Capitán Alvarado Franco: Un patriota insurgente
Por: José Félix Díaz Bermúdez
Fuente: El Tiempo.com.ve
La acción se desarrolló en el Palacio de Miraflores, en el Cuartel San Carlos y en la Academia Militar
Venezuela se encontraba sometida al autoritarismo gomecista sin libertades ni derechos, perseguida la disidencia, silenciada la opinión nacional. El Congreso acataba las disposiciones del “Benemérito”, y había reformado la Constitución para reservarse cubrir sus faltas absolutas y temporales conforme a la voluntad del dictador. La libertad de pensamiento quedó formalmente limitada bajo el pretexto de impedir la difamación, la injuria y la calumnia. Se prohibió el “comunismo”, como símil de cualquier ideología democrática. El país de los Libertadores donde se pretendió fundar una República, no era más que una hacienda gobernada por Gómez y los suyos.
En febrero de 1928, los estudiantes universitarios escenificaron un significativo acto cívico en demanda de libertades que finalizó con el encarcelamiento de sus líderes pero que contribuyó a evidenciar el malestar social. Ello motivó que el día 7 de abril se produjese la insurrección de jóvenes militares que encabezó el valiente capitán Rafael Alvarado Franco, instructor de artillería, con estudios en Chile, con aspiraciones democráticas, opuesto como muchos a los males del régimen.
La acción se desarrolló en el Palacio de Miraflores, en el Cuartel San Carlos y en la Academia Militar, y cuando intentaron apoderarse del parque existente en el segundo sitio para distribuirlo entre los estudiantes que aguardarían en la Plaza del Panteón, fueron delatados y sometidos por el general López Contreras, quien se dice, traicionó el movimiento. A Alvarado y a otros oficiales se les redujo de manera implacable, fueron torturados y llevados a prisión en el Castillo de Puerto Cabello, donde tuberculoso, encadenado y sujeto a los peores tratos, murió el 12 de diciembre de 1933. Existe un testimonio acerca de este hombre: “Fuimos compañeros de cautiverio y no recuerdo que se quejara jamás...! Qué temple el de ese hombre, Dios mío…!”, señalaba el Tte. Barrios.
Finalmente, todo lo indicaría su conciencia ciudadana cuando interpelado por las autoridades de la dictadura, expresó:
… comprendí que el estado de ánimo del pueblo de Venezuela…”, “no tenía otro fin que aspirar para mi patria un gobierno que fuera eminentemente libre y una institución armada que no tuviera otra misión que el sostenimiento de la Constitución, de las leyes…”. Y amonestaría: “¿Cómo es posible que un solo hombre, iletrado, anciano, rústico y por demás achacoso todavía esté prendido como un tábano en los costados de la patria succionándole su sangre, sus esfuerzos, sus esperanzas y lo que es más sagrado: sus sueños de libertad?.. ¿Es que acaso a nadie duele este pedazo de tierra de tan gloriosos antepasados? ¿Será posible que aquí no haya hombres con sentimientos de patria libre, coraje y vergüenza como para rebelarse contra este bárbaro que dispone de vidas, prostituye conciencias y doblega voluntades?”. Y concluyó afirmando: “¿Benemeritito?.. Benemérito es aquel que ha acumulado meritos suficientes y que los ha tomado como propios para hacerles honor, enalteciendo y honrando a su vez la patria”.
85 años se cumplen de aquel 7 de abril, fecha que enaltece a la República.
Venezuela se encontraba sometida al autoritarismo gomecista sin libertades ni derechos, perseguida la disidencia, silenciada la opinión nacional. El Congreso acataba las disposiciones del “Benemérito”, y había reformado la Constitución para reservarse cubrir sus faltas absolutas y temporales conforme a la voluntad del dictador. La libertad de pensamiento quedó formalmente limitada bajo el pretexto de impedir la difamación, la injuria y la calumnia. Se prohibió el “comunismo”, como símil de cualquier ideología democrática. El país de los Libertadores donde se pretendió fundar una República, no era más que una hacienda gobernada por Gómez y los suyos.
En febrero de 1928, los estudiantes universitarios escenificaron un significativo acto cívico en demanda de libertades que finalizó con el encarcelamiento de sus líderes pero que contribuyó a evidenciar el malestar social. Ello motivó que el día 7 de abril se produjese la insurrección de jóvenes militares que encabezó el valiente capitán Rafael Alvarado Franco, instructor de artillería, con estudios en Chile, con aspiraciones democráticas, opuesto como muchos a los males del régimen.
La acción se desarrolló en el Palacio de Miraflores, en el Cuartel San Carlos y en la Academia Militar, y cuando intentaron apoderarse del parque existente en el segundo sitio para distribuirlo entre los estudiantes que aguardarían en la Plaza del Panteón, fueron delatados y sometidos por el general López Contreras, quien se dice, traicionó el movimiento. A Alvarado y a otros oficiales se les redujo de manera implacable, fueron torturados y llevados a prisión en el Castillo de Puerto Cabello, donde tuberculoso, encadenado y sujeto a los peores tratos, murió el 12 de diciembre de 1933. Existe un testimonio acerca de este hombre: “Fuimos compañeros de cautiverio y no recuerdo que se quejara jamás...! Qué temple el de ese hombre, Dios mío…!”, señalaba el Tte. Barrios.
Finalmente, todo lo indicaría su conciencia ciudadana cuando interpelado por las autoridades de la dictadura, expresó:
… comprendí que el estado de ánimo del pueblo de Venezuela…”, “no tenía otro fin que aspirar para mi patria un gobierno que fuera eminentemente libre y una institución armada que no tuviera otra misión que el sostenimiento de la Constitución, de las leyes…”. Y amonestaría: “¿Cómo es posible que un solo hombre, iletrado, anciano, rústico y por demás achacoso todavía esté prendido como un tábano en los costados de la patria succionándole su sangre, sus esfuerzos, sus esperanzas y lo que es más sagrado: sus sueños de libertad?.. ¿Es que acaso a nadie duele este pedazo de tierra de tan gloriosos antepasados? ¿Será posible que aquí no haya hombres con sentimientos de patria libre, coraje y vergüenza como para rebelarse contra este bárbaro que dispone de vidas, prostituye conciencias y doblega voluntades?”. Y concluyó afirmando: “¿Benemeritito?.. Benemérito es aquel que ha acumulado meritos suficientes y que los ha tomado como propios para hacerles honor, enalteciendo y honrando a su vez la patria”.
85 años se cumplen de aquel 7 de abril, fecha que enaltece a la República.
Etiquetas: Capitán Rafael Telésforo Alvarado Franco, Generación del 28
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