Socialismo Bolivariano: la superchería ideológica del siglo XXI
Hasta el momento el tan cacareado socialismo bolivariano ha resultado ser un gran fracaso, pues lejos de propiciar una sociedad más justa y equitativa, ha promovido un capitalismo de Estado militarizado, una corrupción depredadora y ha impuesto un pensamiento único excluyente. Ello sin ignorar los deseos inocultables de su propio líder de perpetuarse en el poder.
Desde su anuncio por parte del tte coronel, el socialismo bolivariano (entiéndase socialmilitarismo bolivariano) no ha pasado de ser más que un eslogan, es decir, un simple procedimiento publicitario, cuya praxis ha estado sujeta a los escenarios políticos (encuestas, matriz de opinión, reacomodos electorales, etc.). Se trata simplemente de una marca comercial que la revolución bolivariana ha necesitado desde su lanzamiento en el mercado ideológico para mantenerse en el poder.
Pero ¿De cuál socialismo hablan? ¿Cuáles son sus fundamentos? ¿Cuáles son los actores sociales?. Naturalmente, estas interrogantes no tienen respuestas, primeramente porque el proyecto carece de principios ideológicos revolucionarios, y segundo porque los eunucos políticos que lo integran solo saben aplaudir como focas y repetir como ventrílocuos el lenguaje escatológico de su líder y comandante amado.
Este socialismo pestilente a barraca militar se ha caracterizado por un pensamiento contradictorio, que sólo demuestra una gran pobreza intelectual y una ignorancia patética de la historia del socialismo de los siglos XIX y XX. Las bases doctrinarias de esta nueva impostura ideológica no radican en aquellas ideas forjadas por Marx y Engels, sino que provienen de Benito Mussolini, y Giovani Gentile, quienes realizaron una readaptación del antipositivismo de Benedetto Croce, con el personalismo voluntarista de Friedrich Nietzche, y el nacionalismo de Maurras y D´Annunzio.
Esta falsificación ideológica no representa ninguna forma de emancipación de los trabajadores y de los pobres como farisaicamente se afirma; todo lo contrario, es un ensayo destinado a dotar a la sociedad burguesa de una estructura política para ampliar las bases de sustentación de un capitalismo de Estado verde oliva con bota y pistola. Es un neo-despotismo que criminaliza a la disidencia política y promueve un pensamiento único, que ha permitido el surgimiento de una nueva aristocracia empresarial, la bolíburguesia y ha desmejorado la condición de los trabajadores profundizando su explotación.
Esta estafa social no ha pasado de unas cuantas nacionalizaciones o re-estatizaciones nada extraordinarias y el establecimiento de diversos programas sociales, que lejos de romper con el nudo de la exclusión social lo perpetúan en el tiempo. Obviamente, ninguna de las políticas adoptadas por "el proceso", al margen de su etiquetamiento como socialistas, representan verdaderas amenazas que afecten las relaciones de producción existentes en el país y muchos menos que apunten hacia las transformaciones económicas necesarias para llevar al país hacia un sistema socialista. No se ha dado ninguna "ruptura verdadera" con el proyecto de dominación capitalista que prevalece. El tan publicitado anti-imperialismo se reduce a los insultos que profiere el tte coronel contra el inquilino de la Casa Blanca, aunque paradójicamente le entrega nuestra riqueza petrolera a las grandes corporaciones transnacionales vinculadas a los intereses del imperio (empresas mixtas). Más allá de su discurso pirotécnico -para el público de galería- sigue siendo un suplidor seguro de petróleo de la Casa Blanca, para que los “marines del Tío Sam” continúen con sus aventuras militares en diferentes confines del planeta.
Lamentablemente esta superchería ideológica ha sido respaldada por una izquierda burocratizada, cansada de luchar y que está ávida de disfrutar las mieles del capitalismo consumista. Que no sólo ha abdicado a la crítica por considerarla inoportuna e inconveniente, sino que ha llegado al extremo vergonzoso de contradecir sus posturas principistas (si es que alguna vez las tuvieron) al defender con gran vehemencia un militarismo pestilente y despreciable.
El socialmilitarismo bolivariano constituye un proyecto sin anclaje histórico y sin sujeto social definido, que avanza sin mayores sobresaltos hacia el totalitarismo dentro de una visión facho-militarista. El primitivismo y mediocridad ideológica de sus proponentes explica la orfandad de su armazón conceptual y lo limitado de sus propuestas las cuales no han traspasado del umbral de la copia barata de viejas consignas, cuyo sello de originalidad proviene de otras latitudes. En definitiva, estamos ante una mezcolanza de ideas inconexas, de un histrionismo agobiante, de una adoración caudillesca repugnante, de un populismo militarista manipulador de la sociedad y de un control comunicacional asfixiante. Bajo la bota del tte coronel la utopía socialista luce imposible
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