El mayor de los miedos
Por: Adolfo Ruiz
Tomado de: El Universo (Arg.)
La Cumbre de Seguridad Nuclear realizada en Washington, con la participación de líderes de 47 países, oficializó la solución de algunos asuntos relativos a la seguridad mundial y dejó otros con pronóstico reservado.
Sin duda fue la reunión en materia de seguridad más grande realizada en Estados Unidos de Norteamérica en más de medio siglo. El mismo presidente Barack Obama se sintió impresionado por la capacidad de convocatoria que bajo su liderazgo tiene la mayor potencia económica y militar de Occidente.
El peligro de una guerra nuclear ha decrecido en parte. La nueva estrategia militar del Presidente estadounidense que contempla básicamente el compromiso de los norteamericanos de no fabricar nuevas cabezas nucleares y ratifica su abstención en materia de pruebas y ensayos atómicos e implica que el gobierno renuncia por primera vez al uso de armas de este tipo contra países sin arsenal nuclear, va en esa dirección. Los acuerdos previos a la Cumbre con los rusos para disminuir el arsenal existente y las declaraciones del presidente chino Hu Jintao, en el sentido de que su país está firmemente en contra de su proliferación, lo confirman.
Pero el mayor de los miedos radica en un ataque con bombas radiactivas por parte de organizaciones terroristas como Al Qaeda, quien ha tratado desde hace algún tiempo de proveerse de material nuclear sensible. La posibilidad de un terrorismo atómico no se debe a una suerte de ironía de la historia como afirmara el presidente Obama, sino que es consecuencia de las políticas de Washington en la década de los ochenta en el siglo pasado, que alentaron grupos como Al Qaeda y los talibanes afganos. Además, si hoy en el Asia Central, Paquistán es un país nuclear, esto se debe a cálculos de los norteamericanos para lograr un equilibrio de poder en la región cuando India desarrolló este tipo de armas con apoyo de la ex Unión Soviética. Por lo demás habría que añadir que en el negocio de armas a nivel global, los Estados Unidos mantiene el control del 68% del mismo.
Si bien los acuerdos en la declaración final de la Cumbre avalaron en buena medida la nueva doctrina del anfitrión y establecieron novedosas reglas de seguridad atómica a nivel mundial, el presidente Obama no logró el objetivo extraoficial de alcanzar unanimidad para aumentar las sanciones a Irán y Corea del Norte en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, por negarse estos países a acatar el Tratado de No proliferación Nuclear, vigente desde 1970.
El país persa, confrontado con los norteamericanos, con una política de crecimiento no solo a nivel regional sino global y bajo sospecha de estar fabricando armas nucleares, no ha tardado en descalificar la nueva política de Estados Unidos, tildándola de terrorismo de Estado, pues contiene implícita la posibilidad de un ataque atómico a países que no observen el Tratado antes referido. Aunque no se puede ignorar tampoco la posibilidad de un suministro de material o armamento de esta clase, por parte de estados antagónicos, a organizaciones terroristas.
En América Latina, la participación más destacada, antes y después de la Cumbre de Seguridad, es de Brasil. Como nuevo actor global, su presidente Luiz Inácio Lula Da Silva se había negado a los requerimientos de la diplomacia estadounidense a apoyar el endurecimiento de las sanciones a Irán. Después del cónclave, fue el anfitrión de la segunda reunión de países llamados emergentes que conforman el BRIC, donde también esgrimió el criterio de realizar esfuerzos diplomáticos antes que aplicar sanciones a Irán.
Mientras Brasil crece en el ámbito internacional, no ocurre lo mismo con Argentina que tiene un gobierno que ha transitado por caminos que han llevado a esta nación a una especie de confinamiento diplomático dentro de las fronteras de Latinoamérica. Invitada a la Cumbre en la capital del país del norte, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se esforzó por lograr una entrevista con su homólogo norteamericano. Finalmente lo consiguió, aprovechando el hecho de que Argentina y Brasil son relevantes en materia nuclear y tienen desde 1991 una Agencia de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares. Este mecanismo de supervisión bilateral ha garantizado un ambiente de seguridad en el cono sur del continente, permitiendo el desarrollo de programas con fines pacíficos por parte de ambos países.
En el resto de Sudamérica, no es el incremento de compra de armas convencionales lo que inquieta realmente a los estrategas del gobierno norteamericano sino las relaciones del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con Irán. Específicamente por la posibilidad de tráfico de material nuclear entre estos países y la narcoguerrilla. Por ello el vínculo político militar con Colombia es imprescindible en la agenda de seguridad regional de Estados Unidos.
La Cumbre de Seguridad Nuclear realizada en Washington, con la participación de líderes de 47 países, oficializó la solución de algunos asuntos relativos a la seguridad mundial y dejó otros con pronóstico reservado.
Sin duda fue la reunión en materia de seguridad más grande realizada en Estados Unidos de Norteamérica en más de medio siglo. El mismo presidente Barack Obama se sintió impresionado por la capacidad de convocatoria que bajo su liderazgo tiene la mayor potencia económica y militar de Occidente.
El peligro de una guerra nuclear ha decrecido en parte. La nueva estrategia militar del Presidente estadounidense que contempla básicamente el compromiso de los norteamericanos de no fabricar nuevas cabezas nucleares y ratifica su abstención en materia de pruebas y ensayos atómicos e implica que el gobierno renuncia por primera vez al uso de armas de este tipo contra países sin arsenal nuclear, va en esa dirección. Los acuerdos previos a la Cumbre con los rusos para disminuir el arsenal existente y las declaraciones del presidente chino Hu Jintao, en el sentido de que su país está firmemente en contra de su proliferación, lo confirman.
Pero el mayor de los miedos radica en un ataque con bombas radiactivas por parte de organizaciones terroristas como Al Qaeda, quien ha tratado desde hace algún tiempo de proveerse de material nuclear sensible. La posibilidad de un terrorismo atómico no se debe a una suerte de ironía de la historia como afirmara el presidente Obama, sino que es consecuencia de las políticas de Washington en la década de los ochenta en el siglo pasado, que alentaron grupos como Al Qaeda y los talibanes afganos. Además, si hoy en el Asia Central, Paquistán es un país nuclear, esto se debe a cálculos de los norteamericanos para lograr un equilibrio de poder en la región cuando India desarrolló este tipo de armas con apoyo de la ex Unión Soviética. Por lo demás habría que añadir que en el negocio de armas a nivel global, los Estados Unidos mantiene el control del 68% del mismo.
Si bien los acuerdos en la declaración final de la Cumbre avalaron en buena medida la nueva doctrina del anfitrión y establecieron novedosas reglas de seguridad atómica a nivel mundial, el presidente Obama no logró el objetivo extraoficial de alcanzar unanimidad para aumentar las sanciones a Irán y Corea del Norte en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, por negarse estos países a acatar el Tratado de No proliferación Nuclear, vigente desde 1970.
El país persa, confrontado con los norteamericanos, con una política de crecimiento no solo a nivel regional sino global y bajo sospecha de estar fabricando armas nucleares, no ha tardado en descalificar la nueva política de Estados Unidos, tildándola de terrorismo de Estado, pues contiene implícita la posibilidad de un ataque atómico a países que no observen el Tratado antes referido. Aunque no se puede ignorar tampoco la posibilidad de un suministro de material o armamento de esta clase, por parte de estados antagónicos, a organizaciones terroristas.
En América Latina, la participación más destacada, antes y después de la Cumbre de Seguridad, es de Brasil. Como nuevo actor global, su presidente Luiz Inácio Lula Da Silva se había negado a los requerimientos de la diplomacia estadounidense a apoyar el endurecimiento de las sanciones a Irán. Después del cónclave, fue el anfitrión de la segunda reunión de países llamados emergentes que conforman el BRIC, donde también esgrimió el criterio de realizar esfuerzos diplomáticos antes que aplicar sanciones a Irán.
Mientras Brasil crece en el ámbito internacional, no ocurre lo mismo con Argentina que tiene un gobierno que ha transitado por caminos que han llevado a esta nación a una especie de confinamiento diplomático dentro de las fronteras de Latinoamérica. Invitada a la Cumbre en la capital del país del norte, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se esforzó por lograr una entrevista con su homólogo norteamericano. Finalmente lo consiguió, aprovechando el hecho de que Argentina y Brasil son relevantes en materia nuclear y tienen desde 1991 una Agencia de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares. Este mecanismo de supervisión bilateral ha garantizado un ambiente de seguridad en el cono sur del continente, permitiendo el desarrollo de programas con fines pacíficos por parte de ambos países.
En el resto de Sudamérica, no es el incremento de compra de armas convencionales lo que inquieta realmente a los estrategas del gobierno norteamericano sino las relaciones del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con Irán. Específicamente por la posibilidad de tráfico de material nuclear entre estos países y la narcoguerrilla. Por ello el vínculo político militar con Colombia es imprescindible en la agenda de seguridad regional de Estados Unidos.
Etiquetas: nuclear, terrorismo
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home