CAVIM Y El Misil Gradicom Argentino
Fuente: Defensa.com
¿Peligra el misil Gradicom por las vinculaciones de Argentina con la sancionada Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares?
Las vinculaciones de la argentina Fabricaciones Militares (FM), responsable del desarrollo del nuevo mísil argentino, Gradicom, con la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (CAVIM), sancionada la semana pasada por el Departamento de Estado norteamericano a raíz de la sospecha de operaciones vinculadas con tecnología misilística con Teherán, han sembrado temores sobre los efectos de estas relaciones en el desarrollo del misil argentino.
Según informa el diario argentino La Nación, representantes de CAVIM visitaron en septiembre pasado Fabricaciones Militares y firmaron convenios sobre transferencia de tecnología para plantas de compuestos químicos usados en motores de empuje de misiles. Las negociaciones forman parte de un acuerdo estratégico militar firmado entre la Argentina y Venezuela, cuyo socio principal en la materia es Irán, en el punto de mira de EEUU.
En el desarrollo de su carrera misilística, en los años 80, Argentina se enfrentó al recelo de la OTAN al no haber garantías de que su tecnología no se transmitiera a naciones de dudoso pedigrí. Una mezcla explosiva e inadmisible para Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel. Toda la maquinaria de estas potencias se puso entonces en marcha para destruir el programa Cóndor, embrión del Gradicom, por medio de presiones políticas, económicas y militares que incluyeron, desde la cancelación de créditos hacia el país, hasta coerciones directas.
Finalmente, esa guerra silenciosa dio sus frutos y, tras la asunción de Carlos Menem al Gobierno, se concluyó con el Cóndor y con todo el plan de cohetería argentino, desguazando la mítica planta de Faldas del Carmen, en la provincia de Córdoba, enviando motores y tubos cohetes vitales, en una vergonzante y oscura operación que incluyó la participación de España firmando un ridículo acuerdo de cooperación científica, que fue la tapadera para enviar allí los restos, en una cinematográfica misión que contó con aviones C-5 Galaxy de la USAF transportando de la Madre Patria los materiales hasta un ignoto depósito en Estados Unidos.
Luego se iniciaría una persecución de los técnicos y científicos, que incluyó presiones dignas de la mejor cinta de Hollywood, con seguimiento de los mismos y hasta amenazas con armas incluidas. Todo el conocimiento fue destruido y los técnicos debieron emigrar o dedicarse a otra cosa para vivir, entrando en un plano de oscuridad por décadas, hasta mediados de 2008, cuando se decide reactivar algunas cosas.
La historia, con la vinculación hoy de Argentina y Venezuela que ha implicado a CAVIM en su programa, parece revivir.
Las vinculaciones de la argentina Fabricaciones Militares (FM), responsable del desarrollo del nuevo mísil argentino, Gradicom, con la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (CAVIM), sancionada la semana pasada por el Departamento de Estado norteamericano a raíz de la sospecha de operaciones vinculadas con tecnología misilística con Teherán, han sembrado temores sobre los efectos de estas relaciones en el desarrollo del misil argentino.
Según informa el diario argentino La Nación, representantes de CAVIM visitaron en septiembre pasado Fabricaciones Militares y firmaron convenios sobre transferencia de tecnología para plantas de compuestos químicos usados en motores de empuje de misiles. Las negociaciones forman parte de un acuerdo estratégico militar firmado entre la Argentina y Venezuela, cuyo socio principal en la materia es Irán, en el punto de mira de EEUU.
En el desarrollo de su carrera misilística, en los años 80, Argentina se enfrentó al recelo de la OTAN al no haber garantías de que su tecnología no se transmitiera a naciones de dudoso pedigrí. Una mezcla explosiva e inadmisible para Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel. Toda la maquinaria de estas potencias se puso entonces en marcha para destruir el programa Cóndor, embrión del Gradicom, por medio de presiones políticas, económicas y militares que incluyeron, desde la cancelación de créditos hacia el país, hasta coerciones directas.
Finalmente, esa guerra silenciosa dio sus frutos y, tras la asunción de Carlos Menem al Gobierno, se concluyó con el Cóndor y con todo el plan de cohetería argentino, desguazando la mítica planta de Faldas del Carmen, en la provincia de Córdoba, enviando motores y tubos cohetes vitales, en una vergonzante y oscura operación que incluyó la participación de España firmando un ridículo acuerdo de cooperación científica, que fue la tapadera para enviar allí los restos, en una cinematográfica misión que contó con aviones C-5 Galaxy de la USAF transportando de la Madre Patria los materiales hasta un ignoto depósito en Estados Unidos.
Luego se iniciaría una persecución de los técnicos y científicos, que incluyó presiones dignas de la mejor cinta de Hollywood, con seguimiento de los mismos y hasta amenazas con armas incluidas. Todo el conocimiento fue destruido y los técnicos debieron emigrar o dedicarse a otra cosa para vivir, entrando en un plano de oscuridad por décadas, hasta mediados de 2008, cuando se decide reactivar algunas cosas.
La historia, con la vinculación hoy de Argentina y Venezuela que ha implicado a CAVIM en su programa, parece revivir.
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