Bandagro, la novela real de horror financiero (I)
Por: Diego Aznar
Fuente: Ultimas Noticias
En 1980 el Banco de Desarrollo Agropecuario (Bandagro) estaba hundido en una deuda cercana a los $500 millones, y para saldarla buscó fondos emitiendo pagarés o notas promisorias, títulos que tras varios años le dan al comprador el derecho de reclamar un pago por el papel. Es una estrategia para que una institución obtenga préstamos y años después pagar la deuda según condiciones específicas.
En 1981 Bandagro presuntamente emitió 57 notas promisorias código Caroní ICC 322 e ICC 290 por un valor total de $1.605 millones. Vencieron en 1991, pero la República no tenía comprobantes de que la emisión se hubiese realizado y además se empezaron a conseguir falsificaciones.
La República rechazó la veracidad de todas las notas y desde entonces los propietarios de las supuestas originales están buscando la forma de obtener el reconocimiento de la deuda por parte de la República. Los intereses se han venido acumulando en años y hoy el monto total es de miles de millones de dólares.
Para la República todos los pagarés son falsos y su sola posesión ya es un delito. Pero los demandantes argumentan que si ciertamente existen falsificaciones no todos los títulos son fraudulentos.
Así empezó una novela tragicómica de horror financiero y político que hoy amenaza con desaparecer gran parte de las reservas internacionales venezolanas, según afirman a ÚN los economistas José Guerra y Orlando Ochoa, dependiendo del veredicto final de la Corte de Apelaciones del Sexto Circuito en Ohio, EE.UU. El caso está ahora en proceso de apelaciones.
Pierce Cunningham es el abogado que representa a Venospa, una compañía que demanda a Venezuela por el incumplimiento del pago al igual que lo hace la empresa Skye Ventures. Explica Cunningham que el tribunal ya afirmó tener jurisdicción para emitir un veredicto sobre el caso porque hubo un daño económico para personas dentro de EE.UU.
El escritor Luis Britto García redactó en diciembre un artículo en el que reseñó que los $8.000 millones reclamados por Skye Ventures en Ohio, más los $12.000 millones que demanda Exxon en el extranjero, podrían convertirse en un golpe enorme para los $40.000 millones de las reservas internacionales, a menos que el Gobierno busque la vía de rechazar los posibles veredictos con el artículo 151 de la Constitución, que defiende la jurisdicción nacional para contratos de interés público aunque, como se dijo, en Ohio la decisión ya fue contraria.
Buscando fondos.
La novela empieza en 1970 cuando Bandagro comenzó operaciones como una entidad del Estado, pero para el final de la década no resultó ser tan sólido como se esperaba.
En 1980 Luis Herrera Campíns designó a Waldemar Cordero Vale como presidente de la institución, y seis meses después la mala situación financiera de la entidad llevó a Cordero Vale a convertirse en el interventor de Bandagro.
Disolvió la junta directiva y nombró su propio consejo consultivo conformado, entre otros, por Elbano Fontana Nieves como director general, y Pascual Puigbo Morales como consejero legal. Los tres iniciaron una carrera en busca de fondos para reflotar el banco.
A principios de 2010 Cordero Vale compareció ante el referido tribunal americano donde afirmó, entre otras cosas, que viajó varias veces a Europa y Estados Unidos porque recibió "a mucha gente que ofreció dinero, pero la única transacción que hice fue con el Credit Agricole en París".
Consistió en una asociación de 44 bancos europeos que dieron un préstamo de $200 millones a través de una nota promisoria firmada en el hotel Ritz en París, garantizada por la República venezolana y que, según afirmó, fue una deuda luego saldada.
Hizo referencia también a 55 notas promisorias que supuestamente habría dado el anterior presidente de Bandagro, como una garantía para un préstamo que no procedió con el Atlantic Bank en Miami. Fontana Nieves fue enviado a buscarlas pero supuestamente no consiguió nada. Fuentes consultadas que prefirieron el anonimato afirmaron que esas notas sí existieron, aunque hoy su paradero sea otro misterio.
Cordero Vale dejó Bandagro en 1982. Dijo a la corte que para ese entonces la deuda ya había bajado a más o menos $300 millones de dólares. Es durante este periodo de endeudamientos que presuntamente nacieron esas notas promisorias de las que tanto se habla en los tribunales de Ohio.
Alfredo Aagaard.
Fuentes estrechamente ligadas al caso, entre ellos el presidente de Inversiones Inalca, Ángel Infante (un tenedor de títulos), afirman que esta emisión fue por $3.820 millones y colocaron un paquete de $1.605 millones en el mercado.
Según Infante el comprador de ese paquete fue Alfredo Aagaard Salazar a través de su compañía Grupo Nacional de Inversionistas, y para demostrarlo envía la factura de compra apostillada y notariada, en la que se reseña que Aagaard pagó a Cordero Vale y Fontana Nieves $200 millones por el paquete de las 57 notas (12,461059% de su valor).
Sobre su relación con Aagaard, Cordero Vale relató al tribunal americano que éste ofreció a Bandagro un "préstamo aconsejable con buenas tasas de interés, a diez años, sin una garantía de la República y pagado directamente al banco (…) las tasas de interés del mercado eran de 15 y 14 % y ellos ofrecían 8 y 9%". El negocio se haría a través del Banco Internacional de Mónaco.
Viajaron juntos a Nicea acompañados por Puigbo Morales y Fontana Nieves, pero el negocio no prosperó. "Fue un error pensar que ellos prestarían $500 millones o $600 millones a un banco sin una garantía de la República".
Los testimonios indican que luego Alfredo Aagaard le vendió el paquete de notas promisorias a la empresa Triad Finanziaria Spa, presidida por James Paolo Pavanelli, un personaje turbio que no deja de aparecer en la novela Bandagro desde entonces.
Según afirma Infante, los $200 millones presuntamente recibidos por la venta de las notas promisorias nunca entraron a las arcas de Bandagro sino que fueron desviados.
Los demandantes aseguran que llegó a haber en el mercado hasta $8 mil millones en títulos falsificados. Apuestan, sin comprobar, a que el fraude se hizo desde Colombia.
Pero otros apuestan más por la fama de "fino estafador" que tenía Pavanelli. Muchas veces él dio los títulos como garantía para préstamos, ya fuesen estos los verdaderos o los fraudulentos. Pavanelli enfrentó cargos judiciales en Venezuela y el extranjero por ese motivo.
Bandagro está en proceso de liquidación y se espera que este termine pronto. Sus cuentas están en cero y sus activos en manos del Estado, según afirman a ÚN Víctor Nunes y Maritza Dayoub, funcionarios de Fogade, agregando que jamás se consiguieron comprobantes en el banco de que se hubiese hecho emisión alguna.
La República rechazó en varias oportunidades la validez de las notas, hasta que en 2003 el Ministerio de Finanzas y la Procuraduría General de la República hicieron lo contrario. Sobre cómo llegaron a esa decisión se hablará en la próxima entrega.
Política. Charles Cooper, abogado de los demandantes, realizó parte del interrogatorio a Cordero Vale en EE.UU., e insistió en los cargos y vínculos políticos del ex interventor. Empieza haciendo referencia a su pasado como gobernador del estado Portuguesa en 1969 y como presidente de Copei.
Le preguntan si tiene algún familiar que haya ostentado un cargo político en Venezuela. Es cuando Cordero Vale habla de su primo hermano, José Vicente Rangel Vale, y menciona su candidatura presidencial en 1983.
En ese testimonio Cordero Vale hace referencia a sus acciones para advertir a las autoridades venezolanas sobre la invalidez de las notas, para decirles que él nunca firmó esos títulos, que la primera persona con la que se comunicó fue con su primo hermano, el entonces vice presidente de la República José Vicente Rangel, y que hubo consecuencias morales para él y su familia por lo que salió en la prensa.
En este punto el abogado Charles Cooper empieza a insistir en preguntarle a Cordero Vale si alguna vez dio "soporte financiero a las actividades políticas de su primo", a lo que el ex interventor responde con un tajante "no. Nunca."
David J. Richards, presidente y director de Skye Ventures, afirma que "se hicieron esas preguntas porque sospechamos un nexo entre Cordero Vale, José Vicente Rangel y las notas de Bandagro". Después de una breve discusión entre litigantes las preguntas de Cooper toman otra orientación.
Fuente: Ultimas Noticias
En 1980 el Banco de Desarrollo Agropecuario (Bandagro) estaba hundido en una deuda cercana a los $500 millones, y para saldarla buscó fondos emitiendo pagarés o notas promisorias, títulos que tras varios años le dan al comprador el derecho de reclamar un pago por el papel. Es una estrategia para que una institución obtenga préstamos y años después pagar la deuda según condiciones específicas.
En 1981 Bandagro presuntamente emitió 57 notas promisorias código Caroní ICC 322 e ICC 290 por un valor total de $1.605 millones. Vencieron en 1991, pero la República no tenía comprobantes de que la emisión se hubiese realizado y además se empezaron a conseguir falsificaciones.
La República rechazó la veracidad de todas las notas y desde entonces los propietarios de las supuestas originales están buscando la forma de obtener el reconocimiento de la deuda por parte de la República. Los intereses se han venido acumulando en años y hoy el monto total es de miles de millones de dólares.
Para la República todos los pagarés son falsos y su sola posesión ya es un delito. Pero los demandantes argumentan que si ciertamente existen falsificaciones no todos los títulos son fraudulentos.
Así empezó una novela tragicómica de horror financiero y político que hoy amenaza con desaparecer gran parte de las reservas internacionales venezolanas, según afirman a ÚN los economistas José Guerra y Orlando Ochoa, dependiendo del veredicto final de la Corte de Apelaciones del Sexto Circuito en Ohio, EE.UU. El caso está ahora en proceso de apelaciones.
Pierce Cunningham es el abogado que representa a Venospa, una compañía que demanda a Venezuela por el incumplimiento del pago al igual que lo hace la empresa Skye Ventures. Explica Cunningham que el tribunal ya afirmó tener jurisdicción para emitir un veredicto sobre el caso porque hubo un daño económico para personas dentro de EE.UU.
El escritor Luis Britto García redactó en diciembre un artículo en el que reseñó que los $8.000 millones reclamados por Skye Ventures en Ohio, más los $12.000 millones que demanda Exxon en el extranjero, podrían convertirse en un golpe enorme para los $40.000 millones de las reservas internacionales, a menos que el Gobierno busque la vía de rechazar los posibles veredictos con el artículo 151 de la Constitución, que defiende la jurisdicción nacional para contratos de interés público aunque, como se dijo, en Ohio la decisión ya fue contraria.
Buscando fondos.
La novela empieza en 1970 cuando Bandagro comenzó operaciones como una entidad del Estado, pero para el final de la década no resultó ser tan sólido como se esperaba.
En 1980 Luis Herrera Campíns designó a Waldemar Cordero Vale como presidente de la institución, y seis meses después la mala situación financiera de la entidad llevó a Cordero Vale a convertirse en el interventor de Bandagro.
Disolvió la junta directiva y nombró su propio consejo consultivo conformado, entre otros, por Elbano Fontana Nieves como director general, y Pascual Puigbo Morales como consejero legal. Los tres iniciaron una carrera en busca de fondos para reflotar el banco.
A principios de 2010 Cordero Vale compareció ante el referido tribunal americano donde afirmó, entre otras cosas, que viajó varias veces a Europa y Estados Unidos porque recibió "a mucha gente que ofreció dinero, pero la única transacción que hice fue con el Credit Agricole en París".
Consistió en una asociación de 44 bancos europeos que dieron un préstamo de $200 millones a través de una nota promisoria firmada en el hotel Ritz en París, garantizada por la República venezolana y que, según afirmó, fue una deuda luego saldada.
Hizo referencia también a 55 notas promisorias que supuestamente habría dado el anterior presidente de Bandagro, como una garantía para un préstamo que no procedió con el Atlantic Bank en Miami. Fontana Nieves fue enviado a buscarlas pero supuestamente no consiguió nada. Fuentes consultadas que prefirieron el anonimato afirmaron que esas notas sí existieron, aunque hoy su paradero sea otro misterio.
Cordero Vale dejó Bandagro en 1982. Dijo a la corte que para ese entonces la deuda ya había bajado a más o menos $300 millones de dólares. Es durante este periodo de endeudamientos que presuntamente nacieron esas notas promisorias de las que tanto se habla en los tribunales de Ohio.
Alfredo Aagaard.
Fuentes estrechamente ligadas al caso, entre ellos el presidente de Inversiones Inalca, Ángel Infante (un tenedor de títulos), afirman que esta emisión fue por $3.820 millones y colocaron un paquete de $1.605 millones en el mercado.
Según Infante el comprador de ese paquete fue Alfredo Aagaard Salazar a través de su compañía Grupo Nacional de Inversionistas, y para demostrarlo envía la factura de compra apostillada y notariada, en la que se reseña que Aagaard pagó a Cordero Vale y Fontana Nieves $200 millones por el paquete de las 57 notas (12,461059% de su valor).
Sobre su relación con Aagaard, Cordero Vale relató al tribunal americano que éste ofreció a Bandagro un "préstamo aconsejable con buenas tasas de interés, a diez años, sin una garantía de la República y pagado directamente al banco (…) las tasas de interés del mercado eran de 15 y 14 % y ellos ofrecían 8 y 9%". El negocio se haría a través del Banco Internacional de Mónaco.
Viajaron juntos a Nicea acompañados por Puigbo Morales y Fontana Nieves, pero el negocio no prosperó. "Fue un error pensar que ellos prestarían $500 millones o $600 millones a un banco sin una garantía de la República".
Los testimonios indican que luego Alfredo Aagaard le vendió el paquete de notas promisorias a la empresa Triad Finanziaria Spa, presidida por James Paolo Pavanelli, un personaje turbio que no deja de aparecer en la novela Bandagro desde entonces.
Según afirma Infante, los $200 millones presuntamente recibidos por la venta de las notas promisorias nunca entraron a las arcas de Bandagro sino que fueron desviados.
Los demandantes aseguran que llegó a haber en el mercado hasta $8 mil millones en títulos falsificados. Apuestan, sin comprobar, a que el fraude se hizo desde Colombia.
Pero otros apuestan más por la fama de "fino estafador" que tenía Pavanelli. Muchas veces él dio los títulos como garantía para préstamos, ya fuesen estos los verdaderos o los fraudulentos. Pavanelli enfrentó cargos judiciales en Venezuela y el extranjero por ese motivo.
Bandagro está en proceso de liquidación y se espera que este termine pronto. Sus cuentas están en cero y sus activos en manos del Estado, según afirman a ÚN Víctor Nunes y Maritza Dayoub, funcionarios de Fogade, agregando que jamás se consiguieron comprobantes en el banco de que se hubiese hecho emisión alguna.
La República rechazó en varias oportunidades la validez de las notas, hasta que en 2003 el Ministerio de Finanzas y la Procuraduría General de la República hicieron lo contrario. Sobre cómo llegaron a esa decisión se hablará en la próxima entrega.
Política. Charles Cooper, abogado de los demandantes, realizó parte del interrogatorio a Cordero Vale en EE.UU., e insistió en los cargos y vínculos políticos del ex interventor. Empieza haciendo referencia a su pasado como gobernador del estado Portuguesa en 1969 y como presidente de Copei.
Le preguntan si tiene algún familiar que haya ostentado un cargo político en Venezuela. Es cuando Cordero Vale habla de su primo hermano, José Vicente Rangel Vale, y menciona su candidatura presidencial en 1983.
En ese testimonio Cordero Vale hace referencia a sus acciones para advertir a las autoridades venezolanas sobre la invalidez de las notas, para decirles que él nunca firmó esos títulos, que la primera persona con la que se comunicó fue con su primo hermano, el entonces vice presidente de la República José Vicente Rangel, y que hubo consecuencias morales para él y su familia por lo que salió en la prensa.
En este punto el abogado Charles Cooper empieza a insistir en preguntarle a Cordero Vale si alguna vez dio "soporte financiero a las actividades políticas de su primo", a lo que el ex interventor responde con un tajante "no. Nunca."
David J. Richards, presidente y director de Skye Ventures, afirma que "se hicieron esas preguntas porque sospechamos un nexo entre Cordero Vale, José Vicente Rangel y las notas de Bandagro". Después de una breve discusión entre litigantes las preguntas de Cooper toman otra orientación.
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