La bicicleta iraní se ensambla con una máquina holandesa
Por: Laura Helena Castillo
El
equipo, de la empresa Holland Mechanics, es de finales de la década de
los ochenta y fue devaluado después de ser ofrecido como pago por la
parte iraní
Oscar
Garay, operador de una balanceadora de rines, toma el micrófono para
explicarle al presidente Hugo Chávez las características del aparato.
Termina su intervención con un dato que se convirtió en consigna: "Esta
es una tecnología iraní altamente calificada". El muchacho habla desde
Fanabi, empresa mixta venezolanoiraní, situada en Tinaquillo, estado
Cojedes. Chávez está en Falcón, transmitiendo el programa Aló,
Presidente. Es 8 de junio de 2008.
Chávez felicita a los trabajadores, venezolanos e iraníes, y remacha: "Miren, distintos tipos de bicicletas, de alta tecnología, proceso computarizado, tecnología que está siendo transferida a Venezuela, fábrica de fábricas". Ese día se está inaugurando Fanabi.
El embajador de Irán en Venezuela, Abdollah Zifan, repite: "En esta fábrica se va a realizar transferencia tecnológica".
Quedaba claro que el mayor aporte de los socios extranjeros serían los instrumentos y procedimientos industriales de avanzada para la elaboración de bicicletas.
Chávez felicita a los trabajadores, venezolanos e iraníes, y remacha: "Miren, distintos tipos de bicicletas, de alta tecnología, proceso computarizado, tecnología que está siendo transferida a Venezuela, fábrica de fábricas". Ese día se está inaugurando Fanabi.
El embajador de Irán en Venezuela, Abdollah Zifan, repite: "En esta fábrica se va a realizar transferencia tecnológica".
Quedaba claro que el mayor aporte de los socios extranjeros serían los instrumentos y procedimientos industriales de avanzada para la elaboración de bicicletas.
El 5 de octubre de 2007 se publicó en
Gaceta Oficial la creación de la empresa estatal mixta Fábrica Nacional
de Bicicletas, C. A., razón social que sería cambiada a Fanabi en mayo
de 2008. Venezuela aportó 51% del capital social a través de Corpivensa y
la empresa privada iraní Ghoochan Bicycle Manufacturing Co. (Aassak
Double Rim Co.) el 49% restante.
Pero la transferencia tecnológica prometida por los iraníes como parte de pago se incumplió desde el principio. Primero, denominaron a Fanabi como una fábrica cuando es una ensambladora. Después, los equipos no son iraníes sino de la marca holandesa Holland Mechanics, una de las más importantes del mundo en fabricación de artefactos para ensamblar bicicletas y proveedor habitual en el mercado occidental, eso que Chávez llama "los países del norte que nos han explotado".
Alí Díaz, que labora en Fanabi y es miembro del consejo de trabajadores, reconoce que se trata de un equipo holandés.
"La esencia del ensamblaje es holandesa, de Holland Mechanics. Haciendo un sondeo de mercado para ampliar la capacidad de producción, el comité de tecnología y control de calidad contactó a la empresa por teléfono y correo electrónico.
Necesitábamos unos repuestos y queríamos saber cuán moderna era esta máquina. No es de última generación, pero todavía se consigue en el mercado europeo", indica el trabajador.
En junio de 2007, cuando Chávez promovía con frecuencia las bondades del socio iraní, dijo: "A pesar del bloqueo estadounidense, los iraníes producen vehículos, tractores, maquinaria. De todo lo que tú busques". Con Fanabi no honraron la cuña presidencial.
Desde Ámsterdam, un empleado de Holland que prefirió no decir su nombre confirmó vía telefónica que la máquina de Fanabi fue hecha en esa planta. "Sí, es nuestra, un modelo de finales de los años ochenta. Sabemos que está en Venezuela, pero no cómo llegó allí", dice e invita a ver el video en el portal Youtube en el que aparece Chávez manejando una Atómica. "Sí, hacemos negocios con Ghoochan, pero no puedo decir que hayan comprado esa máquina. Tenemos muchos compradores", aclara.
Ghoocham es una ensambladora de bicicletas fundada con capital privado en Teherán, en 1983. Es grande y productiva.
Pero no es fabricante de líneas de ensamblaje, sino que compra a terceros.
"Los iraníes hicieron una triangulación vulgar y silvestre que pudo realizar una empresa brasileña, rusa o de donde sea. Eso no es transferir tecnología, es triangular, con importación de piezas que no son iraníes. Ellos dijeron que la instalación de la planta costaba 4 millones de dólares y al día de hoy 1 alineadora de rines, 1 balanceadora y 1 línea de ensamblaje, nuevas, no cuestan más de 100.000 dólares. Además, esa es una máquina de 1987. En Venezuela hay empresas que ensamblan, ¿para qué asociarse con una extranjera que ni siquiera era fabricante?", dice una fuente del negocio de las bicicletas, que pidió el anonimato.
En el artículo 24 del acta constitutiva, incluida en el expediente de Fanabi en el Registro Mercantil II de Caracas, se especifica que el Gobierno de Venezuela aportó 2.209.652.225,22 bolívares (1.027.745.220 dólares) y los iraníes 2.110.999.196,78 bolívares (987.357,95 dólares) en máquinas y partes (los montos están expresados antes del bolívar fuerte).
El pago venezolano se hizo, como consta en documentos de la empresa, en efectivo a una cuenta de Banfoandes. El de los iraníes, en especias. Las más importantes, de las que aparecen en una factura que revela el aporte, son 1 banda transportadora (52.000 dólares), 2 compresores (30.000 dólares), 2 estanterías (35.000 dólares), 1 máquina para construir rines y rayos (183.000 dólares), 1 balanceadora de ruedas (310.000 dólares) y 1 ensambladora de cauchos (12.000 dólares).
Devaluada y dañada. A principios de agosto, dentro del galpón de Fanabi había poco más de 10 empleados armando bicicletas a mano. Un trabajador explicó que la ensambladora se había dañado y estaban esperando una comisión de Corpivensa para repararla.
El entorno es tranquilo y los empleados son amables. Sobre la línea de ensamblaje hay rines arrumados y en el lugar hay esa sensación de orfandad que dan las máquinas que no se mueven. No hay tracción, no hay ruido. Y tampoco hay iraníes.
Después de los tropiezos iniciales que retrasaron las metas de producción y comercialización de Fanabi no hay canales de distribución, por ejemplo los socios de Ghoochan vendieron la totalidad de las acciones al Gobierno venezolano, en sólo dos años de relación comercial.
En el acta de una asamblea de accionistas del 17 de noviembre de 2009 publicada en Gaceta Oficial un año y nueve meses después, el 18 de julio de 2011 se exponen las principales deficiencias de esta empresa mixta.
La transcripción de la asamblea, en la que Corpivensa adscrita al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, encargado de Fanabi manifiesta su voluntad de comprar 100% de las acciones de Fanabi, muestra que el primer tema de la reunión fue la disminución de patrimonio por devaluación de la maquinaria.
"Ambas partes acordaron que el monto por devaluación de la maquinaria objeto de los aportes por Ghoochan Bicycle Manufacturing Co. (Aassak Double Rim Co.) será de 250.000 dólares, el cual será descontado a la mencionada empresa, derivando la disminución del patrimonio de Fanabi".
Si la sumatoria del costo de los equipos más importantes suministrados por la parte iraní en esta negociación es de 622.000 dólares, la devaluación equivaldría a 40%. Incluso, si se calcula sobre el monto de todo lo que aportó Ghoochan sin sumar seguro y flete, que totaliza 816.000 dólares, la devaluación en apenas un año sería de 30%.
"Normalmente, el valor porcentual de depreciación por uso continuo de una tecnología en un año es de 5% a 10% como máximo. Se intuye que la reducción del monto de la valoración de los equipos como parte del capital de la empresa iraní obedece a una negociación o a que la tecnología que se adquirió es madura, es decir, no es de punta. Lo deseable es que la transferencia de tecnología, de maquinarias y conocimientos sean de última generación para evitar procesos de obsolescencia o pérdida de competitividad", afirma Yajaira Anasagasti, directora-consultora del Centro de Innovación, Asesoría y Proyectos.
Meta lejana. Para definir la situación financiera real de Fanabi al momento de la transacción de compra por parte de Corpivensa se creó un equipo que haría un estudio del patrimonio, cuyos resultados se conocerían en 20 días. Han pasado casi 2 años y nunca se supo de este informe, que tampoco estaba en el expediente del registro.
La factura Nº VEN-2008-5 fue presentada por Ghoochan en la asamblea. En ella pedían 350.000 dólares por la transferencia tecnológica y la apropiación social del conocimiendo por parte de los empleados.
Las partes decidieron que la petición sería evaluada. La imagen de los trabajadores armando manualmente las bicicletas contrasta con esta aspiración iraní.
En esa oportunidad Ghoochan reclamó que "no habían recibido de Fanabi informes financieros, salvo los de 2008". En la Memoria y Cuenta 2010 del Ministerio de Ciencia se señala que ese año se pudo reactivar la planta, después de que en 2009 se paralizó por problemas laborales, y se logró una producción de 3.200 bicicletas, cuando la meta original era de 100.000 al año.
La web de Corpivensa indica que ensamblan 3.960 mensuales 47.000 anuales, pero en junio un trabajador de Fanabi precisó antes de que se dañara la máquina que hacían 60 al día, aproximadamente 1.200 al mes, 15.000 al año. Las ensambladoras nacionales que integran la Cámara Venezolana de Bicicletas armaron 120.000 unidades en 2009 y 80.000 en 2010. A la aspiración de Fanabi de impulsar la soberanía productiva le faltó pedal.
Pero la transferencia tecnológica prometida por los iraníes como parte de pago se incumplió desde el principio. Primero, denominaron a Fanabi como una fábrica cuando es una ensambladora. Después, los equipos no son iraníes sino de la marca holandesa Holland Mechanics, una de las más importantes del mundo en fabricación de artefactos para ensamblar bicicletas y proveedor habitual en el mercado occidental, eso que Chávez llama "los países del norte que nos han explotado".
Alí Díaz, que labora en Fanabi y es miembro del consejo de trabajadores, reconoce que se trata de un equipo holandés.
"La esencia del ensamblaje es holandesa, de Holland Mechanics. Haciendo un sondeo de mercado para ampliar la capacidad de producción, el comité de tecnología y control de calidad contactó a la empresa por teléfono y correo electrónico.
Necesitábamos unos repuestos y queríamos saber cuán moderna era esta máquina. No es de última generación, pero todavía se consigue en el mercado europeo", indica el trabajador.
En junio de 2007, cuando Chávez promovía con frecuencia las bondades del socio iraní, dijo: "A pesar del bloqueo estadounidense, los iraníes producen vehículos, tractores, maquinaria. De todo lo que tú busques". Con Fanabi no honraron la cuña presidencial.
Desde Ámsterdam, un empleado de Holland que prefirió no decir su nombre confirmó vía telefónica que la máquina de Fanabi fue hecha en esa planta. "Sí, es nuestra, un modelo de finales de los años ochenta. Sabemos que está en Venezuela, pero no cómo llegó allí", dice e invita a ver el video en el portal Youtube en el que aparece Chávez manejando una Atómica. "Sí, hacemos negocios con Ghoochan, pero no puedo decir que hayan comprado esa máquina. Tenemos muchos compradores", aclara.
Ghoocham es una ensambladora de bicicletas fundada con capital privado en Teherán, en 1983. Es grande y productiva.
Pero no es fabricante de líneas de ensamblaje, sino que compra a terceros.
"Los iraníes hicieron una triangulación vulgar y silvestre que pudo realizar una empresa brasileña, rusa o de donde sea. Eso no es transferir tecnología, es triangular, con importación de piezas que no son iraníes. Ellos dijeron que la instalación de la planta costaba 4 millones de dólares y al día de hoy 1 alineadora de rines, 1 balanceadora y 1 línea de ensamblaje, nuevas, no cuestan más de 100.000 dólares. Además, esa es una máquina de 1987. En Venezuela hay empresas que ensamblan, ¿para qué asociarse con una extranjera que ni siquiera era fabricante?", dice una fuente del negocio de las bicicletas, que pidió el anonimato.
En el artículo 24 del acta constitutiva, incluida en el expediente de Fanabi en el Registro Mercantil II de Caracas, se especifica que el Gobierno de Venezuela aportó 2.209.652.225,22 bolívares (1.027.745.220 dólares) y los iraníes 2.110.999.196,78 bolívares (987.357,95 dólares) en máquinas y partes (los montos están expresados antes del bolívar fuerte).
El pago venezolano se hizo, como consta en documentos de la empresa, en efectivo a una cuenta de Banfoandes. El de los iraníes, en especias. Las más importantes, de las que aparecen en una factura que revela el aporte, son 1 banda transportadora (52.000 dólares), 2 compresores (30.000 dólares), 2 estanterías (35.000 dólares), 1 máquina para construir rines y rayos (183.000 dólares), 1 balanceadora de ruedas (310.000 dólares) y 1 ensambladora de cauchos (12.000 dólares).
Devaluada y dañada. A principios de agosto, dentro del galpón de Fanabi había poco más de 10 empleados armando bicicletas a mano. Un trabajador explicó que la ensambladora se había dañado y estaban esperando una comisión de Corpivensa para repararla.
El entorno es tranquilo y los empleados son amables. Sobre la línea de ensamblaje hay rines arrumados y en el lugar hay esa sensación de orfandad que dan las máquinas que no se mueven. No hay tracción, no hay ruido. Y tampoco hay iraníes.
Después de los tropiezos iniciales que retrasaron las metas de producción y comercialización de Fanabi no hay canales de distribución, por ejemplo los socios de Ghoochan vendieron la totalidad de las acciones al Gobierno venezolano, en sólo dos años de relación comercial.
En el acta de una asamblea de accionistas del 17 de noviembre de 2009 publicada en Gaceta Oficial un año y nueve meses después, el 18 de julio de 2011 se exponen las principales deficiencias de esta empresa mixta.
La transcripción de la asamblea, en la que Corpivensa adscrita al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, encargado de Fanabi manifiesta su voluntad de comprar 100% de las acciones de Fanabi, muestra que el primer tema de la reunión fue la disminución de patrimonio por devaluación de la maquinaria.
"Ambas partes acordaron que el monto por devaluación de la maquinaria objeto de los aportes por Ghoochan Bicycle Manufacturing Co. (Aassak Double Rim Co.) será de 250.000 dólares, el cual será descontado a la mencionada empresa, derivando la disminución del patrimonio de Fanabi".
Si la sumatoria del costo de los equipos más importantes suministrados por la parte iraní en esta negociación es de 622.000 dólares, la devaluación equivaldría a 40%. Incluso, si se calcula sobre el monto de todo lo que aportó Ghoochan sin sumar seguro y flete, que totaliza 816.000 dólares, la devaluación en apenas un año sería de 30%.
"Normalmente, el valor porcentual de depreciación por uso continuo de una tecnología en un año es de 5% a 10% como máximo. Se intuye que la reducción del monto de la valoración de los equipos como parte del capital de la empresa iraní obedece a una negociación o a que la tecnología que se adquirió es madura, es decir, no es de punta. Lo deseable es que la transferencia de tecnología, de maquinarias y conocimientos sean de última generación para evitar procesos de obsolescencia o pérdida de competitividad", afirma Yajaira Anasagasti, directora-consultora del Centro de Innovación, Asesoría y Proyectos.
Meta lejana. Para definir la situación financiera real de Fanabi al momento de la transacción de compra por parte de Corpivensa se creó un equipo que haría un estudio del patrimonio, cuyos resultados se conocerían en 20 días. Han pasado casi 2 años y nunca se supo de este informe, que tampoco estaba en el expediente del registro.
La factura Nº VEN-2008-5 fue presentada por Ghoochan en la asamblea. En ella pedían 350.000 dólares por la transferencia tecnológica y la apropiación social del conocimiendo por parte de los empleados.
Las partes decidieron que la petición sería evaluada. La imagen de los trabajadores armando manualmente las bicicletas contrasta con esta aspiración iraní.
En esa oportunidad Ghoochan reclamó que "no habían recibido de Fanabi informes financieros, salvo los de 2008". En la Memoria y Cuenta 2010 del Ministerio de Ciencia se señala que ese año se pudo reactivar la planta, después de que en 2009 se paralizó por problemas laborales, y se logró una producción de 3.200 bicicletas, cuando la meta original era de 100.000 al año.
La web de Corpivensa indica que ensamblan 3.960 mensuales 47.000 anuales, pero en junio un trabajador de Fanabi precisó antes de que se dañara la máquina que hacían 60 al día, aproximadamente 1.200 al mes, 15.000 al año. Las ensambladoras nacionales que integran la Cámara Venezolana de Bicicletas armaron 120.000 unidades en 2009 y 80.000 en 2010. A la aspiración de Fanabi de impulsar la soberanía productiva le faltó pedal.
Más caras
En el barrio La Floresta, detrás de Fanabi, va un muchacho manejando una Atómica, un modelo sencillo pero vistoso, bautizado sarcásticamente por Chávez por la presunción de algunos de que los iraníes buscan uranio en Venezuela.
Es la única que se ve, después de rastrearlas por las calles de Tinaquillo durante todo un día. Un empleado de la tienda La Marroquí, en el centro de la ciudad, dice que hay que tener suerte para encontrarse con una de ellas. Tiene razón: ni siquiera los consejos comunales cercanos a Fanabi Camoruco I y II, y La Quinta han sido beneficiarios de los vehículos, aunque debían tener prioridad, de acuerdo con la dimensión socialista de la empresa.
Sólo se pueden comprar en la propia Fanabi y no permiten más de 3 por persona para evitar revendedores. El plan inicial, según las notas de prensa de Corpivensa, era destinar 65% a las instituciones del Estado y 35% al público. En 2010, de 3.200 vendieron 2.800 y el resto fueron repartidas en organismos gubernamentales.
El ciclista permite que se fotografíe su bicicleta. Los cauchos son Swallow, una marca tailandesa; los frenos son Greco, venezolanos; el asiento es un caso particular: aunque dice Aassak, por debajo se lee Weixing, una fábrica china.
En la Memoria y Cuenta del Ministerio de Ciencia y Tecnología de 2010 se admite que "dada la disponibilidad de partes de bicicletas incompletas en los almacenes de Fanabi, se procedió a la adquisición de las piezas faltantes en el mercado nacional". Sin embargo, en la caja donde viene la bicicleta hay calcomanías en idioma farsi y otras que dicen "Hecho en Venezuela en revolución" .
Fuentes del negocio de las bicicletas afirman que desde el principio las piezas no eran completamente iraníes. La factura presentada por Ghoochan no señala la marca de ninguno de los aparatos ni de las piezas que puso como parte de pago; pero sí los precios. En el pedido inicial trajeron 2.271 piezas. Casi todas, en 2008, eran más costosas de lo que ofrece, en un presupuesto de junio de 2011, Sing Wa Trading Development Co., uno de los vendedores más grandes de Hong Kong.
Por ejemplo, el cuadro y la horquilla de los iraníes costó 17,19 dólares y el distribuidor chino los vende entre 12,11 y 15,06 dólares; los rines de acero de Ghoochan costaron 5,80 dólares y los de aluminio varían hoy entre 1,70 y 4,55 dólares; los rayos fueron vendidos en 2,38 dólares hace 3 años y hoy cuestan 2,34 dólares. El precio de los cauchos para Fanabi fue de 6,60 dólares y los que ofrece hoy la empresa china van desde 1,71 a 4 dólares.
En el barrio La Floresta, detrás de Fanabi, va un muchacho manejando una Atómica, un modelo sencillo pero vistoso, bautizado sarcásticamente por Chávez por la presunción de algunos de que los iraníes buscan uranio en Venezuela.
Es la única que se ve, después de rastrearlas por las calles de Tinaquillo durante todo un día. Un empleado de la tienda La Marroquí, en el centro de la ciudad, dice que hay que tener suerte para encontrarse con una de ellas. Tiene razón: ni siquiera los consejos comunales cercanos a Fanabi Camoruco I y II, y La Quinta han sido beneficiarios de los vehículos, aunque debían tener prioridad, de acuerdo con la dimensión socialista de la empresa.
Sólo se pueden comprar en la propia Fanabi y no permiten más de 3 por persona para evitar revendedores. El plan inicial, según las notas de prensa de Corpivensa, era destinar 65% a las instituciones del Estado y 35% al público. En 2010, de 3.200 vendieron 2.800 y el resto fueron repartidas en organismos gubernamentales.
El ciclista permite que se fotografíe su bicicleta. Los cauchos son Swallow, una marca tailandesa; los frenos son Greco, venezolanos; el asiento es un caso particular: aunque dice Aassak, por debajo se lee Weixing, una fábrica china.
En la Memoria y Cuenta del Ministerio de Ciencia y Tecnología de 2010 se admite que "dada la disponibilidad de partes de bicicletas incompletas en los almacenes de Fanabi, se procedió a la adquisición de las piezas faltantes en el mercado nacional". Sin embargo, en la caja donde viene la bicicleta hay calcomanías en idioma farsi y otras que dicen "Hecho en Venezuela en revolución" .
Fuentes del negocio de las bicicletas afirman que desde el principio las piezas no eran completamente iraníes. La factura presentada por Ghoochan no señala la marca de ninguno de los aparatos ni de las piezas que puso como parte de pago; pero sí los precios. En el pedido inicial trajeron 2.271 piezas. Casi todas, en 2008, eran más costosas de lo que ofrece, en un presupuesto de junio de 2011, Sing Wa Trading Development Co., uno de los vendedores más grandes de Hong Kong.
Por ejemplo, el cuadro y la horquilla de los iraníes costó 17,19 dólares y el distribuidor chino los vende entre 12,11 y 15,06 dólares; los rines de acero de Ghoochan costaron 5,80 dólares y los de aluminio varían hoy entre 1,70 y 4,55 dólares; los rayos fueron vendidos en 2,38 dólares hace 3 años y hoy cuestan 2,34 dólares. El precio de los cauchos para Fanabi fue de 6,60 dólares y los que ofrece hoy la empresa china van desde 1,71 a 4 dólares.
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