Venezuela: Narcos tienen ejércitos privados en el país
Fuente: Diario Panorama (VEN)
La brecha política que mantiene polarizada a
Venezuela ha servido para que grupos irregulares de la frontera con Colombia
ganen espacios en el negocio legal e ilegal y en lo territorial. Una “simpatía”
entre determinadas redes criminales y células de la política nacional
(oposición y oficialismo), son el silencioso respaldo que revela la fundación
colombiana Nuevo Arco iris sobre esta realidad. Así lo explica el libro La
frontera caliente entre Colombia y Venezuela, en el capítulo titulado Frontera
del Norte de Santander - Táchira.
En una radiografía se presentan
los modos de actuar de estos grupos criminales que se han desplazado y
establecido, históricamente, en el estado Táchira; sin embargo, advierten que
esta situación de violencia, ilegalidad y corrupción que mantiene caliente la
frontera colombo-venezolana, se agravó desde el año 2000.
En los resultados de la
investigación —basada en seguimiento a hechos de violencia sociopolíticas y
acompañamiento a comunidades, organizaciones y líderes que residen en la
frontera— señalan que si bien, el ciudadano común es directamente afectado por
la actuación de estas redes criminales que se han consolidado en la región
fronteriza, “la relación de estos con la economía de la región ha creado
verdaderas fisuras en la intitucionalidad democrática”, indican fragmentos de
este libro.
Resaltan que en zonas urbanas de
Cútuta y en municipios vecinos de San Cristóbal, en Táchira, los “Rastrojos” y
los “Urabeños” se disputan el control de la zona. Los primeros, por su
tradición de corrupción, es el que parece tener más poderío por lograr controlar
mucha más institucionalidad.
Una de las hipótesis que se
maneja sobre la actuación de los grupos armados en la peligrosa raya fronteriza
y sus alrededores es que existen lineamientos entre estructuras políticas y
estructuras armadas ilegales en ambos lados de la frontera. Los grupos
insurgentes se aprovechan de los conflictos políticos y sociales que se viven
en el país para ganar espacios y dominio.
Además ejemplifican la situación
de respaldo de algunas células políticas hacia estructuras criminales de esta
manera: “La oposición venezolana, que gobierna el estado Táchira, se ha
beneficiado indirectamente del estado de inseguridad de la frontera para
diezmar la popularidad del Gobierno venezolano”.
A pesar de este señalamiento
explica que fue posible ver preferencias de sectores del oficialismo venezolano
hacia los grupos guerrilleros, principalmente, el Ejército de Liberación
Nacional (ELN). Su territorio es Apure y parte del Catatumbo. “Sin embargo, a
nivel local e institucional estas preferencias no son tan claras”, detalla el
texto.
Los grupos subversivos que están
en Táchira han aprovechado la marcada polarización y las características de la
descentralización política.
“Se puede identificar una
polarización relativa de la sociedad, en particular, en Táchira, como uno de
los estados opositores del Gobierno nacional con un gobernador que ha sido
públicamente contradictor, acusando en diferentes oportunidades al presidente,
Hugo Chávez, de su relación con las guerrillas colombianas. Igualmente, este
gobernador ha sido acusado de su relación con los grupos paramilitares. Un
aspecto interesante, recogiendo los análisis iniciales, es que en el ambiente
de polarización estos grupos han encontrado vacíos de poder donde perfectamente
logran insertarse”, se decribe en las páginas del texto.
Desde el aspecto geopolítico, las
estructuras criminales colombianas, mexicanas, venezolanas y dominicanas han
comenzado a disputarse los estados fronterizos de Zulia, Táchira, Apure y
Barinas para el dominio del contrabando de combustibles, víveres, insumos
industriales, lavado de activos, entre otras actividades ilegales.
A ese contexto se le suman los
“ejércitos privados que están al mando de narcotraficantes”. Del lado
colombiano está la organización conocida como “Cinco Apóstoles” quienes —según
detalla el texto— controlan gran parte de la economía, institucionalidad y
política de la región desde la fuerza pública hasta las élites políticas.
Del lado venezolano señala al
“Cartel de los Soles” y los “Rastrojos” quienes manejan una parte importante de
la economía legal e ilegal y “mantienen fuertes vínculos con células políticas
de la oposición venezolana”.
En Táchira, desde 2004, se ha
venido consolidando una red, bajo el nombre genérico “Águilas Negras”, que sirve
a las estructuras del narcotráfico internacional pero, que en en la actualidad,
también se lucran de negocios legales e ilegales.
Ese control social genera miedo y
relaciones de intereses donde políticos, empresarios, policías y militares se
ven beneficiados. Los resultados de la investigación advierten que las
consecuencias de un desamparo permanente de sus habitantes (por parte del
Gobierno) y la ausencia de políticas acertadas que consultaran la realidad de
la frontera pueden ser los detonantes de los fenómenos actuales de ilegalidad y
criminalidad que vive la región.
Homicidios, secuestros,
extorsiones desplazamientos o enfrentamientos son descritos como un fenómeno
constante en los municipios de San Cristóbal, Torbes, Fernández Feo, Junín,
Ayacucho, García de Hevia, Bolívar y Pedro María Ureña. Generalmente, son
hechos que se registran a plena luz del día y por sicarios que no son
capturados.
Entonces, como una situación de
anarquía —describe La frontera caliente entre Colombia y Venezuela— la estructura
ilegal que se ha consolidado entre el Norte de Santander y Táchira. Redes
criminales que tejen su actuación delictual dentro de Venezuela han penetrado,
sigilosamente, en otros estados y se han apoderado, territorial y
estratégicamente, del país.
Etiquetas: Cartel de los Soles, narcoestado
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