¿Qué oculta Chávez dentro de sus fronteras?
Por: Fran Ruiz - La Crónica (Mex)
La pregunta se hace cada día más urgente: ¿Qué oculta Hugo Chávez dentro de sus fronteras? La respuesta puede ser tan preocupante que si se confirma lo que cuentan algunos desmovilizados de las FARC, lo que acaban de confesar dos etarras a la policía española o lo que revelan los archivos de las computadoras incautadas a líderes guerrilleros abatidos, todos mezclados dibujarían un paisaje siniestro: el de una Venezuela convertida en un santuario para terroristas y narcotraficantes.
En otras palabras, esta acumulación de denuncias y evidencias es lo que Sherlock Holmes llamaría la smoking gun, la pistola humeante en el escenario del crimen. ¿Será cierta está peligrosa afirmación? ¿Y, si es así, qué papel juega el presidente venezolano? ¿Debemos creerle cuando niega estas graves acusaciones o acaso no se entera de lo que ocurre en un país que domina absolutamente?
De momento, no vemos la mano que se oculta detrás de todo ese humo, pero la sola presencia de ese humo es suficiente para que las relaciones entre Venezuela y los países implicados, España, Colombia y Estados Unidos, estén en su punto más bajo.
Pero pongamos nombres, fechas y lugares concretos a algunas de estas denuncias.
Sin ir más lejos, este julio pasado el guerrillero desmovilizado Omar de Jesús Silgado, que operaba en el frente 35 de las FARC, reveló a las autoridades colombianas cómo cruzaban “buscando contactos al otro lado de la frontera con Venezuela, como el de la Guardia venezolana, para poder conseguir armamento, fusiles y uniformes”. A cambio, admitió el ex guerrillero, “varios compañeros hicieron el cruce para darle instrucción a la milicias bolivarianas”. Ese mismo mes, el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe interpuso una demanda contra Venezuela ante la OEA, tras asegurar que tenía pruebas de que guerrilleros de las FARC y del ELN se refugiaban en ese país, desde donde cruzaban la frontera para cometer sus crímenes en el país vecino.
La respuesta de Caracas fue la misma que dio un año antes, cuando Uribe mostró las armas incautadas que Suecia vendió en su día al ejército venezolano y que misteriosamente estaban en manos de guerrilleros de las FARC: Chávez lo negó todo y denunció sucias maniobras de Bogotá, urdidas con Washington para desestabilizar a Venezuela. Este verano el mandatario fue más allá y consumó su amenaza de ruptura total de relaciones diplomáticas, que ahora el nuevo presidente colombiano, Juan Manuel Santos, trata de recomponer
Veamos ahora un botón de muestra del segundo frente acusador. A finales de 2009 la DEA destapó una red de narcotráfico cuyo epicentro era la mayor almacenadora de Puerto Cabello (Venezuela), desde donde su dueño, el empresario sirio-venezolano Walid Makled, introducía en México con destino final en Estados Unidos un promedio de 10 toneladas mensuales de cocaína desde 2005. Gran parte de la droga era conseguida a través de su socio colombiano José María Corredor, alias El Boyaco, considerado por la agencia antidrogas estadunidense como “el más prolífico negociador de armas por drogas de las FARC”.
Corredor ya fue extraditado a EU, mientras que a Makled le espera el mismo destino desde una cárcel en Colombia. Caracas también reclamaba su extradición, pero como contó el mismo empresario, afortunadamente logró escapar de su país con los documentos que guardaba en una caja fuerte, con los que probará ante una corte estadunidense (sin duda para negociar beneficios carcelarios) los vínculos con el presidente Chávez, al que asegura llegó a entregar dos millones de dólares para su pasada campaña de referéndum, así como los pagos multimillonarios a funcionarios del gobierno venezolano a cambio de favores y protección. Esta misma semana envió Washington a Bogotá la solicitud de extradición de Makled.
Y, por último, el tercer frente acusador que ha puesto de nuevo en el ojo del huracán a Chávez ha sido la confesión, también esta misma semana, de dos etarras detenidos que revelaron que se entrenaron en un campo de tiro en la selva venezolana y que lo hicieron bajo las órdenes de otro etarra, Arturo Cubillas.
Casualidad o no, Cubillas trabaja para el gobierno de Chávez, además de ser considerado por un juez español como el enlace entre ETA y las FARC desde Venezuela, por eso reclama a Caracas su captura y extradición, sin que el gobierno venezolano le haya tocado un pelo o se dé por enterado.
Demasiado humo saliendo de la pistola venezolana, ¿no creen?
En otras palabras, esta acumulación de denuncias y evidencias es lo que Sherlock Holmes llamaría la smoking gun, la pistola humeante en el escenario del crimen. ¿Será cierta está peligrosa afirmación? ¿Y, si es así, qué papel juega el presidente venezolano? ¿Debemos creerle cuando niega estas graves acusaciones o acaso no se entera de lo que ocurre en un país que domina absolutamente?
De momento, no vemos la mano que se oculta detrás de todo ese humo, pero la sola presencia de ese humo es suficiente para que las relaciones entre Venezuela y los países implicados, España, Colombia y Estados Unidos, estén en su punto más bajo.
Pero pongamos nombres, fechas y lugares concretos a algunas de estas denuncias.
Sin ir más lejos, este julio pasado el guerrillero desmovilizado Omar de Jesús Silgado, que operaba en el frente 35 de las FARC, reveló a las autoridades colombianas cómo cruzaban “buscando contactos al otro lado de la frontera con Venezuela, como el de la Guardia venezolana, para poder conseguir armamento, fusiles y uniformes”. A cambio, admitió el ex guerrillero, “varios compañeros hicieron el cruce para darle instrucción a la milicias bolivarianas”. Ese mismo mes, el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe interpuso una demanda contra Venezuela ante la OEA, tras asegurar que tenía pruebas de que guerrilleros de las FARC y del ELN se refugiaban en ese país, desde donde cruzaban la frontera para cometer sus crímenes en el país vecino.
La respuesta de Caracas fue la misma que dio un año antes, cuando Uribe mostró las armas incautadas que Suecia vendió en su día al ejército venezolano y que misteriosamente estaban en manos de guerrilleros de las FARC: Chávez lo negó todo y denunció sucias maniobras de Bogotá, urdidas con Washington para desestabilizar a Venezuela. Este verano el mandatario fue más allá y consumó su amenaza de ruptura total de relaciones diplomáticas, que ahora el nuevo presidente colombiano, Juan Manuel Santos, trata de recomponer
Veamos ahora un botón de muestra del segundo frente acusador. A finales de 2009 la DEA destapó una red de narcotráfico cuyo epicentro era la mayor almacenadora de Puerto Cabello (Venezuela), desde donde su dueño, el empresario sirio-venezolano Walid Makled, introducía en México con destino final en Estados Unidos un promedio de 10 toneladas mensuales de cocaína desde 2005. Gran parte de la droga era conseguida a través de su socio colombiano José María Corredor, alias El Boyaco, considerado por la agencia antidrogas estadunidense como “el más prolífico negociador de armas por drogas de las FARC”.
Corredor ya fue extraditado a EU, mientras que a Makled le espera el mismo destino desde una cárcel en Colombia. Caracas también reclamaba su extradición, pero como contó el mismo empresario, afortunadamente logró escapar de su país con los documentos que guardaba en una caja fuerte, con los que probará ante una corte estadunidense (sin duda para negociar beneficios carcelarios) los vínculos con el presidente Chávez, al que asegura llegó a entregar dos millones de dólares para su pasada campaña de referéndum, así como los pagos multimillonarios a funcionarios del gobierno venezolano a cambio de favores y protección. Esta misma semana envió Washington a Bogotá la solicitud de extradición de Makled.
Y, por último, el tercer frente acusador que ha puesto de nuevo en el ojo del huracán a Chávez ha sido la confesión, también esta misma semana, de dos etarras detenidos que revelaron que se entrenaron en un campo de tiro en la selva venezolana y que lo hicieron bajo las órdenes de otro etarra, Arturo Cubillas.
Casualidad o no, Cubillas trabaja para el gobierno de Chávez, además de ser considerado por un juez español como el enlace entre ETA y las FARC desde Venezuela, por eso reclama a Caracas su captura y extradición, sin que el gobierno venezolano le haya tocado un pelo o se dé por enterado.
Demasiado humo saliendo de la pistola venezolana, ¿no creen?
fran@cronica.com.mx
Etiquetas: Banda Terrorista ETA, narcoterrorismo
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