Hugo Chávez y la bomba atómica de Irán
Por Luis Rosales
Fuente: Infobae.com
Hace tiempo, algo más de un lustro, que se viene registrando un fenómeno nuevo en las relaciones exteriores de esta parte del mundo. Desde el 2005, dos de los países con las reservas de petróleo más grandes del planeta, Irán y Venezuela, han firmado innumerables acuerdos comerciales y de cooperación, protocolos de entendimiento y acuerdos de los más variados, llevando el volumen de la relación bilateral a niveles sin precedentes.
Hasta allí algo normal en la arena internacional. Naciones con producciones similares que se ponen de acuerdo en diferentes asuntos. Pero este caso es muy particular, hasta sospechoso.
Irán está enfrentando la oposición de la comunidad internacional por negarse a la apertura de su plan nuclear a la inspección de observadores de las Naciones Unidas. Hay enormes sospechas de que su carrera por dominar el átomo desemboque en la producción, casi inminente, de la tan temida bomba.
Pero todo esto alimentado por la furia dominante en el poder de Teherán, contra todo lo que signifique algo distinto a su pensamiento ultraconservador. El odio que destila su presidente, Mahmoud Ahmedinayad, es inconmensurable.
Odio al pueblo judío, odio al Estado de Israel, odio a Occidente y nuestra forma de vida, odio a EEUU, en definitiva odio a los valores de la libertad y los derechos humanos que hicieron grande y progresista a esta parte del mundo.
La posibilidad de que los Ayatollah manejen armas de destrucción masiva es casi como si esta tecnología hubiera estado disponible hace 500 años por parte de los extremistas que dirigían el cristianismo en España, a través de la inquisición. O basta pensar lo que hubiera sucedido en el mundo, si la carrera nuclear en la segunda mitad del siglo XX, hubiera sido ganada por el nazismo de la mano de su delirante jerarca, Adolf Hitler.
La situación se complica cuando se analiza la relación promiscua y clandestina que van desarrollando Chávez y Ahmedinayad en esta materia. En círculos bien informados, se sospecha con pruebas y fundamentos inapelables, de que los iraníes están utilizando Venezuela como forma de evadir las sanciones impuestas por la comunidad internacional.
Hasta se especula que el interés repentino, de aquella nación tan lejana, en la búsqueda de oro en las profundidades de la selva amázonica, respondería a la necesidad por otro mineral más crítico en sus ambiciones actuales, no precisamente el petróleo. Ni que hablar de fábricas e industrias iraníes instaladas en diferentes estados del país caribeño, de producción casi inexistente y que no responderían a ninguna lógica comercial o económica .
Todo esto sumado a que cada vez hay más vuelos de la aerolínea estatal venezolana que unen Caracas con Teherán, volando casi vacíos de pasajeros, pero con sus bodegas repletas de carga.
Si nada como pato, tiene plumas, camina como pato, seguramente es pato.
Estas preocupaciones están llegando a lo más alto de los círculos intelectuales de los EEUU. Tanto que son numerosos los especialistas que han empezado a alertar de la peligrosidad de que un país repudiado por toda la comunidad de naciones, se esté sirviendo de esta relación para burlar al mundo entero y acelerar así sus planes, que pueden desembocar en una verdadera tragedia sin precedentes.
Pero lo grave es que esto también podría alterar el equilibrio de la región. Nadie garantiza que si esta sospecha es cierta, sólo se verifique respecto de Irán. El tango se baila de a dos. Latinoamérica debería reaccionar rápidamente y en forma preventiva. Nada sería más grave para esta parte del mundo, que un Comandante Presidente acorralado electoralmente por sus propios errores, con ínfulas de prócer y ánimo de perpetuarse en el poder, a quien poco le importan las libertades individuales, acceda a la posibilidad de la tan temida bomba.
Fueron enormes los progresos que se hicieron en este subcontinente para librarse de estas maléficas tecnologías que si no se controlan y regulan, terminarán destruyendo y extinguiendo a la especie humana. Brasil y Argentina dieron pasos enormes en este sentido, cuando entrando en sus períodos democráticos decidieron voluntariamente renunciar a esta carrera alocada y sin sentido.
La relación creciente de Chávez con Irán, y a través de él, con Bolivia y Ecuador, no debería preocupar sólo al pueblo judío, a Israel o a los EEUU. Debería ser una preocupación creciente de todos los gobiernos latinoamericanos, sobre todo de aquellos países que como el nuestro sufrieron el odio de Teherán en carne propia. Antes de que sea demasiado tarde.
Etiquetas: nuclear, terrorismo
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