Ahmadinejad, sus socios latinoamericanos y la estabilidad del Hemisferio
Por: Román D. Ortiz
Fuente: Informe21.com
Por segunda vez en seis meses, el Presidente de Irán,
Mahmoud Ahmadinejad, visita América Latina. Esta vez la ruta del mandatario de
la República Islámica incluye Brasil para participar en la Conferencia de la
ONU sobre Desarrollo Sostenible o “Río + 20″, Bolivia y Venezuela. Como en
ocasiones anteriores, la agenda tiene dos caras, una oficial y otra real.
Formalmente, el mandatario de la República Islámica realiza
su viaje para expresar al mundo el compromiso de su país con el medioambiente y
cultivar las relaciones con sus socios latinoamericanos. En realidad,
Ahmadinejad trata de hacer un nuevo esfuerzo para reducir el aislamiento
internacional de Irán, acrecentar su influencia en Bolivia y apuntalar sus
relaciones con Venezuela ante la probable retirada del poder del presidente
Chávez debido a sus problemas de salud.
Por lo que se refiere a la participación de la República
Islámica en la Cumbre Río + 20 podría servir de materia prima para una parodia
si no fuese por la triste realidad que oculta. Mientras el régimen de los
ayatollahs critica el consumismo occidental y se presenta como un gobierno
respetuoso del medio ambiente, la realidad del país no puede ser más distinta.
El territorio iraní sufre un extenso proceso de desertificación, el aire de sus
ciudades está entre los más contaminados del mundo y la mayor parte de su
población vive sin infraestructura para el tratamiento de las aguas residuales.
Entretanto, el régimen islámico ha realizado todos los
esfuerzos a su alcance para dotarse de un poderoso y variado arsenal de armas
de destrucción masiva. Desde hace tres décadas, Teherán cuenta con una amplia
gama de agresivos químicos que ya utilizó durante la guerra con Iraq en los
años 80. Actualmente, como demostró el informe de la Agencia Internacional de
la Energía Atómica (AIEA) de la ONU de noviembre de 2011, mantiene un programa
nuclear ilegal cuyo único objetivo es la producción de un arma atómica. De
hecho, el mencionado reporte revela indicios de los trabajos realizados para
diseñar el dispositivo y preparar una prueba del mismo. En tales
circunstancias, los llamados a cuidar el medioambiente de los representantes
iraníes en Río solo pueden sonar como una mala broma.
Cooperación Teherán–Caracas
Por lo demás, la escala más estratégica del viaje de
Ahmadinejad es Caracas. Recientemente, la cooperación militar entre Venezuela e
Irán se hizo pública. El pasado 14 de junio, el presidente Chávez exhibió ante
la prensa un avión no tripulado bautizado como Arpía 001 que alabó como fruto
de la cooperación bilateral. En realidad, se trataba de la réplica de un
Mohajer 2, un aparato de diseño iraní destinado a la recolección de
inteligencia.
Según fuentes periodísticas, el proyecto habría sido fruto
de un acuerdo entre la estatal Compañía Anónima Venezolana de Industrias
Militares (CAVIM) y la Aviation Industries Organization (AIO) de la República
Islámica por un valor de 28 millones de dólares. Sucede que las Naciones Unidas
prohibieron a sus miembros la compra de equipo militar iraní en marzo de 2007
como parte de las sanciones destinadas a forzar a Teherán a abandonar su
programa nuclear ilegal. En consecuencia, la presentación de Arpía 001 se
convirtió en la prueba material de que Venezuela está violando la legalidad
internacional.
Pero los aviones no tripulados podrían ser solamente la
punta de un iceberg. En noviembre de 2010, el diario alemán Die Welt reveló
conversaciones entre Caracas y Teherán para la instalación de una base
binacional de cohetes de largo alcance en territorio venezolano que podrían
albergar sistemas Scud C (500 km. de alcance) y Shahab 3 (hasta 1.500 km.). Más
tarde, se supo que oficiales de Caracas habían sido invitados a la Universidad
de Sharif en Teherán, uno de los centros de investigación claves en el programa
de misiles de la República Islámica.
Paralelamente, la empresa iraní Parchin Chemical Industries
en cooperación con Petroquímica de Venezuela (Pequiven) estableció una supuesta
fábrica de explosivos en el Estado de Morón. AIO y Parchin tienen dos cosas en
común. Ambas son parte integral del programa de misiles iraní y las dos están
bajo el control del Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica de Irán
(CGRI). Por tanto, parece lógico que el general Ali Hajizadeh, comandante de la
Fuerza Aeroespacial del CGRI, haya visitado Venezuela un par de veces en los
últimos dos años.
Con estos antecedentes, según lo revelado por el diario
español ABC, la construcción de instalaciones de grandes dimensiones bajo
control iraní en Maracay y la llegada de un gran número de contendores de la
misma nacionalidad a esta localidad solo incrementan las sospechas sobre la
cooperación Teherán- Caracas.
Con las apuestas tan altas, resulta inevitable que parte de
la agenda de Ahmadinejad en Venezuela tenga que ver con el futuro del país
después de que el deterioro de la salud obligue a Chávez a abandonar el poder.
Hasta ahora, las relaciones entre Caracas y Teherán han sido una apuesta
personal del presidente venezolano. Si él llega a faltar, no hay garantía
alguna de que la cooperación bilateral se mantenga. Bajo tales circunstancias,
la República Islámica tiene todos los incentivos para estrechar relaciones con
los sectores más radicales del régimen venezolano, interesados en perpetuarse
en el poder y dispuestos a reprimir a la oposición democrática.
En este sentido, los ayatollahs pueden aportar una extensa
experiencia en el arte negro de la represión. La Republica Islámica es un
Estado totalitario que persigue a sus ciudadanos cuando sus vidas privadas no
siguen el rígido código del integrismo. Esto explica que homosexuales, mujeres
adulteras y minorías religiosas como los seguidores de la fe bahai se
arriesguen a castigos extremos, incluida la muerte. Las cosas no son mejores
para la oposición política. Basta con recordar como el régimen aplastó las
protestas del “Movimiento Verde” tras el fraude cometido en las elecciones de
junio de 2009 para garantizar la reelección de Ahmadinejad. Una ocasión en la
que el liderazgo de la Revolución Islámica recurrió a una combinación de
censura de prensa, movilizaciones populares progubernamentales, violencia
callejera, arrestos masivos y uso sistemático de la tortura para silenciar a la
disidencia.
Irán promete ser una fuerza a favor de la radicalización en
la transición a la Venezuela post-Chávez. Incluso teniendo en cuenta que la
distancia geográfica y cultural que separa a la República Islámica del país
caribeño pone límites a su influencia, hay que esperar que los ayatollahs
traten de apoyar a los sectores más “duros” de la revolución bolivariana.
No sería la primera vez que Teherán exporta represión. Los
Guardias de la Revolución Islámica iraníes están asesorando al régimen sirio de
Bashar al-Assad en su campaña contra la oposición interna.
La apuesta iraní en Bolivia
Por lo que respecta a la visita a Bolivia, el líder iraní
trata de aprovechar una oportunidad política. Sin duda, el presidente Evo Morales
es uno de los mandatarios latinoamericanos más preocupados por los problemas de
salud de Chávez. De hecho, Venezuela ha sido una fuente de apoyo clave para el
gobierno de La Paz. Si el mandatario venezolano se ve obligado a abandonar el
poder por sus problemas de salud, es más que probable que esta línea de
asistencia se termine. Y aquí es donde Irán podría ganar influencia si es capaz
de llenar parte del vacío dejado por Venezuela.
Los intereses de Irán en Bolivia se centran en dos ámbitos.
Por un lado, el terreno de la minería en el que Teherán está interesado en
explorar posibles yacimientos de uranio y participar en la explotación de los
inmensos depósitos de litio existentes. Por otra parte, la cooperación militar
donde la República Islámica ha conseguido un preacuerdo para suministrar
algunos aviones de fabricación propia y participar en el mantenimiento de los
aparatos de la fuerza aérea de La Paz. Con vistas a alcanzar estos objetivos,
la República Islámica dispone de los suficientes recursos financieros y
técnicos como para ganar una influencia decisiva sobre un Estado boliviano
ansioso de recibir cooperación.
Así las cosas, antes de dar la bienvenida a la presencia del
presidente Ahmadinejad en “Río + 20”, los diplomáticos y periodistas
latinoamericanos deberían recordar la verdadera agenda del líder de la
República Islámica: Misiles en Venezuela, Litio en Bolivia y un programa
nuclear que inevitablemente quebrará la estabilidad de Oriente Medio.
Etiquetas: terrorismo
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