó otra de las comerciantes, Sandra Cuquejo, con 11 años dentro del edificio. "El Gobierno cree que somos expropiados, pero la verdad es que todos estábamos alquilados aquí sacando nuestros negocios con mucho esfuerzo, pagando impuestos. Hoy lo que somos es desempleados", finalizó.
Para muchos, la respuesta del ensañamiento con los comerciantes de La Francia se debe a que el 60 por ciento de ellos son de origen judío. De hecho, al día siguiente del anuncio presidencial, decenas de comerciantes sacaron su mercancía bajo el grito de decenas de personas vestidas con camisas rojas que les gritaban: "¡Fuera, judíos! ¡Váyanse a su casa, saqueadores del país!".
El lamento general de los comerciantes, orfebres y empleados en general es que no saben a quién acudirán para que se les garantice su derecho al trabajo o alguna indemnización por el empleo que perdieron de un día para otro. La ventaja de ser un centro joyero, ubicado en el casco histórico de Caracas y con tanta tradición es un valor agregado que no saben en dónde y cuándo podrán recuperar.
"Aquí el Gobierno cree que nos ataca a nosotros, a una supuesta burguesía, pero esta era una familia de tradición. Aquí acabó en un segundo mi trabajo y el de la ascensorista, de los orfebres y la señora que nos vendía el café todos los días", comentó un comerciante que mantiene su nombre en reserva.
Luego, por teléfono, trata como puede de calmar a sus clientes: "Tranquila amiga, que como sea trato de entregarte tus anillos para tu boda. En un par de días te aviso si podemos, y si no, te devuelvo todo tu dinero".
Etiquetas: antisemitismo
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