El profesor Chomsky
Noam Chomsky se permite dudar de que Al Qaeda haya sido el autor de los ataques terroristas a las Torres Gemelas —incluso insinúa que fue un engaño—, y afirma que el hecho de haber arrojado el cadáver de Osama Ben Laden al mar “está provocando, predeciblemente, tanto la ira como el escepticismo en gran parte del mundo musulmán” (“My Reaction to Osama ben Laden’s Death”, www.guernicamag.com, 6 de mayo de 2011). Chomsky ofrece una comparación hipotética: “Podríamos preguntarnos cómo reaccionaríamos si comandos iraquíes aterrizaran en las habitaciones de George W. Bush, lo asesinaran y echaran su cuerpo al Atlántico” pues, sigue, “incontrovertiblemente, sus crímenes superan ampliamente a los de Ben Laden”. Probablemente muchísimos ciudadanos estadunidenses y extranjeros habrían festejado el ajusticiamiento del ex presidente, de la misma manera en que miles celebraron el aniquilamiento de Ben Laden, aunque habría sido preferible que se le juzgara de acuerdo con el derecho internacional.
A Osama Ben Laden se le debió haber capturado vivo para ser enjuiciado por crímenes contra la humanidad, pero Chomsky le atribuye a éste una importancia desmesurada en el Islam, donde el terrorista no era tan querido ni respetado. El mundo árabe está más preocupado por sacudirse dictadores y sátrapas que por la triste suerte del millonario saudita (y Estados Unidos perdió una valiosa oportunidad de fortalecer la ley y el respeto a los derechos humanos, como lo hicieron los Aliados al final de la Segunda Guerra al llevar al tribunal a 24 de los principales dirigentes nazis).
En su contundente comentario al artículo de Chomsky, el periodista y escritor Christopher Hitchens escribe que el venerado “gurú de la izquierda” no tiene empacho en insinuar que, debido a sus crímenes, Estados Unidos y su población se merecen los atentados y, además, que el profesor emérito del MIT concibe su país como casi una reedición del Tercer Reich y que por ello cualquier secuestro o asesinato de su presidente estaría legalmente justificado (“Chomsky’s Follies”, Slate, 9 de mayo de 2011). Significativamente, Chomsky no se detiene a pensar que en todo momento ha escrito y publicado libremente en su país —más de 70 libros— sin que nadie haya intentado siquiera censurarlo, como habría sucedido en la era macartista o si viviera bajo un régimen totalitario.
Aunque alguna vez se definió como “anarquista” o “socialista libertario” (entrevista de Tom Lane: ww.accionpropaganda.org, 23 de diciembre de 1996), Chomsky ha defendido al longevo dictador comunista Fidel Castro y al presidente de vocación autoritaria Hugo Chávez, benefactor de las narco-guerrilleras FARC: “Chomsky admite que el Presidente de Cuba Fidel Castro es considerado como un héroe en América Latina por su posición contra el imperialismo de los Estados Unidos; Chávez, igual” (Radio Habana, 9 de marzo de 2006). En agosto de 2009 Chomsky visitó en Caracas a Hugo Chávez, a quien éste elogió por ser “uno de los intelectuales que más ha abonado en la lucha contra la hegemonía de la elite que gobierna en Estados Unidos”. El profesor respondió que le parecía “muy emocionante ver en Venezuela cómo se está construyendo ese otro mundo posible y ver a uno de los hombres que ha inspirado esta situación de cambio” (El Mundo, agosto 25 de 2009). ¿No es demasiado parcial para ser un analista y no menos complaciente para un anarquista, profesor?
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