Mesianismo Reaccionario y Estado Forajido
La desaparición física de Mussolini no significó la finalización del fascismo. La barbarie fascista ha permanecido latente, como una opción perversa de gobierno a lo largo del tiempo. Durante la segunda mitad del siglo pasado y en el curso del presente, varios gobiernos con este diabólico signo político han surgido en nuestra América.
Un buen ejemplo lo constituye el régimen del tte coronel y su jauría socialfascista, cuyos principios ideológicos se basan en la desaparición del Estado de derecho, y la concepción totalitaria del mismo, la implantación de un terrorismo de Estado como arma persuasiva para controlar la población civil, y la concepción jerárquica y centralizada del poder del Estado, donde una reducida cúspide dirigente detenta todos los poderes de la sociedad política. Es decir se trata de un verdadero Estado forajido, donde la administración de justicia es una ficción, y las leyes ha sido sustituidas por la voluntad de rufianes uniformados de siete suelas. Ejemplo de ello han sido las detenciones realizadas recientemente en contra de varios ciudadanos, por haber emitido criticas al desgobierno del tte coronel. Peor aún ha sido la detención del diputado Wilmer Azuaje, violentando el artículo 200 de la Constitución Nacional, el cual establece que los diputados gozan de “inmunidad en el ejercicio de sus funciones”, lo cual significa que “de los presuntos delitos que cometan los integrantes de la Asamblea Nacional conocerá en forma privativa el TSJ, única autoridad que podrá ordenar, con previa autorización de la AN, su detención y continuar su enjuiciamiento”. Todo ello en un intento por promover el miedo y el silencio entre los venezolanos
El socialfascismo bolivariano al igual que el fascismo “no tiene ideología, ni estatutos, ni reglas y muchos menos moral". Es un movimiento político donde las contradicciones y el oportunismo suelen ser más prominentes que el seguir una línea ideológica preestablecida; contradicciones producidas por la superposición de las tendencias fusionadas en el origen del movimiento (militares fascistas, disidentes socialistas legitimadores ideológicos de la farsa en el poder, oportunistas y corruptos de todo tipo). El socialfascismo del siglo XXI, no ha ido más allá de un populismo despótico de partido único, una farsa democrática dirigida por una elite cívico-militar, sumergida en la exaltación del culto mesiánico al tte coronel.
Las bases doctrinales del socialfascismo bolivariano son la oposición a la democracia participativa, el odio a la clase obrera, el desprecio por los derechos humanos y la exaltación del Estado como suprema entidad histórica. Frente al pluralismo democrático, han erigido un totalitarismo político que rechaza toda posibilidad de convivencia con quienes disienten de su proyecto. Frente a los derechos del hombre consagrados en la Constitución Nacional, anteponen una estadolatría estalinista, como supuesto paradigma de los valores de la nación.
La omnipotencia del régimen bolivariano ha creado las bases de un totalitarismo intelectual generador de una “historia oficial, de una verdad oficial”, la cual suele ser publicitada a través de una inmensa infraestructura propagandistica, materializada en el monopolio de los medios de comunicación. Intelectuales tarifados y sumisos se han prestado cobardemente a revaluar figuras históricas importantes del pasado, degradando injustificadamente algunas de ellas o inflando a otras a fin de adaptarlas al libreto bellaco del proyecto militar del tte coronel. Muchos de ellos excompañeros de viaje, que cambiaron su honestidad ideológica, por un pestilente mendrugo de pan y que cínicamente recurren al uso de la mentira y la manipulación de los hecho, antes que decir la verdad por ser esta “inoportuna e inconveniente para el proceso”.
Un verdadero proyecto socialista no puede ser siervo del poder del Estado, ni de un hiperlíder, ni de una teocracia militarista. El camino de la esperanza de los socialismos libertarios y democráticos pasa necesariamente por la destrucción de un mesianismo reaccionario y antiobrero, con todos los semblantes de sumisión que lo acompañan para perpetuarse en el poder.
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