Perú: entre populistas y autoritarios
Por: José Rafael López Padrino
El pasado domingo 10 de abril se realizaron elecciones presidenciales y parlamentarias en Perú. Al final de los comicios, el candidato por el Partido Gana Perú, Ollanta Humala Tasso, se impuso con el 31,1%, quedando en segundo lugar, Keiko Fujimori con el 23,2% de los votos. En tercer lugar quedó Pablo Kuczynski, ex ministro de economía neoliberal y empresario y el cuarto lugar fue para el ex presidente Alejandro Toledo. De esta manera la elección presidencial se resolverá en una segunda vuelta el 5 de junio próximo entre los dos primeros candidatos.
Los peruanos también eligieron a los 130 miembros del Congreso unicameral, en donde si bien la alianza nacionalista Gana Perú –que encabeza Humala– obtuvo la cantidad de 42 escaños, no contará con una mayoría absoluta y deberá buscar acuerdos para gobernar en caso de ser electo en la segunda vuelta. El fujimorismo (Fuerza 2011) se convirtió en la segunda fuerza parlamentaria, ya que obtuvo 35 escaños. Sin embargo, el gran derrotado fue la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), que no presentó candidato a la elección presidencial -respaldó la candidatura de Kuczynski a última hora- y solo logró apenas un 5% de los votos parlamentarios.
La victoria de los populistas Humala y Fujimori polarizará a la sociedad y obligará a los peruanos a optar, una vez más, por el "mal menor". Elegir entre un autoritario militarista como Humala y una autoritaria civilista como la Fujimori es como elegir entre un pasado oscuro y un salto al vacío. Además refleja la carencia de una memoria histórica por parte del pueblo peruano. Los pueblos que no conocen su historia, no comprenden su presente y están condenados a repetir los errores del pasado una y mil veces. El desconocimiento de ese pasado provoca la falta de comprensión sobre los procesos históricos que han dado como resultado nuestro presente, generando un profundo déficit democrático que se sustancia día a día en una sociedad carente de una conciencia política.
Estos dos candidatos autoritarios y populistas recibieron el voto mayoritario de quienes se sienten marginados por un modelo económico que ha sido exitoso macroeconómicamente, pero que ha sido un gran fracaso en cuanto a la inclusión social y la mejora de las condiciones socio-económicas de las grandes mayorías. Recordemos que Perú está entre los países de la región con las mejores cifras en relación al crecimiento económico -el año 2010 creció 8,9 %-, pero está, al mismo tiempo, entre los últimos en cuanto a desarrollo humano. Un tercio de los peruanos viven en la pobreza y más del 10 %, en la pobreza extrema. Cifras que se agravan en las zonas rurales, donde la pobreza supera al 50 % de la población. Mientras que la macroeconomía muestra cifras positivas (crecimiento del Producto Bruto Interno, bajo déficit fiscal, altas reservas internacionales, incremento de las inversiones, una inflación baja), los salarios de los trabajadores permanecen congelados desde hace varios años, el empleo se ha precarizado, los derechos laborales de los trabajadores formales se han reducido y aproximadamente un 80 % de los trabajadores laboran en la economía informal sin ningún tipo de protección social. Paradójicamente la bonanza económica del país, el “milagro peruano”, no se tradujo en una mejoría de las condiciones de vida para la mayorías de los peruanos. Los beneficios del crecimiento de la economía peruana, no permearon hacía los estratos económicamente más débiles del país.
El candidato Humala utilizó durante toda la campaña (financiada mayormente por la petrochequera del iletrado de Miraflores) un falaz discurso populista de izquierda, a fin de ganarse el apoyo de los sectores más desposeídos del pueblo peruano. Además promovió el etnocacerismo, una tendencia militarista que integra el pasado incaico, con un nacionalismo étnico. Pero el candidato Humala ha sido acusado por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos de estar incurso en violaciones de los derechos humanos (tortura y desapariciones forzosas). Bajo el seudónimo de “Capitán Carlos González”, Humala se desempeñó como jefe militar de la base Madre Mía, dirigiendo operaciones represivas en diferentes localidades (Aries, Bolsón Cuchara, Paraíso y Venenillo) del valle del Huallaga (1992).
La otra candidata, Keiko Fujimori representa el autoritarismo-populista sin uniforme militar. Durante toda su campaña reivindicó la administración de su padre Alberto Fujimori quien paga condena por crímenes lesa humanidad y corrupción. Además, reivindicó el golpe de Estado que su padre ejecutó en combinación con la cúpula militar y policial el 5 de abril de 1992, el cual abolió la Constitución, cerró el Congreso, prohibió los partidos e intervino el poder judicial. Además, impuso un plan económico de "shock" neoliberal tutelado por el FMI, que le abrió paso a las empresas transnacionales para la explotación de las riquezas naturales del Perú, así como la puesta en práctica de una flexibilización laboral para el beneficio de los grades capitales nacionales y extranjeros.
Lo que pueda ocurrir en la segunda vuelta, el 5 de junio próximo, es difícil de predecir. Las semejanzas entre el humalismo y el fujimorismo son muchas. En ambos casos, hay indicios de autoritarismo, de intensiones de aplicar proyectos neoliberales, de irrespetar los derechos humanos, etc.
Para la mayoría de los peruanos, ni Humala, ni Fujimori representan una alternativa válida que les permita rompe con el circulo vicioso de la pobreza, y el disfrute de una sociedad mas justa y equitativa.
Etiquetas: FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
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