Los dos “mejores amigos”
Por:Orlando Ochoa Terán
Fuentes: Semanario Quinto Día (Ven)/Soberania.org
“Un apaciguador es aquel que alimenta a un cocodrilo con la esperanza de que se lo coma de último.” Churchill.
En un diálogo de uno de los cuentos del celebrado novelista estadounidense, F. Scott Fitzgerald, The Rich Boy, un personaje observa: “Déjame decirte acerca de los muy ricos. Ellos son diferentes a ti y a mí. Ellos poseen y disfrutan de cosas desde muy temprano, y eso los afecta. Los hace débiles cuando nosotros somos fuertes, cínicos cuando nosotros somos confiables, de modo que, a menos que hayas nacido muy rico, son muy difíciles de entender”.
Por más que el presidente Hugo Chávez se comporte como un extravagante potentado, disfrute de los lujos de un avión privado, carros, relojes, trajes, calzados y se hospede en lugares de extraordinario esplendor, no pertenece a la categoría de los ricos que describe Fitzgerald. Hugo Chávez es como tú. Como cualquiera de nosotros a quien, por un azar del destino le ha sobrevenido una exuberancia que desconocía.
No es el caso de Santos a quien le cuadra perfectamente esta idea del “rich boy” de Fitzgerald. El presidente de Colombia es un economista graduado en la Universidad de Kansas, obtuvo el máster en Economía y Desarrollo Económico de la London School of Economics y el máster en Administración Pública de Harvard. Su abuelo fue el periodista Enrique Santos Montejo, hermano del ex presidente Eduardo Santos, dueño del diario El Tiempo.
Muy cercanos en edad, mientras Chávez sobrevivía como capitán en zonas rurales como Elorza, administrando una cantina y actuando en los humildes espectáculos folklóricos de las barracas, Santos representaba ante la Organización Internacional del Café en Londres al epítome de la élite terrateniente de Colombia, la Federación Nacional de Cafeteros. Más tarde sería ministro de Comercio Exterior, de Finanzas y de Defensa.
Conocido el origen y el resto de la trayectoria de Hugo Chávez, es difícil concebir dos seres humanos más diferentes. Los viejos en la cordillera andina solían decir de dos personas tan diametralmente opuestas, “no parecen ni prójimos”. Chávez y Santos, aparentemente resaltan por sus diferencias. ¿Algo en común?
“Embustero, irresponsable y cínico”
En 2003, Juan Manuel Santos, al margen del gobierno denunció una supuesta negociación del gobierno de Venezuela para adquirir 50 aviones de combate MiG-29. La información, negada por el gobierno bolivariano, fue confirmada más tarde. Ahora sabemos que efectivamente se iniciaron negociaciones por los MiG-29 que concluyeron con los Sukhoi. El propio presidente Chávez había aclarado que sólo existían planes para adquirir helicópteros.
El entonces embajador de Venezuela en Colombia, general Carlos Santiago, fue más allá en su percepción de quien estaba destinado a ser presidente de Colombia. Lo llamó “mentiroso, irresponsable y cínico”.
Cuando Santos fue designado Ministro de Defensa, se decía que era el colombiano con más credenciales anti-bolivarianas del país y así lo demostró, siendo objeto de los insultos y denuestos más descarnados jamás pronunciados por un presidente en ejercicio. Nadie pudo imaginar que Chávez devendría en su nuevo “mejor amigo”.
Oh amigos
En la apertura de un seminario que tuvo lugar en París en 1989 el celebrado filósofo francés Jaques Derrida lo abrió con estas palabras que Montaigne le atribuía a Aristóteles: “Oh amigos, no hay amigos”. De esta clase magistral surgió un libro de Derrida que tituló la Política de la Amistad.
De la amistad en política se podría decir parafraseando al primer ministro inglés Palmerston, que no existen amigos sino intereses y que los aliados no son eternos ni los enemigos perpetuos, sólo los intereses son eternos.
De modo que cada político tiene su propio cementerio donde están enterrados antiguos amigos y aliados. En Venezuela no hay uno más amplio y extenso que el del presidente Chávez. Allí reposa un amigo y aliado del presidente Santos, Álvaro Uribe. ¿Cuándo marchará hacia el cementerio de Chávez el cortejo fúnebre de Santos? No se sabe, pero si los antecedentes son buenos indicadores será muy pronto.
No obstante, si el ex embajador de Venezuela en Colombia, general Carlos Santiago, estaba en lo correcto acerca de su juicio y percepción sobre Juan Manuel Santos, resulta obvio que tiene más cosas en común con Hugo Chávez que lo que hubiera podido imaginar F. Scott Fitzgerald acerca de los ricos de tradición y los nuevos ricos.
Si es así, habrá que esperar mucho más de lo que muchos están calculando.
Etiquetas: narcotrafico
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