¿Legitimará El Departamento De Estado A Un Régimen Narco-Autoritario En Venezuela?
Por: Roger Noriega
Fuente: InterAmerican Security Watch
Mientras el presidente venezolano Hugo Chávez permanece en Cuba recuperándose de una cirugía de emergencia, las facciones rivales dentro del movimiento izquierdista del líder venezolano, Hugo Chávez, están maniobrando para mantenerse en el poder en el futuro previsible. En este momento crítico, en lugar de presionar al sucesor de Hugo Chávez para obtener avances en la lucha contra el narcotráfico y el fortalecimiento democrático, los diplomáticos están conspirando secretamente para normalizar las relaciones diplomáticas con Caracas. Esta medida otorgaría la bendición de la Administración Obama a un régimen criminal, autocrático y anti-americano.
Hugo Chávez interrumpió su estancia médica de emergencia en Cuba el pasado fin de semana para volver brevemente a Venezuela, donde declaró a Nicolás Maduro como su sucesor. Después de ocultar la gravedad de su estado durante dos años, Chávez reconoció que podría no recuperarse por completo después de la cirugía que se le realizaría en la Habana e imploró a los venezolanos que escogieran a Maduro como su sucesor.
Los críticos han tratado de menospreciar a Maduro debido al hecho de que comenzó su carrera como un conductor de buses. Sin embargo, se ha desempeñado como miembro activo de la Asamblea Nacional y, durante los últimos seis años le ha dado vueltas al Departamento de Estado de los EE.UU. como ministro de relaciones exteriores. Maduro ha desarrollado una intensa relación personal con Chávez y su familia durante el prolongado tratamiento contra el cáncer que el actual líder venezolano recibe en La Habana. Chávez, sus asesores cubanos y otras personas de su círculo íntimo consideran que Maduro tiene la mayor probabilidad de establecer una conexión con las mayorías pobres del país ante el escenario de una elección anticipada para elegir un sucesor presidencial. Descrito en los medios internacionales como “afable”, Maduro está a punto de convertirse en el testaferro de un régimen peligroso.
Uno de los posibles rivales de Maduro es Diosdado Cabello, un ex militar que ahora es el presidente de la Asamblea Nacional y el vicepresidente del partido socialista gobernante. De acuerdo a testigos bien situados que actualmente están colaborando con la justicia americana, Cabello lidera un poderoso grupo conformado por decenas de oficiales militares retirados y en servicio activo que se encargan de mover toneladas de cocaína a través del territorio venezolano. Estos hombres – incluyendo al ex ministro de defensa, el general Henry Rangel Silva, y el jefe del Ejército, el general Cliver Alcalá – nunca correrán el riesgo de perder el poder y tener que rendir cuentas por sus crímenes. Independientemente del respaldo inequívoco de Chávez a Maduro, no está claro si Cabello responderá a Nicolás Maduro y el liderazgo civil promovido por los intereses del régimen de Fidel Castro.
Dado que los médicos cubanos le dieron a Chávez un diagnostico de cáncer terminal hace 18 meses, los hermanos Castro han estado preparando a un sucesor que les continúe proporcionando los $3,5 mil millones en petróleo y asistencia que le son otorgados al desesperado régimen cubano cada año por el gobierno de Chávez. El problema de los cubanos es que Cabello está al tanto de que Fidel Castro fue el que ideó su descenso a la política estatal en el 2004, debido en parte al hecho de que Cabello había amasado una importante fortuna a través de una serie de actos de corrupción. El retorno de Cabello a los puestos clave que ocupa en la actualidad fue orquestado por los narco-generales en enero a forma de póliza de seguro una vez que la enfermedad de Chávez amenazó la continuidad del régimen.
Lamentablemente, la oposición democrática tiene pocas cartas para jugar – después de haber pasado los últimos 18 meses compitiendo en un proceso electoral amañado en el que no tenía la posibilidad de ganar. Si a la muerte de Chávez se convocan elecciones anticipadas, incluso una oposición unificada no podrá superar las elecciones al estilo casino de Venezuela, en las que la casa siempre gana. Mientras los enviados de Maduro están tratando de abrir camino en Washington, la oposición no tiene presencia o perfil fuera de su país.
La dura realidad es que el gobierno autocrático de los chavistas puede subsistir por décadas bajo el liderazgo de Maduro, Cabello, o ambos. Sus principales desafíos nacionales serian los problemas económicos y la crisis de seguridad pública provocada por más de una década de autocracia, corrupción e incompetencia. Si el gobierno chavista puede amortiguar la caída de la economía al silenciosamente levantar las restricciones contra el sector privado y restablecer la independencia de la policía y de los tribunales penales, se podría mantener en el poder sin dejar de negar los derechos políticos fundamentales.
El tendón de Aquiles de un régimen de transición chavista será la criminalidad de Cabello y la cúpula militar. Sin embargo, eso solo importará si las agencias de aplicación de la ley y los fiscales finalmente avanzan los procesos para acusar a los capos militares por sus vínculos con el contrabando de drogas y el narcoterrorismo. Es aquí donde el apresurado y descuidado esfuerzo del Departamento de Estado de los Estados Unidos para normalizar las relaciones bilaterales podría tener un efecto pernicioso.
De acuerdo a mis fuentes venezolanas, la secretaria de Estado adjunta, Roberta Jacobson, sostuvo una conversación con Maduro a principios de este mes en la que se discutió el intercambio de embajadores por primera vez desde el 2008. Los chavistas creen que esta medida constituiría el paso final para la consolidación de un sucesor chavista. El lunes, el subsecretario adjunto de Estado para Sud América, Kevin Whitaker sostuvo una reunión discreta en Washington con un miembro del Consejo de Estado de Chávez, el embajador Roy Chaderton, para trazar los pasos a seguir.
Un acercamiento incondicional puede socavar los esfuerzos para procesar a altos funcionarios venezolanos por su involucramiento en el narcotráfico. Quizás los líderes del Congreso de los EE.UU. insistirán en que los Estados Unidos no reconocerá al sucesor de Chávez hasta que este se comprometa a adoptar reformas democráticas y a colaborar con las investigaciones antidroga de los Estados Unidos. Si no actuamos pronto, puede que a los diplomáticos de carrera se les conceda su deseo de normalizar las relaciones con Caracas, aun cuando esto signifique conferir legitimidad a un régimen peligroso y antidemocrático en Venezuela.
El autor fue subsecretario de Estado adjunto para asuntos del Hemisferio Occidental y embajador ante la Organización de Estados Americanos en la administración del presidente George W. Bush (2001-2005) y es un investigador visitante en el American Enterprise Institute. Su firma, Visión Américas LLC, representa a clientes estadounidenses y extranjeros.
Hugo Chávez interrumpió su estancia médica de emergencia en Cuba el pasado fin de semana para volver brevemente a Venezuela, donde declaró a Nicolás Maduro como su sucesor. Después de ocultar la gravedad de su estado durante dos años, Chávez reconoció que podría no recuperarse por completo después de la cirugía que se le realizaría en la Habana e imploró a los venezolanos que escogieran a Maduro como su sucesor.
Los críticos han tratado de menospreciar a Maduro debido al hecho de que comenzó su carrera como un conductor de buses. Sin embargo, se ha desempeñado como miembro activo de la Asamblea Nacional y, durante los últimos seis años le ha dado vueltas al Departamento de Estado de los EE.UU. como ministro de relaciones exteriores. Maduro ha desarrollado una intensa relación personal con Chávez y su familia durante el prolongado tratamiento contra el cáncer que el actual líder venezolano recibe en La Habana. Chávez, sus asesores cubanos y otras personas de su círculo íntimo consideran que Maduro tiene la mayor probabilidad de establecer una conexión con las mayorías pobres del país ante el escenario de una elección anticipada para elegir un sucesor presidencial. Descrito en los medios internacionales como “afable”, Maduro está a punto de convertirse en el testaferro de un régimen peligroso.
Uno de los posibles rivales de Maduro es Diosdado Cabello, un ex militar que ahora es el presidente de la Asamblea Nacional y el vicepresidente del partido socialista gobernante. De acuerdo a testigos bien situados que actualmente están colaborando con la justicia americana, Cabello lidera un poderoso grupo conformado por decenas de oficiales militares retirados y en servicio activo que se encargan de mover toneladas de cocaína a través del territorio venezolano. Estos hombres – incluyendo al ex ministro de defensa, el general Henry Rangel Silva, y el jefe del Ejército, el general Cliver Alcalá – nunca correrán el riesgo de perder el poder y tener que rendir cuentas por sus crímenes. Independientemente del respaldo inequívoco de Chávez a Maduro, no está claro si Cabello responderá a Nicolás Maduro y el liderazgo civil promovido por los intereses del régimen de Fidel Castro.
Dado que los médicos cubanos le dieron a Chávez un diagnostico de cáncer terminal hace 18 meses, los hermanos Castro han estado preparando a un sucesor que les continúe proporcionando los $3,5 mil millones en petróleo y asistencia que le son otorgados al desesperado régimen cubano cada año por el gobierno de Chávez. El problema de los cubanos es que Cabello está al tanto de que Fidel Castro fue el que ideó su descenso a la política estatal en el 2004, debido en parte al hecho de que Cabello había amasado una importante fortuna a través de una serie de actos de corrupción. El retorno de Cabello a los puestos clave que ocupa en la actualidad fue orquestado por los narco-generales en enero a forma de póliza de seguro una vez que la enfermedad de Chávez amenazó la continuidad del régimen.
Lamentablemente, la oposición democrática tiene pocas cartas para jugar – después de haber pasado los últimos 18 meses compitiendo en un proceso electoral amañado en el que no tenía la posibilidad de ganar. Si a la muerte de Chávez se convocan elecciones anticipadas, incluso una oposición unificada no podrá superar las elecciones al estilo casino de Venezuela, en las que la casa siempre gana. Mientras los enviados de Maduro están tratando de abrir camino en Washington, la oposición no tiene presencia o perfil fuera de su país.
La dura realidad es que el gobierno autocrático de los chavistas puede subsistir por décadas bajo el liderazgo de Maduro, Cabello, o ambos. Sus principales desafíos nacionales serian los problemas económicos y la crisis de seguridad pública provocada por más de una década de autocracia, corrupción e incompetencia. Si el gobierno chavista puede amortiguar la caída de la economía al silenciosamente levantar las restricciones contra el sector privado y restablecer la independencia de la policía y de los tribunales penales, se podría mantener en el poder sin dejar de negar los derechos políticos fundamentales.
El tendón de Aquiles de un régimen de transición chavista será la criminalidad de Cabello y la cúpula militar. Sin embargo, eso solo importará si las agencias de aplicación de la ley y los fiscales finalmente avanzan los procesos para acusar a los capos militares por sus vínculos con el contrabando de drogas y el narcoterrorismo. Es aquí donde el apresurado y descuidado esfuerzo del Departamento de Estado de los Estados Unidos para normalizar las relaciones bilaterales podría tener un efecto pernicioso.
De acuerdo a mis fuentes venezolanas, la secretaria de Estado adjunta, Roberta Jacobson, sostuvo una conversación con Maduro a principios de este mes en la que se discutió el intercambio de embajadores por primera vez desde el 2008. Los chavistas creen que esta medida constituiría el paso final para la consolidación de un sucesor chavista. El lunes, el subsecretario adjunto de Estado para Sud América, Kevin Whitaker sostuvo una reunión discreta en Washington con un miembro del Consejo de Estado de Chávez, el embajador Roy Chaderton, para trazar los pasos a seguir.
Un acercamiento incondicional puede socavar los esfuerzos para procesar a altos funcionarios venezolanos por su involucramiento en el narcotráfico. Quizás los líderes del Congreso de los EE.UU. insistirán en que los Estados Unidos no reconocerá al sucesor de Chávez hasta que este se comprometa a adoptar reformas democráticas y a colaborar con las investigaciones antidroga de los Estados Unidos. Si no actuamos pronto, puede que a los diplomáticos de carrera se les conceda su deseo de normalizar las relaciones con Caracas, aun cuando esto signifique conferir legitimidad a un régimen peligroso y antidemocrático en Venezuela.
El autor fue subsecretario de Estado adjunto para asuntos del Hemisferio Occidental y embajador ante la Organización de Estados Americanos en la administración del presidente George W. Bush (2001-2005) y es un investigador visitante en el American Enterprise Institute. Su firma, Visión Américas LLC, representa a clientes estadounidenses y extranjeros.
Etiquetas: narcoestado
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